La dependencia de la UE en conjunto se situaba en el 57.5% en 2020. La situación variaba enormemente entre Estados miembros: la tasa de dependencia se situaba en el 10.5% en Estonia, en el 63.7% en Alemania, en el 81.4% en Grecia y en el 97% en Malta.
En ese momento, Rusia era el principal proveedor de combustibles fósiles de la UE, ya que el 43% del gas de natural importado, provenía de este país. Además, estaba a punto de entrar en operación un nuevo gasoducto, el Nord Stream 2, que levantó mucha polémica.
Sin embargo, la invasión de Rusia a Ucrania, el 24 de febrero de 2024, obligó a Bruselas a cambiar su política energética. Unos días después del inicio del conflicto, los dirigentes europeos acordaron reducir progresivamente la dependencia del bloque de los combustibles fósiles rusos.
Una mayor diversidad de energía
“Lo que ha hecho Europa es acelerar las las fuentes alternativas de de energía como particularmente los renovables”, dice Luis Miguel Labardini-Deveaux, socio de Marcos y Asociados consultora energética, en entrevista con Expansión.
Por ejemplo, Francia ha hecho una gran apuesta a la energía nuclear desde hace décadas, e incluso ha anunciado recientemente la construcción de nuevos reactores.
Alemania, que cerró su último reactor nuclear en abril de 2023, considera revivir este tipo de energía. El próximo canciller alemán, Friedrich Merz, ha dicho que el país debería reactivar las últimas tres centrales eléctricas que fueron cerradas, citando la protección del clima y el aumento de los precios del petróleo y el gas.