Delincuentes extorsionan a choferes de autobuses a cambio de seguridad
"Trabajar como operador en un autobús de pasajeros siempre ha sido un empleo peligroso. Nunca como ahora, eso lo puedo asegurar", se apresura a aclarar Enrique, conductor de una de las unidades que viajan del centro del país a Tamaulipas, ruta que ha recorrido en los últimos tres años.
Coinciden con él, otros conductores entrevistados por CNNMéxico, quienes pidieron el anonimato o usaron nombres ficticios ante "lo delicada que está la situación".
Asaltos, gente armada, fuegos cruzados, cadáveres o cabezas humanas a la vera del camino, forman parte ya de la anécdotas cotidianas que en los últimos dos años comentan entre ellos, una realidad que quedó al descubierto con la tragedia de San Fernando , Tamaulipas, donde el pasado 6 de abril, fueron encontrados en fosas los cuerpos de posibles pasajeros .
Al fenómeno de secuestros y asaltos a pasajeros, se ha sumado el de las extorsiones a conductores de los camiones para dejarlos transitar "con tranquilidad".
"En algunos lugares estas personas (bandas del crimen organizado) piden dinero a cambio de nuestra seguridad, a nosotros como operadores federales nos piden dinero para caminar supuestamente seguros en la calle", declara uno de los transportistas.
¿Cuánto dinero les piden? "Desde 200 hasta 1,000 pesos". ¿Que garantía hay de que con eso ya los dejarán tranquilos? "No hay ninguna garantía, pero no podemos hacer nada cuando llegan con un arma, te intimidan y te dicen que pertenecen a tal o cual grupo de la delincuencia.
"De repente, en la calle, nos vigilan, llegan en camionetas, es fácil dar con nosotros por el uniforme, se acercan y nos dicen, 'vengo de tal lugar y pertenezco a tal grupo, estamos pidiendo su cooperación, de lo contrario va a haber problemas, consecuencias'".
De testigos a víctimas
Carlos, conductor con 10 años de trabajo en autobuses de pasajeros explica que en sus recorridos a Tamaulipas, ha sido testigo de enfrentamientos armados entre la policía y la delincuencia, en más de una ocasión ha visto cuerpos tirados o mutilados en las carreteras.
El chofer asegura que en una ocasión tuvo que maniobrar para no atropellar a los dos bandos que se disparaban entre ellos en plena autopista. "Aceleré y esquivé las balas, los pasajeros se asustaron, algunos lloraban, otros rezaban".
"Casi los atropello a todos, porque pasaron corriendo, no les importó el tamaño del autobús, ni lo que viniera circulando, se atravesaron en plena madrugada. Aceleramos para evitar que nos tocara un balazo en pleno autobús", recuerda todavía nervioso.
En más de una década de circular por Reynosa, Matamoros, Ciudad Victoria e incluso San Fernando, Carlos asegura que nunca había visto nada igual como lo que ha ocurrido en los últimos meses. "Ni cuando teníamos que cruzar una sierra. Ahora ni con las autopistas es seguro".
"Habíamos sido espectadores de la violencia en el país, hoy somos protagonistas, ya nos tocaron, ya nos alcanzaron", dice uno de los conductores al referirse al secuestro y asesinato de pasajeros que fueron encontrados en una fosa ubicada en San Fernando. El hallazgo fue la gota que derramó el vaso de la delincuencia en la zona.
Un corredor apetecible
Análisis gubernamentales y de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), suponen que en Tamaulipas como en otros estados del norte del país, se han conjugado dos fenómenos que poteciaron la violencia de los últimos años: narcotráfico y migración .
Los entrevistados coinciden en que las rutas del norte del país siempre han resultado apetecibles para los delincuentes debido a que la mayoría de los pasajeros son migrantes con destino a Estados Unidos (EU). "Gente que lleva dinero o que vienen de allá con dólares y regalos para sus familias".
La CNDH informó que el año pasado más de 11,000 migrantes fueron secuestrados en México en su trayecto a EU .
Según el Sistema Nacional de Seguridad (SNS), en 2010 se reportaron 2,142 robos en carreteras de todo el país . Estados como Michoacán y Tamaulipas pasaron de tener cero asaltos en carreteras el año pasado, a 11 y 28 respectivamente en lo que va de 2011.
"Siempre hubo asaltos en las carreteras, pero eran esporádicos y otro tipo de delincuencia. Eran personas que se dedicaban al robo, pero no al narcotráfico", apunta otros de los conductores, que se identifica como Rafael y en ruta desde hace ocho años.
Explica que resulta paradójico que antes con caminos más accidentados, menos vigilados y en algunos casos inhóspitos hubiera menos delincuencia que ahora con carreteras y autobuses modernos.
"No encontramos una explicación a lo que está sucediendo, suponemos que es la reacción del crimen organizado al trabajo que está haciendo el gobierno para eliminarlos, pero al mismo tiempo vemos mucha corrupción entre los mismos policías. No se explica que la gente ande armada y con tanta impunidad, sino bajo la tolerancia y protección de la autoridad", señala otro de los conductores.
El noreste, Matamoros, Reynosa, Laredo, son las rutas destacadas como las más peligrosas. Ante la pregunta de si quieren seguir viajando al norte, responden lo hacen "por necesidad, por trabajo, por órdenes, pero uno va inseguro, hasta en tono de broma nos dicen que si ya llevamos nuestro chaleco o casco, ya con que te diga eso, uno va pensado 'ojalá no me vaya mal'".
El Pacífico, pacífico
Las rutas que recorren ciudades y poblados asentadas en el Pacífico mexicano, reportan relativa calma, según conductores que viajan desde el centro-occidente del país hasta Tijuana, ciudad fronteriza con Estados Unidos.
"Aquí la problemática y los sinsabores son distintos a los del Golfo o noreste", dice otro de los conductores, con 25 años recorriendo el territorio mexicano.
Asegura que el principal problema es la abundancia de retenes a lo largo del trayecto, revisiones a las que se tienen que someter y que en algunos casos puede retrasar los destinos hasta más de 10 horas.
"Con los retenes militares se siente uno seguro, pero no con los de la PGR (Procuraduría General de la República) y los de la AFI (Agencia Federal de Investigaciones). Revisan el equipaje y desarman los autobuses de la parte de adelante y de atrás, llegas a otro retén y vuelven a hacer lo mismo. Es el cuento de nunca acabar", agrega.
Otra de las quejas es que los operativos interrumpen sus horas de descanso, lo que también repercute en su trabajo.
El conductor revela que la corrupción entre los cuerpos policiales se mantiene como una constante a pesar de que se denuncie a los agentes, quienes como única sanción son trasladados a otra ruta.
La relativa calma en las rutas del Pacífico se atribuye a que son vías muy estudiadas y vigiladas por la autoridad. "Creo que por eso las bandas se movieron a sitios donde no había tanta vigilancia, aunque lo hicieron con mayor violencia", apunta el chofer.