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"México necesita presión social para concretar reformas": Carlos Elizondo

Los ciudadanos han tolerado un régimen de escasa competencia que ha generado un "crecimiento mediocre", según el académico Carlos Elizondo
lun 01 agosto 2011 07:20 AM
Carlos Elizondo
Carlos Elizondo Carlos Elizondo

Los ciudadanos son corresponsables del escaso desarrollo de México, pues “no han sido capaces de presionar” a gobernantes, legisladores y funcionarios públicos para que lleven a cabo las reformas que permitan generar un mayor crecimiento económico y bienestar social, advirtió el académico Carlos Elizondo Mayer-Serra.

Doctor en Ciencia Política, Elizondo sostuvo que México posee un conjunto de reglas que impiden o desalientan la competencia en sectores como la energía o las telecomunicaciones, lo que deriva en que existan pocas opciones para los consumidores, y en que estos deban tolerar bienes y servicios de mala calidad y de alto costo en comparación con otras naciones. El politólogo expone esas ideas en su reciente libro Por eso estamos como estamos. La economía política de un crecimiento mediocre (editorial Debate).

El marco institucional del país, explicó en entrevista para CNNMéxico, fue construido al término de la Revolución Mexicana por los políticos que después se agruparon en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México durante 71 años y que —de acuerdo con las encuestas— es el mejor posicionado de cara a las elecciones presidenciales de 2012.

“¿Cuál fue la lógica? Vamos a organizar el país en corporaciones y vamos a darle a cada una cierta autonomía, pero yo gobierno, yo presidente, voy a asignar ciertos beneficios a distintos grupos con cierta discrecionalidad. Eso, desde el punto de vista político, daba mucho control; desde el punto de vista fiscal, acabó siendo muy caro, y desde el punto de vista económico, funcionó mientras el desarrollo requería una industrialización muy básica”, dijo.

Algunos de los beneficiados de ese arreglo corporativo, según el académico, fueron los empresarios que durante años fueron protegidos por el gobierno de la competencia de compañías extranjeras; los sindicatos públicos que obtuvieron condiciones laborales favorables para sus trabajadores sin someterse a evaluaciones de productividad ni rendir cuentas, así como instituciones públicas que pueden ser ineficientes sin quebrar porque el Estado les brinda recursos.

“Si seguimos con estas instituciones que nos causan un crecimiento mediocre es porque hay ganadores”, dijo Elizondo. “(Ese problema) también es culpa de los ciudadanos; los ciudadanos no presionamos, no nos enojamos todo lo que nos deberíamos enojar por esta mala calidad de los bienes y servicios públicos. Protestamos cuando nos afecta directa e inmediatamente una cosa, pero no nos escandaliza cuando vemos abusos de todos tipos en funcionarios públicos, en políticos, que no tienen la presión social que merecerían y por eso se salen con la suya”.

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En el sector privado, ejemplificó, existen pocas empresas de telefonía, que tienen precios altos respecto de otros países. En áreas del sector público como la energía, la situación es “peor” porque el usuario no tiene una alternativa a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) o a Petróleos Mexicanos (Pemex) . En servicios como la educación o la salud, las personas que tienen recursos prefieren adquirirlos con particulares dada la mala calidad de las opciones estatales.

“No sólo sufrimos como consumidores, sino sufrimos con una economía que crece menos y con menos empleo”, porque las empresas tienen que gastar recursos en servicios deficientes —en electricidad, combustibles o telecomunicaciones— y, sin competencia, carecen de incentivos para innovar o ser más productivas, dijo Elizondo, profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). “A final de cuentas, el costo mayor es una economía con crecimiento mediocre”.

Los ejemplos del mundo

China representa “el caso más dramático” de los beneficios que implica abrir la economía a la competencia, según Elizondo. Tras la muerte de Mao Tse-tung —quien promovió el principio del Estado como único rector de la economía en el país—, el líder Deng Xiaoping emprendió reformas hacia la apertura económica a fines de la década de 1970.

“Algunos sectores mantienen restricciones, pero en casi todos hay competencia. China optó por tener empresas petroleras públicas, pero tiene varias, las pone a competir”, dijo. “(En México) no tenemos un parámetro para saber si Pemex podría ser mejor”.

Otro ejemplo de los cambios generados por la competencia es la petrolera brasileña Petrobras, que después de ser una empresa “anquilosada, con malos procesos productivos”, logró disciplinarse, ser competitiva y rendir cuentas sobre su operación.

El académico señaló que en ambos países el resultado del fomento a la competencia ha sido la expansión de la clase media, que en México representa a 32% de las familias . Pero en ese proceso de ascenso social y desarrollo económico nacional entra en juego otro factor: la educación.

“Lo que permite destacar en China a un ciudadano común y corriente es su nivel educativo. Los papás lo saben, invierten una gran cantidad de recursos, 30% o 40% de su ingreso, en educar a sus hijos. En México, gastamos como Estado mucho, como sociedad menos, pero además somos muy conformistas con la educación que tenemos, nos bastan los títulos, no nos preocupa la calidad”, dijo.

El llamado al Congreso

Abrir la economía a la competencia, sostuvo el académico, no implica que el Estado deje de participar en ella. Por el contrario, en el sector privado se requieren órganos reguladores con la capacidad de “disciplinar” a empresas que incurran en faltas como realizar prácticas monopólicas.

Afirmó que para impulsar reformas en la materia se necesita mayor presión social frente al gobierno y las cámaras del Congreso de la Unión para que hagan frente a los grupos que se oponen a cambios, así como exigir una mayor apertura dentro de la política.

Los políticos, consideró, también suelen ser reacios a la competencia, lo que se refleja en el rechazo de algunos de ellos a la reelección o a que se creen candidaturas ciudadanas, a pesar de que esas medidas darían a la sociedad más posibilidad de evaluar a sus gobernantes o de participar en la toma de decisiones. Otros, sin embargo, desean concretar las reformas pendientes, pero “les falta convencer a sus correligionarios”.

Al cierre de este texto, el Congreso discute si convoca o no a un periodo extraordinario de sesiones, a fin de que la Cámara de Diputados apruebe iniciativas en materia de política, seguridad y empleo , que ya fueron avaladas por el Senado. Si el Poder Legislativo determina no llamar a un periodo extra, los temas serán discutidos hasta el próximo periodo ordinario, que comienza el 1 de septiembre.

“Es posible convertirse en un país desarrollado”, dijo Elizondo. “México podría entrar a esa senda: tiene una estructura social adecuada, muchos jóvenes en edad de trabajar, una serie de empresas de clase mundial gracias a la apertura comercial, hizo un tránsito hacia la democracia… No hay por qué perder más tiempo”.

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