Orsi ha asegurado que no planea un cambio brusco de política en el país tradicionalmente moderado. Delgado, en tanto, pidió a los votantes que "vuelvan a elegir a un buen gobierno", tratando de aprovechar la popularidad del presidente Lacalle Pou, que constitucionalmente no puede presentarse a la reelección inmediata.
Rubén Parada, un trabajador de la construcción de 44 años que vive en Montevideo, dijo que votó por Orsi porque el Frente Amplio tiene "cercanía con la gente, con el pueblo, con las personas que estamos más vinculados con el tema de no pensar tanto en la riqueza".
Ninguna de las dos coaliciones tiene mayoría absoluta en la Cámara Baja tras las elecciones de octubre, pero el Frente Amplio de Orsi obtuvo 16 de los 30 escaños del Senado. Orsi argumenta que su mayoría en el Senado lo sitúa en mejor posición para dirigir el próximo gobierno.
Ambos contendientes esperan atraer a aproximadamente el 8% de los votantes de la primera vuelta que se decantaron por partidos más pequeños y no alineados, así como a los que no acudieron a las urnas en octubre.
Pero ninguno de los dos ha hecho nuevas promesas en las últimas semanas para atraerlos, y los encuestadores dicen que el debate televisado del 17 de noviembre parece haber tenido poco impacto.
Jaqueline Fleitas, de 38 años, votó por el partido gobernante por considerar que "hicieron grandes cambios que en 15 años el Frente Amplio no concretó, por ejemplo hacer el Hospital del Cerro (en Montevideo). Nos quedan cinco años más para seguir trabajando".
Una de las cuestiones que se plantean al final del mayor año electoral de la historia es si Uruguay logrará superar la tendencia mundial de pérdida de votos de los partidos en el poder en comparación con las elecciones anteriores.
Sin embargo, la solidez de la economía uruguaya podría ayudar a Delgado el domingo: "Hay pocos indicios de que los votantes estén clamando por un cambio político significativo", dijo el analista uruguayo Nicolás Saldías, de Economist Intelligence Unit.