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Una historia colonial y arquitectónica adorna al edificio de Educación

El edificio que alberga la dependencia federal fue construido en 1751. En sus paredes hay huellas de grandes artistas pero también de daños
vie 04 junio 2010 03:55 PM
sillas manifestacion protesta
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Un par de palos, tubos, vigas y puntas metálicas más un grupo de enardecidos fueron suficientes para dañar en cuestión de minutos una arquitectura centenaria de la época de la Colonia, en la Ciudad de México.

El portón principal de la sede de la Secretaría de Educación Pública (SEP), una estructura de madera de 8 centímetros de grosor y que fue construido en 1731, fue dañado por un grupo de maestros que insistían en ser atendidos por el titular de la dependencia, Alonso Lujambio.

La puerta de madera, de unos 5 metros de altura y 3 metros de ancho, data de la época en que resguardó a la Real Aduana. Con sus respectivas remodelaciones, la infraestructura estuvo conservada hasta este jueves, cuando le fueron provocados dos boquetes de entre 10 por 10 centímetros y de 25 por 20 centímetros.

La actual sede la SEP abarca 8,500 metros cuadrados y está conformada por los edificios coloniales del Convento de la Encarnación (dedicado principalmente para la enseñanza a niñas y de profesoras), la Real Aduana, más otros que sirvieron como casas de funcionarios de la Nueva España.

Está ubicada entre las calles de República de Argentina y República de Brasil, en el Centro Histórico de la capital mexicana.

En 1921 el gobierno del entonces presidente Álvaro Obregón decretó la creación de la Secretaría de Educación Pública y el primer titular de la dependencia, José Vasconcelos, solicitó “un edificio adecuado (…) que además reflejara la obra ‘moral, vasta y compleja’ de la Institución”, según la historia de la institución en su página web .

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Un año después, la sede fue inaugurada el 9 de julio de 1922.

El Departamento de Archivo Histórico y Reprografía de la Secretaría de Educación Pública conserva la crónica de aquel día.

“Son las once horas del día nueve de julio, año 1922, la Orquesta Sinfónica Nacional entona la Marcha Heroica de Berlioz (…). Después de la ceremonia de inauguración se ofreció un banquete cuyo costo total fue de siete mil ciento trece pesos con cuarenta y cinco centavos”.

El edificio, según Vasconcelos, contaría con “altos arcos y anchas galerías para que por ellas discurran hombres… salas muy amplias para discurrir libremente, y techos muy altos para que las ideas puedan expandirse sin estorbo. ¡Sólo las razas que no piensan ponen el techo a la altura de la cabeza!".

Pareciera que los maestros que dañaron parte de la infraestructura de la SEP tomaron figurativamente la declaración de Vasconcelos.

La sede de Educación, sede de protestas

Federico Méndez Rivas fue el arquitecto que eligió José Vasconcelos para la construcción del edificio desde donde se impartiría “las primeras letras y los conocimientos básicos, así como difundir la cultura nacional e internacional entre los mexicanos”.

Éste pidió a varios artistas de la época la decoración del edificio: Manuel Centurión (esculpidos en cincel), Ignacio Asúnsolo (remate de la fachada), Diego Rivera (murales de los corredores), Roberto Montenegro (vitral) y Adolf Best (dibujos en los salones interiores).

Este conjunto de piezas dan mayor valor histórico a la sede, que en varias ocasiones ha estado en riesgo por algunos manifestantes que irrumpen en el edificio.

El septiembre de 2008, integrantes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) tomaron el edificio por alrededor de 3 horas. Colocaron barricadas en la entrada y la salida. No hubo enfrentamientos y la indicación de la Secretaría fue “No tocar los murales pintados por Diego Rivera”.

En mayo de 2003, este mismo sindicato instaló en las calles aledañas al edificio un campamento en protesta contra la lideresa sindical Elba Esther Gordillo. El trabajo administrativo fue interrumpido por varios días.

Aunque no hubo daños, la SEP denunció ante la Procuraduría General de la República (PGR) “a quien resulte responsable” de lo que pudiese resultar afectado.

En enero de 1994, tras la insurrección zapatista en el estado sureño de Chiapas, un grupo de manifestantes que, con pasamontañas y sopletes, hicieron un simulacro de quemar la puerta del palacio presidencial situado en el Zócalo. De aquella ocasión, tampoco no hubo daños.

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