Un grupo de adolescentes -casi niños- se abraza con fuerza. Sus cabezas están juntas. Lloran. Cómo no hacerlo si enfrentan la muerte de varios de sus amigos, acribillados mientras se divertían.
Los hechos han estremecido a México: el domingo en la madrugada, un grupo de jóvenes reunidos en una colonia al sureste de Ciudad Juárez, Chihuahua, fue baleado por un comando sin que hasta el momento haya mayores datos sobre el origen del ataque. La Procuraduría General de la República sólo ha informado que "Los Aztecas", una pandilla local, posiblemente estén vinculados con este caso.
Ciudad Juárez vive en el centro de la guerra contra los cárteles de la droga y es referencia de los peores registros criminales de los últimos años.
Feminicidios, asaltos, secuestros, extorsiones, enfrentamientos entre narcotraficantes y la masacre de adolescentes ocurrida este fin de semana conducen a pensar en los problemas que encara la nación.
¿Qué motiva a jalar el gatillo contra otra persona? ¿Nada importa que la víctima esté desarmada, indefensa, que sea menor de edad? ¿Cómo garantizar a los jóvenes mexicanos que podrán salir a la calle y sentirse seguros, que no llorarán el asesinato de uno de sus amigos? ¿Cómo consolarlos después de una tragedia así? ¿Cómo detener la espiral de violencia por la que desciende este país?