El Dalai Lama llama a los medios a servir a las sociedades democráticas

Bastaron 180 segundos para que la sonrisa y el carisma del Dalai Lama conquistaran al que quizá sería el más crítico y analítico de los grupos con que se reunirá en esta, su tercera visita a México.
La espera, para algunos de casi dos horas, por el personaje que viajaba de la ciudad de Monterrey, Nuevo León, hacia la capital del país quedó en el olvido apenas apareció por la parte posterior del salón de uno de los hoteles más exclusivos de la Ciudad de México, donde se realizó una concurrida conferencia de prensa.
La figura del líder espiritual de los tibetanos, ataviada con el característico hábito guinda y amarillo, destacaba entre los trajes oscuros de la veintena de agentes de seguridad, todos del Estado Mayor Presidencial, que le protegían. Pero el contraste no sólo era por lo colorido. Lo más evidente fueron la tranquilidad y la afabilidad que emanan de él.
Decidido, sonriente, subió al podio y se adueñó del micrófono. Preguntó por su intérprete o que si su ausencia era debido a que todo su auditorio comprendía el inglés. El presidente de Casa Tíbet México, Marco Antonio Karam, se ofreció entonces a traducir lo que sería su presentación.
En ese espacio, el décimocuarto Dalai Lama compartió sus dos compromisos. El primero, andar por la vida con un corazón cálido que permita tocar y abrir más corazones, mereció una breve explicación que el Dalai Lama concluyó con la pregunta: "¿Qué es lo que ustedes piensan? Si tienen alguna reserva al respecto, más tarde la podemos discutir".
La invitación fue saludada con risas empáticas, que permitieron que el Dalai Lama hiciera una invitación especial a los periodistas: "deben desarrollar una nariz muy larga, como si fuera una de elefante, para que puedan olfatear no solamente enfrente sino atrás lo que está sucediendo realmente.
"Así deben informar al público, tratando de ser honestos, veraces y carentes de desviaciones, sobre todo tomando en cuenta que este es un país democrático, la gente es -ulteriormente- la verdadera jefa del país; por tanto ustedes deben informar a sus jefes cuál es la realidad".
La sesión de preguntas y respuestas, la mayoría de ellas enfocadas a la inseguridad que vive México , a la violencia mundial y al reto de las futuras generaciones, transcurrió de manera veloz. Los 46 minutos de duración pasaron casi sin sentirse. Salvo las risas y la presencia de un monje de hábito café, quien emocionado se postró a los pies del Dalai Lama cuando éste le pidió acercarse, no hubo distractores.
El Dalai Lama se despidió de mano de algunos de los asistentes y, al alejarse para dejar el lugar, quedó rodeado por reporteros gráficos y camárografos que querían más información.
Tenzin Gyatso, nombre del líder tibetano, ni se inmutó y compartió con toda amabilidad algunos minutos más antes de abandonar el salón en el que "se respiraba otro ambiente", según comentaban algunos de los representantes de organizaciones civiles y patrocinadores de la visita que acudieron a la cita.