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Cuando las niñas son mamás

En 2008, al menos 11,530 niñas mexicanas menores de 15 años tuvieron a su primer hijo
lun 10 mayo 2010 09:04 AM
Los psicólogos advierten de los efectos que un embarazo tiene en la vida de una niña
co-ninas-emabarazadas Los psicólogos advierten de los efectos que un embarazo tiene en la vida de una niña

A mediados de abril, una televisora local en el sureño estado de Quintana Roo mostró en sus pantallas un pastel de cumpleaños color rosa con la imagen de la princesa Blanca Nieves. El postre se preparó para celebrar el onceavo cumpleaños de Amalia, una niña que fue violada por su padrastro y ahora está en la semana 23 de embarazo.

Lo mismo le sucedió en 2008 a por lo menos 11,530 niñas mexicanas, las que oficialmente están en los registros del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), y que sin haber llegado a los 15 años ya habían sido madres, en el mejor de los casos, de su primer hijo.

El caso de Amelia llamó la atención porque un par de legisladoras locales protestaron porque ni la niña ni su familia recibieron la información sobre su derecho a interrumpir legalmente el embarazo. La Norma Oficial Mexicana 046 señala que toda institución médica y su personal tienen la obligación de entregar esa información a todas las víctimas de violación.

La norma se estableció el año pasado y fue consecuencia de una larga lucha emprendida por otra niña Paulina Ramírez Jacinto y su familia.

El caso de Paulina fue emblemático, pues abrió un debate nacional que llegó hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que dio la razón a esta niña que a los 13 años quiso ejercer su derecho a un aborto, después de que dos asaltantes la violaron en su propia casa.

Las autoridades del estado de Baja California pusieron obstáculos para que el aborto se pospusiera hasta que fue demasiado tarde para aplicar el procedimiento. Paulina se convirtió en madre contra su voluntad en el año 2000, pero quiso evitar que otras niñas pasaran por lo mismo.

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Fernanda Díaz de León, abogada del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), una de las organizaciones no gubernamentales que asesoraron a Paulina y ahora intentan presionar al gobierno de Quintana Roo para que demuestre que cumple con la Norma 046, señala que tan sólo en ese estado las autoridades reconocen que el año pasado 881 menores de edad resultaron embarazadas después de una violación. Ninguna inició un proceso de interrupción de embarazo.

La abogada advierte que las modificaciones que desde 2008 han modificado la Constitución local en 17 estados, estableciendo que la vida debe protegerse desde el momento de la concepción o la fecundación, hacen más confusa la actuación del personal médico, ya que al mismo tiempo, todos los estados del país establecen el derecho a la interrupción del embarazo en caso de violación.

Aunque no existen datos que permitan saber cuántas de las entre 9,000 y 12,000 niñas que cada año se convierten en mamás antes de cumplir 15 años fueron abusadas sexualmente, de acuerdo con Alejandro Estévez, psicólogo y especialista desde hace 13 años en atención de madres en edad infantil y adolescente, entre más pequeña es la niña es más frecuente hallar que fue forzada a mantener relaciones sexuales, o al menos presionada bajo condiciones de desventaja.

Un dato del INEGI refuerza esa hipótesis: de los 11, 530 nacimientos registrados en 2008 de madres de entre 10 y 14 años, sólo 641 tenían como padre a un niño del mismo rango de edad.

Estévez señala que el embarazo en niñas menores de 14 años es un problema que gobierno, sociedad y personal prefieren esquivar.

“Cuando una niña o adolescente llega un clínica de gobierno con síntomas de embarazo, normalmente el médico jamás piensa que lo es, ni explora la posibilidad de una relación sexual, hay un tabú en ese sentido y las niñas no lo abordan por medio temor o vergüenza o porque ni saben”. Por eso, la detección de embarazos ocurre casi siempre hasta después del sexto mes de gestación.

La vida después de dar vida

En un  barrio marginal de la delegación Álvaro Obregón, al poniente de la Ciudad de México, Jesica Guzmán —de 20 años— tiene una historia personal que incluye una primera violación a los 11 años que la  convirtió en alcohólica, un primer embarazo a los 13  y otro poco antes de cumplir 18, producto de una violación.

Después de años de terapia, admite que en sus dos embarazos deseó abortar pero no lo hizo, la primera vez por miedo y la segunda porque no tuvo dinero. Hace una semana dejó el albergue en el que durante dos años le ayudaron a la crianza de sus bebés y la capacitaron para que pueda trabajar en una cadena hotelera. Ahora debe enfrentar la vida sola, y descubrir cómo es la vida como madre adolescente.

Ofelia Reyes Nicolás, jefa del Departamento de Sexualidad Humana de la Facultad de Psicología de la UNAM, explica que lo que Jesica ha sentido es prácticamente una generalidad en todas las adolescentes y más en las niñas. Aunque su cuerpo esté  físicamente preparado para convertirse en mamás, no lo están ni emocional ni fisiológicamente. E incluso, las menores de 13, no pueden comprender aún el proceso de maternidad.

Además del trauma emocional que provoca inicialmente la noticia de ser madre, el sentimiento de rechazo a esta realidad difícilmente desaparece antes del nacimiento del bebé y con frecuencia continúa por varios meses después. La mejor forma de ayudarlas a buscar un nuevo rumbo en su vida, señala la experta, es encontrar un equilibrio que permita que aprendan a llevar la responsabilidad de ser madres, si es que desean aceptarla, sin permitir que generen sentimiento de culpa, por no saber cómo hacerlo.

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