Tlacotalpan, pueblo mágico que fue devastado por la peor inundación de su historia en septiembre pasado, tuvo motivos para festejar este 2 de febrero, día en que veneran a La Virgen de La Candelaria.
El desborde del río Papaloapan provocó el desalojo de todo el pueblo, donde el agua alcanzó dos metros de altura y dejó a miles de damnificados.
Durante dos meses se mantuvo bajo el agua; hoy la ciudad está en pie y de fiesta en la que se mezcla música, tradición y cultura.
Cada 2 de febrero, la estatua de la Virgen de La Candelaria, fue paseada por las calles de la ciudad, pero no se llevó a cabo el tradicional recorrido por el río Papaloapan que suele hacerse "para tranquilizar sus aguas".