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Antanas Mockus: "La violencia es una enfermedad contagiosa"

El ex candidato presidencial lamenta que México pase por una situación similar de homicidios y narcotráfico que Colombia en la década del 80
sáb 11 septiembre 2010 09:10 AM
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Un día el ex alcalde de Bogotá salió a las calles vestido de superhéroe: traje amarillo apretadísimo, capa roja y una C bien grande en el pecho, símbolo de la "conciencia ciudadana".

No era la primera incursión histriónica de Antanas Mockus. Antes, en sus tiempos como rector de la Universidad Nacional Autónoma de Bogotá, un grupo de estudiantes alborotados comenzaron a silbarle y no resistió la humillación. Así que giró el cuerpo, se bajó el pantalón, mostró el trasero ante los alumnos enmudecidos y emprendió una nueva vida pública. Una vida que lo ha traído a México por un par de días.

El ex candidato a la presidencia colombiana en las elecciones de 2010 no es un político tradicional.

Entre las anécdotas del matemático y filósofo, de sangre lituana, destaca una boda bajo una carpa y su extraña llegada sobre un elefante. Pero en su carrera como alcalde de Bogotá (1993 -1995 y 2003-2006), sus estrategias promotoras de cambios culturales serán recordadas por disminuir los accidentes de tránsito y los homicidios, en una época en que los narcotraficantes colombianos peleaban por el reinado tras la muerte del capo Pablo Escobar.

"La violencia es una enfermedad contagiosa", diagnostica Mockus en entrevista para CNNMéxico en Cuernavaca, Morelos, una entidad de por sí enferma del mal que el colombiano pregona.

"Y la vacuna contra la violencia es el respeto y la legalidad", receta el político que lleva puesto un elegante traje azul, camisa a rayas, corbata verde y zapatos negros, prolijamente lustrados. Ha cambiado las rigurosas playeras que usaba durante la campaña presidencial con el Partido Verde.

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Mockus perdió la elección en segunda vuelta contra Juan Manuel Santos, candidato del gobernante Partido de la U.

El político vino a México invitado por un grupo de organizaciones civiles mexicanas que planificaron el foro Diálogos por la Seguridad con enfoque en Derechos Humanos , subsidiado por la Unión Europea y el Open Society Institute. Le han pedido que hable de las estrategias en Bogotá para reducir los delitos.

Pero ahora está frente a una cámara, sentado con la pierna cruzada sobre una silla rústica, dispuesta en un amplio jardín de la habitación del hotel donde se hospeda.

"En Bogotá del 94 la policía celebraba más la recuperación de un carro robado que una vida menos en la estadística mensual o anual", recuerda Mockus, en alusión al clima de violencia de la época. "Y eso lo corregimos. Lo importante es celebrar que hay menos muertes, porque la vida no es un regalo, es el regalo".

De 1993 a 2006, los homicidios en la capital colombiana pasaron de 80 a 18 por cada 100,000 habitantes, índice que continúa por debajo del promedio en América Latina, que es de 25. Cita las cifras de memoria.

Los asesinatos disminuyeron en Bogotá por un esfuerzo de sacralizar la vida humana, dice. Y de hecho, por estos días Mockus acuñó una frase al respecto. "Lo importante es si uno les dice a las personas: tu vida es sagrada, no la vida es sagrada. Es más fuerte decir: tu vida sagrada".

"Las autoridades también estábamos para proteger la vida de los criminales", opina sobre el rol del Gobierno en la lucha anticrimen. "El Estado es diferente del crimen organizado porque no mata criminales". Al decir esto, el político de 58 años, canas alborotadas y tez colorada, adopta un semblante más serio.

Recuerda que en su primer consejo de seguridad, en la alcaldía de Bogotá, un funcionario le comentó: "Tranquilo alcalde, que de esos 3,500 muertos por homicidio más de un tercio son criminales matando a criminales". Mockus hace una pausa antes de expresar: "Yo me indigné".

"Evidentemente, si soy policía, y un criminal va a matar a un ciudadano, pues yo voy a disparar primero. Al poseer una facultad constitucional para proteger vidas, el Estado puede usar la fuerza, y la puede usar letalmente. Fuera de esa situación, el Estado no tiene por que matar ni debe permitir que los individuos de una parte de la sociedad se maten entre sí".

Mockus ha sido un defensor del respeto por la vida. Teoría que comparte Sergio Fajardo, el ex alcalde de Medellín y compañero de fórmula del Partido Verde en los comicios presidenciales en 2010. Un respeto que significa construir no una escuela, sino la mejor escuela en el barrio más pobre. Y no un museo, sino un museo en el barrio más peligroso. La justicia tiene que encargarse de los delincuentes, dice, por eso el Estado debe respetar la vida de los criminales.

Colombia y Bogotá, ¿ejemplo para México?

El ex alcalde destaca que la reducción del 45% de homicidios en Bogotá y el esfuerzo del ex presidente Álvaro Uribe son un ejemplo para combatir la escalada de muertes en México, generada por el narcotráfico y la campaña del gobierno federal para frenarlo.

En los últimos 10 años, Colombia pasó de 65 a 37 homicidios por cada 100,000 habitantes. En 2009, el índice en México estaba en 29, según el Sistema Nacional de  de Seguridad Pública. El estado con más violencia es Chihuahua con 86 homicidios por cada 100,000 habitantes. Más que Bogotá en los tiempos de Pablo Escobar.

El tráfico de drogas ha hecho "enorme daño" a Colombia porque ha implicado corrupción, debilitamiento de la justicia e intención de filtrarse en las elecciones, pero sobre todo, porque "le ha echado leña al fuego del homicidio", lamenta el político que con esos lentes conserva la imagen de profesor universitario, siempre con una actitud pedagógica.

La paradoja más grande, dice Mockus, es que el narcotráfico genera más dinero en los países desarrollados, en Europa o Estados Unidos, pero por temor a la Justicia o por motivos culturales, un traficante no mata, realiza su acción ilegal dentro de ciertos límites en relación a la vida.

A pesar de las diferencias con México, donde no operan las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) u otros grupos paramilitares, la compleja situación no es muy distinta a la de su país, opina. 

"Imagínese, la imagen de México se ha afectado. La gente que habla de México ve violencia y eso hace daño económico, hace daño al turismo y eso hace daño a la autoestima. Entonces México, con toda esa identidad y con todo ese nacionalismo que uno a veces francamente envidia, ¿por qué no se defiende desde la cultura?".

"El contrabando de armas, precursores (químicos) y divisas se juntan con el narcotráfico y con la corrupción política, y es como si le diera cáncer en todo el cuerpo". Para atacar este mal, afirma que no basta tener muchos policías y soldados eficientes y honestos, también se requiere de una sociedad que rechace a los narcos "con toda el alma".

Teorías de Mockus contra la violencia

Las acciones colectivas son cruciales para tener una vacuna contra la violencia. El matemático habla de la importancia de unificar las cifras de homicidios, que a veces los gobiernos no dan a conocer o no hay coincidencias entre las fuerzas federales sobre éstas, de capacitar policías, generar ciudadanos que formen ciudadanos y promover jueces de paz: "la fuerza de lo extralegal", define.

"Cada uno tiene un patancito en su interior y tenemos que controlarlo. Los otros deben ayudarlo si él solo no puede. Y si nadie puede, la policía y la justicia deben hacerlo", recomienda Mockus, y sonríe. "La cárcel es la última opción".

Con información de Tania L. Montalvo

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