Los crímenes de odio en contra de personas homosexuales, en la sombra
Los crímenes motivados por odio que se comenten en México hacia personas homosexuales, lesbianas y transgénero carecen de un registro oficial, pese a que el país ocupe el segundo lugar, por debajo de Brasil, con mayor número de casos de crímenes por homofobia en Latinoamérica, según un estudio de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.
Para las organizaciones y colectivos lésbico-gay, esto es una muestra de la apatía del gobierno mexicano, que se concentra sólo en los registros que dejan los asesinatos y enfrentamientos entre el crimen organizado.
De 1995 a 2009, se registraron 640 muertes de personas gay, lesbianas o transexuales, según informó en 2009 el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred). De esos cientos de crímenes, 36 eran menores de edad, precisó el informe y un 10% fueron resueltos por las autoridades.
Una investigación del Colegio de México indica que esas cifras están por debajo de la realidad. Un estudio de esta institución, realizado en 11 de los 32 estados de la República, recopiló datos de 1,656 casos de crímenes por homofobia, cifra que precisan que no es oficial porque la familia no da seguimiento a las investigaciones "por vergüenza".
Un largo camino contra el anonimato
Con motivo del Día de la Lucha contra la Homofobia, que se celebra este martes, el presidente del Colectivo Lésbico, Gay, Bisexual, Travesti, Transgenero, Transexual e Intersexual de Guerrero, Alberto Serna Mogollón, afirmó a CNNMéxico que existe mucho trabajo por hacer en materia legislativa y por parte de la autoridad federal y los gobiernos estatales.
"Es una lucha que seguiremos dando hasta eliminar o por lo menos reducir estos hechos tan lamentables que indignan, porque los asesinatos por odio se quedan en el anonimato, en los archivos a los que después dan carpetazo".
Serna Mogollón, varios estados ignoran los crímenes motivados por odio, un problema que recorre el país.
De acuerdo con sus contactos con agrupaciones y colectivos de otros estados, las entidades con mayor rezago son Oaxaca, Michoacán y Guerrero, en donde los registros oficiales son superados al doble por las cifras extraoficiales.
El caso más reciente de crímenes relacionado con homofobia fue el del activista y defensor de los derechos homosexuales, Quetzalcóatl Lejía Herrera, el pasado 4 de mayo en la capital de Guerrero, entidad ubicada al sur del país.
Las cifras oficiales del gobierno estatal presentan un registro de 16 asesinatos motivados por odio del 2009 a la fecha, aunque según el representante de la organización de lucha contra el Sida en Guerrero, Francisco Viruel Castillo, son más de 36 casos en los últimos tres años.
"La situación es grave, y esa cifra es de datos que tenemos, datos corroborados. Pero en realidad, ¿cuántos han muerto por su condición de ser homosexual y no se reportan? Muchos casos son escondidos por la propia familia, por pena, por vergüenza".
"Nosotros tenemos otro registro, porque muchas veces la familia no dice la verdad y en los informes de la policía aparece ese asesinato por otras causas, que no son reales" dijo.
"La verdad es que necesitamos de todos para solucionar este problema, desde la familia, las autoridades, nosotros como agrupaciones le tenemos que entrar. Es una situación de todos", recalcó Viruel Castillo.
La aceptación de las 'muxes'
La intolerancia hacia la comunidad lésbico-gay no es del todo generalizada. Existen sus excepciones en pequeñas comunidades, donde los homosexuales son bien vistos por sus pobladores, relató el representante de las Organizaciones de lucha contra el VIH en Guerrero, Francisco Viruel.
Uno de estos ejemplos es Juchitán, una población indígena zapoteca asentada en el Istmo de Tehuantepec en Oaxaca, en el sur de México. En esa zona viven las muxes, travestis indígenas, que asumen roles femeninos en la comunidad.
"Son bien vistos, son parte de la sociedad sin ningún problema. No se les molesta, son una parte importante de la comunidad. Aunque en la mayoría de las lugares pues no somos bien vistos, se nos ve como enfermos", señaló Viruel Castillo.
La mayoría de las víctimas de crímenes por odio tienen entre 20 y 40 años, y la agresión se da con mayor frecuencia por arma blanca, seguido por golpes, asfixia, arma de fuego, tortura, envenenamiento, lapidación e incluso mutilación, de acuerdo con las cifras del Conapred.
En la mayoría de los casos, el agresor es un conocido, pareja sentimental o familiar.