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El ex alcalde Bogotá, Antanas Mockus, impulsa cambios en Ciudad de México

El programa incluye propuestas como convertir los botes de basura en un pozo de los deseos e invitar a la gente que arroje ahí los papeles
vie 24 septiembre 2010 04:09 PM
antanas mockus y luis wertman pozo de los deseos
antanas mockus y luis wertman pozo de los deseos antanas mockus y luis wertman pozo de los deseos

Entra al salón de un lujoso hotel y lanza el reto: ¿Alguien puede tomar algo del cesto de la basura y comérselo?

Todos se mantienen en la expectativa, los fotógrafos preparan el encuadre listos para disparar y nadie responde al personaje, el ex alcalde de Bogotá.

Antanas Mockus  entonces dice el menú: una envoltura de pilas, una botella con agua y un kleenex sospechoso.

Luis Wertman dice "yo le entro al agua". La abre y la vacía en su copa: ¡salud!

El presidente del consejo ciudadano de seguridad pública brinda con Mockus, quien está en la ciudad de México para iniciar un programa que busca cambiar hábitos y crear ciudadanía.

"Yo no sé si estemos dispuestos a comer basura", comenta en conferencia ante medios, pero "si la basura se recoge barriéndola, comemos basura".

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Los chicles en el piso se secan y respiramos bacterias en el aire y las heces de los perros también son una forma de contaminar el ambiente donde respiramos. El ejercicio hizo visible lo que hacemos de forma inconsciente.

Mockus colabora con el Gobierno del Distrito Federal en un programa que busca cambiar esos hábitos en los ciudadanos : cuatro de ellos, relacionados con mejoramiento de espacios públicos; tres, con la movilidad; 2 con el respeto a las personas con discapacidad y las mujeres y uno, por el agua.

De fondo, esos cambios nos enseñan a pensar en el otro, a no caer en el egoísmo de tirar la basura en la calle o de beber sin pensar que conducirás un auto ebrio.

En la práctica, el programa consiste en levantar de sus escritorios a algunos funcionarios y pedirles que ayuden a recoger basura en las calles del Centro Histórico. De repente, unas noventa personas están levantando papeles y despegando chicles del piso y los ciudadanos de a pie sienten el impulso de hacer lo mismo.

El ejercicio se llevó a cabo en diversas calles del Centro Histórico, donde en 60 minutos, se levantaron 60 metros cúbicos de basura, esto es, las tres cuartas partes de un vagón del metro.

En un solo día participaron 628 personas entre recoger y motivar a que los demás hagan los mismo.

Vendedores ambulantes, voceadores, vecinos, y funcionarios permanecieron alertas por algunas horas en las calles y cuando detectaran que alguien tira basura en la calle, corrían inmediatamente para tirarlo en el bote de la basura.

Y 22 botes han sido transformados con la imagen de un pozo de los deseos. "No tientes a la suerte, pon la basura en su lugar", dice la leyenda del cesto.

Y es que sin esfuerzo por parte de los ciudadanos, no hay un cambio de hábito.

El ex candidato a la presidencia de Colombia habló del típico "gorrón", recostado, que está feliz porque el Centro Histórico está limpio y él se siente divo y listo: tengo el resultado y yo no aporté.

La invitación a crear acciones colectivas ayuda a pensar en el otro. Mockus recuerda que en Colombia, el gobierno invitaba a 50 funcionarios o ciudadanos al funeral de alguien asesinado para mostrar solidaridad y condenar el crimen.

De acuerdo con sus estadísticas: de 1993 a 2006, los homicidios en la capital colombiana pasaron de 80 a 18 por cada 100,000 habitantes.

Mockus es un político poco tradicional que logró disminuir la tasa de homicidios como alcalde, electo dos veces. Compitió en las recientes elecciones presidenciales en Colombia y perdió en segunda vuelta contra el candidato Juan Manuel Santos, del partido gobernante.

A través de Corpovisionarios de Colombia llega ahora al Distrito Federal a emprender una batalla amorosa, la llama, como evitar que la gente deje las heces de sus perros en la calle y que las mujeres sean molestadas en el transporte público.

Algunas cifras ayudan a reflexionar para hacer un cambio: el 10% de la basura que se genera en la Ciudad de México fue arrojada al suelo, el Gobierno ha invertido 48 millones de pesos en pintar espacios públicos dañados por graffiti en tres años y a los 15 días, se han vuelto a dañar; un chicle cuesta 25 centavos y despegarlo del piso cuesta 75 centavos.

Mockus afirma: "Necesitamos que la gente a medianoche se acerque al bote y sienta el placer de tirar ahí la basura; necesitamos que de día, el que tira basura, sienta vergüenza".

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