Callejón de Manzanares, el escenario de la esclavitud sexual en el DF
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CIUDAD DE MÉXICO (CNNMéxico) — La esclavitud sexual en un callejón del centro de la Ciudad de México fue la realidad que mujeres y niñas encontraron detrás de falsas promesas de amor.
El Segundo Callejón de Manzanares era, hasta mayo, una pasarela donde diario mujeres eran obligadas a desfilar en círculo vistiendo minifaldas durante 12 horas para mostrarse a clientela masculina en busca de sexo.
Detrás de ese servicio sexual operaba una red de trata de personas dirigida desde hace 30 años por los hermanos Manuel y Armando Rodríguez Mejía, la cual enganchaba a las mujeres en seis estados de la República Mexicana.
“Claro (que es esclavitud), porque estaban sometidas a esa actividad mediante el amago, la amenaza, el temor frecuente de que los tratantes les hicieran daño a ellas, a su familia e inclusive a sus hijos.
Juana Camila Bautista, fiscal para Delitos Sexuales de la Procuraduría General de Justicia del DF (PGJDF), explica que uno de los hermanos las golpeaba cuando no entregaban las cuotas o las amenazaban con no volver a ver a sus hijos.
La noche del 21 de mayo, la PGJDF detuvo a Manuel Rodríguez Mejía y a seis cómplices en un operativo en el inmueble del callejón utilizado para las relaciones sexuales, donde rescató a 62 mujeres.
Los Rodríguez Mejía tenían el lugar, la denominada Pasarela de Manzanares, acondicionado para un servicio que no les generara mayores costos: un piso dividido en 39 cubículos de 1.20 metros de ancho por dos metros de largo.
Jóvenes en busca de amor
Una vez realizada la selección tras el desfile, cliente y mujer entraban a un cubículo para tener relaciones en una colchoneta sobre una base de cemento, con una cortina como una puerta, y un cesto de plástico para desechar preservativos y papel higiénico.
Atrás, en un estrecho patio, las mujeres recibían alimentos en mesas y sillas de plástico.
La PGJDF encontró que dos de las víctimas tienen 13 y 15 años mientras que la mayoría de las otras 60 son de 18, 19 y 20 años, y una de 40 años. Son originarias de los estados de Oaxaca, Chiapas, Morelos, San Luis Potosí, Veracruz y Guerrero.
En entrevista con CNNMéxico, Bautista indica que todas las mujeres llegaron a la esclavitud sexual engañadas por cómplices de los líderes de la red que operan en esos estados.
Las ubicaron en plazas y después de hacerse sus amigos, las enamoraron y ofrecían matrimonio y una mejor vida a la que llevaban en sus lugares de origen.
“Son de un estrato económico bastante bajo, de igual forma la preparación es de primaria, otras secundaria, algunas no saben leer ni escribir”, señala la fiscal.
De la ilusión del amor, las víctimas se encontraron con una vida de explotación sexual en el callejón de cuatro metros de ancho y unos 150 metros de largo, ubicado entre las calles de Corregidora y Manzanares, en pleno casco histórico de la capital mexicana.
A cuatro cuadras del Palacio Nacional, el callejón es casi imperceptible desde esas calles, pues su acceso por Corregidora lo cubre un puesto de tacos de guisado, y por Manzanares un puesto de películas pirata. Ahora luce vacío; sin embargo, hasta el día del operativo alrededor de la Pasarela de Manzanares había puestos que vendían cervezas y licor a los clientes.
Intensa jornada
Por 100 pesos, los hombres, en su mayoría de entre 50 y 60 años, accedían a sexo sin que la mujer se despojara de su blusa; si el cliente quería un desnudo total, caricias o besos, las cuotas subían de 150 pesos a 300 pesos.
“Hay historias de verdad estremecedoras, las chicas cuando están en su periodo menstrual las obligan a que se introduzcan una esponja mojada de vinagre para que les pare el flujo sanguíneo y sigan trabajando”, indica Bautista.
Las víctimas tenían un promedio de 20 relaciones al día, y algunas llegaban a sostener más de 30; sin embargo, no veían ninguna ganancia para ellas. Todo el dinero debían entregarlo a los lenones.
La red les exigía cubrir cuotas diarias que podían ir de los 1,700 a los 6,000 pesos, a reserva de no ser golpeadas o encerradas sin alimentos en las habitaciones de los hoteles aledaños donde pernoctaban.
“Ellas hasta eran rigurosamente revisadas de ropa, zapatos, bolsa, para que no se quedaran con un peso”, agrega Bautista.
La mayoría de las mujeres perdieron durante su explotación contacto con su familia, ajena a la actividad que realizaban en el DF.
Las redes de la capital mexicana
Según un reciente informe de la Comisión de Derechos Humanos del DF (CDHDF), unas 10,000 mujeres son víctimas de tráfico humano y explotación sexual en la capital del país.
Ubicado en la zona conocida como La Merced, caracterizada por la oferta de prostitución en sus calles, el Callejón de Manzanares era uno de los puntos más críticos de esa explotación sexual. Incluso días antes del operativo la Asamblea Legislativa del DF había exigido a la PGJDF actuar allí.
La fiscal menciona que dentro de las investigaciones que llevan contra la trata de mujeres han encontrado que la mayoría de los lenones son originarios de los estados de Tlaxcala y Puebla.
Los delincuentes generalmente llevan a sus familias en esos estados a los hijos de las víctimas, algunos procreados con los propios tratantes, para retenerlos como medida de presión para obligarlas a continuar sirviéndoles.
Los hermanos Rodríguez Mejía tenían unos 20 cómplices y son considerados por la PGJDF como la red más poderosa de la zona.
En julio de 2010 la fiscalía había realizado un operativo en su contra en otra pasarela que operaban en el Callejón de Puente de Santo Tomás, a unas calles de Manzanares.
Mientras Armando está prófugo, Manuel Rodríguez Mejía y sus seis cómplices detenidos se encuentran bajo arraigo de la PGJDF, indagados por los delitos de trata de personas, lenocinio, corrupción de menores y delincuencia organizada.
Las dos menores, originarias de Oaxaca y San Luis Potosí, y dos mujeres más rescatadas en el operativo, se encuentran bajo protección de las autoridades, mientras que el resto decidió regresar a sus estados, explica Bautista.