Migrantes: la 'mercancía' que recorre los caminos de México hacia EU
Cada año, 140,000 migrantes cruzan la frontera entre México y Guatemala para alcanzar una mejor vida en Estados Unidos. Para lograrlo, utilizan una red de choferes de autobús y agentes de vigilancia migratoria que trabajan en complicidad con grupos de traficantes de personas.
Las líneas de transporte de pasajeros en el sur de México son el método más utilizado para llegar a Estados Unidos de manera ilegal desde su frontera con Centroamérica.
Gerónimo, chofer de una línea de autobuses de primera clase que transita en todo el territorio mexicano, explica que participar en el tráfico de indocumentados y ganarse un “dinero extra”, sólo es cuestión de querer hacerlo, y que muchos de sus compañeros quieren. Los contactos para hacerlo –señala– los tienen todos, “aunque no todos le entran”.
“Al coyote (traficante) casi nunca lo ves porque toda la operación se hace por teléfono. Los teléfonos los tienen los choferes, y si es la primera vez que quieres llevar un pollo (migrante), pides el contacto y cualquiera te lo da”, explica. Añade que no hay rivalidad entre choferes “porque mercancía siempre hay”.
El secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, dio a conocer el pasado 19 de mayo que cada año aproximadamente 140,000 migrantes entran de forma ilegal México, a través de los 572,986 kilómetros de frontera que hay con Guatemala.
En declaraciones a visitadores de derechos humanos y ante ministerios públicos, ofrecidas al ser interceptados por autoridades mexicanas, los migrantes han señalado que quienes buscan transitar por estas rutas -más cortas y seguras-, deben pagar entre siete mil y 30 mil dólares, dependiendo del país de donde provengan, para poder llegar a Estados Unidos.
Las rutas de servicio de transporte terrestre más utilizadas para el tráfico de personas son las que parten de ciudades fronterizas con Guatemala, como Tapachula-Tuxtla Gutiérrez (hacía la capital de Chiapas), y Tuxtla Gutiérrez-Ciudad de México.
Cifras del Instituto Nacional de Migración (INM) indican que Chiapas es la entidad donde más indocumentados son interceptados. En 2010, la cifra fue de poco menos de 25 mil. El resto, que equivale a 318 diarios, logró cruzar el estado.
“Si te asignan esa ruta, le llamas al coyote y preguntas cuántos pollos tiene; tú le dices cuántos quieres, cuántos vas a llevar en tu camión. Dos, tres o cuatro es lo normal, pero hay quienes suben hasta 14 en una sola corrida”, refiere Gerónimo.
Por transportar indocumentados de la capital de Chiapas a la Ciudad de México, un chofer puede cobrar desde siete hasta 12 mil pesos. La tarifa más baja corresponde a los migrantes normales, es decir, provenientes de Guatemala, Honduras o el Salvador; los que son de otras nacionalidades “más fácilmente identificables”, como chinos o árabes, deben pagar más.
Luego de acordar la cantidad de personas a transportar, se define el método para hacerlo, “les puedes comprar su boleto de viaje, y así van sentados entre el resto de los pasajeros; o los metes en los clavos”, es decir, compartimentos o recovecos no visibles del autobús, como el camarote, el porta llantas, o el espacio que hay entre el techo y las rejillas de aire acondicionado.
“Los que van en los clavos los tienes que subir en el trayecto que hay del encierro –lugar donde se guardan los autobuses– y la estación. Los subes emboletados, les entregas su boleto en la estación”. Siempre, antes de subirlos, relata, deben entregar el pago por el viaje.
Luego viene el recorrido y paso por los centros de control o garitas de vigilancia que tiene el INM a lo largo del país, generalmente son puntos fijos. “Cuando llegas a la garita el agente (del INM) te pregunta: ‘¿Cómo vas?’ Tu le respondes ‘Bien, voy libre’; o ‘llevo uno, dos’. Y le das su parte para que te deje pasar”, explica Gerónimo.
“Tengo compañeros que han tenido problemas y son detenidos. Aunque generalmente terminas negociando que te dejen libre si lo que transportas son pollos... Yo no sé de ningún chofer que este preso porque lo agarraron los migras. Los que han caído en la cárcel es porque se meten a llevar droga, eso es peligroso”.
Refiere que hay códigos inviolables que deben respetar los choferes, como el garantizar la llegada de cada inmigrante al destino pactado, “porque si los agentes (del INM) te quitan uno, el pollero no te vuelve a dar gente”.
Ser sincero al informar a los agentes migratorios la cantidad de personas que transportan es otra regla. “Si por no querer darles su parte, mientes declarando que llevas menos, se enojan y te detienen hasta que les das más dinero”, narra Gerónimo.
El INM se depura
La masacre de 72 inmigrantes ocurrida en agosto de 2010 en la ciudad de San Fernando, en el estado de Tamaulipas y las denuncias reiteras por parte de los inmigrantes y defensores de los derechos humanos sobre la complicidad de funcionarios del INM con grupos dedicados a la delincuencia organizada que trafica personas, obligaron a esta institución ha anunciar un proceso de depuración público.
El comisionado del INM, Salvador Beltrán del Río, y el secretario de Gobernación, Fernando Blake Mora, informaron recientemente que, como parte de este proceso, el personal del Instituto, entre ellos delegados de diversas entidades, fue cambiado de sedes.
El resto de los trabajadores del INM, unos cinco mil, están siendo sometidos a exámenes para el control de confianza, y al momento 200 han sido cesados, y 40 enfrentan procesos penales.
El proyecto del INM también contempla combatir la corrupción, mejorando las condiciones laborales de los agentes, quienes ganan entre ocho y once mil pesos mensuales.