Una mujer de Acapulco hace de los niños en condición de calle su misión
Pregúntenle a Rosa María Cruz-Muller cuántos niños tiene y les contestará alzándose de hombros. La respuesta se cuenta en cientos, quizá hasta miles. Esta mujer de 53 años, trabajadora del gobierno, tiene tres hijos biológicos. A los demás los rescató de las calles, los llevó a su hogar y les dio una nueva vida… lejos de las drogas, los abusos y una muerte temprana.
Todos la llaman Mamá Rosy. Ella se describe como alguien que "da amor a los niños de la calle". Lo ha hecho por todos los medios y por largo rato.
Por más de tres décadas, la misión de Mamá Rosy ha sido rescatar a niños de las calles de Acapulco: en donde otros ven a ladrones, drogadictos y prostitutas, ella ve a niños que necesitan amor.
Mamá Rosy va a muchos lugares considerados peligrosos en busca de niños a los que a nadie les importa. La mayoría de las veces, camina alrededor de un puente cerca del puerto de Acapulco, en donde los pequeños en situación de calle encuentran refugio del sol tropical.
En una caminata reciente por ese puente, Mamá Rosy les dio ropa a unos niños. Se llevó a dos que tenían hambre a un supermercado cercano y les compró comida y sandalias con su dinero. "Necesitan tanto amor", dijo Mamá Rosy cuando los vio alejarse.
Se ha ganado la confianza de los niños al estar disponible siempre, siempre. “Voy con ellos y les hablo, y cuando llega uno nuevo aquí, fue porque otros le dijeron 'Ella es Mamá Rosy. Cuando necesites algo, ésta es la dirección, ve con ella' y es como una cadena", cuenta la mujer.
Constantemente va al muelle en busca de niños que piden limosna o están drogándose. Éste es un lugar en el que también son recogidos por pedófilos, así que su meta es tratar de alejarlos de ahí lo más pronto posible.
Uno de los niños que rescató es ahora un joven que trabaja en el muelle, donde les da mantenimiento a las lanchas. Tan pronto como la ve, sale del agua para darle un abrazo mojado.
Los niños son bienvenidos en su casa en el centro de Acapulco las 24 horas del día, en donde siempre pueden conseguir una comida caliente y un baño. Otros siguen regresando como adultos con una familia; Mamá Rosy dice que ya tiene 24 nietos no biológicos.
Dythra López, quien estaba perdida en el mundo de las drogas cuando Mamá Rosy la encontró a los 16 años, ahora es la gerente de una tienda. Sin importar cuánto se resistiera, sin importar cuántas veces huyera, Mamá Rosy —cuenta— siempre le pidió en una forma amorosa y paciente que dejara las drogas. "Se ganó nuestro amor, confianza y respeto poco a poco y se convirtió en una madre para nosotros, una figura que ninguno de nosotros tenía", dijo López.
Pero por cada historia exitosa, hay una tragedia. Muchos de los niños que intenta rescatar simplemente desaparecen sin dejar rastro. Otros se cambian a otra ciudad. Algunos han terminado asesinados violentamente o en la cárcel.
El año pasado una chica de 16 años que se hacía llamar Jahaira y quien —de acuerdo con Mamá Rosy—, estaba trabajando como prostituta para pagar sus drogas, de pronto se enfermó. La llevó al hospital en donde los médicos le dieron un diagnóstico serio. Se estaba muriendo de sida. Mamá Rosy buscó a algún pariente y logró encontrar a la abuela de Jahaira que la llevó a su lecho de muerte. La niña murió al día siguiente.
Mamá Rosy llora cuando lee las cartas de Jahaira. “Siempre me acuerdo de ella. Era una niña hermosa. ¡Muy feliz, muy traviesa! Pero sólo era una niña y sólo tenía 16 años”.
Mamá Rosy tiene tres hijos biológicos, incluyendo a Vanesa Santoyo, quien le ayuda con los niños que sufren heridas tanto físicas como emocionales. Santoyo describe a su madre como su “héroe; la mejor mamá del mundo para mí y los otros niños”.
Su amor sin pausa también incluye visitas a los vecindarios marginales, llevando regalos y esperanza. Mamá Rosy admite que a veces es abrumador, pero no piensa parar de ayudar a los niños. “Siempre que haya niños necesitados —dice—, habrá una Mamá Rosy para ellos”.