Con apoyo de indígenas y migrantes, la caravana de Sicilia crece en Oaxaca
Después de recorrer más de 1,500 kilómetros desde la Ciudad de México, a la Caravana del Sur se han sumado 15 autobuses y varios vehículos particulares, que suman casi dos kilómetros de largo.
La caravana fue recibida antes de su llegada a Juchitán, Oaxaca, en un breve acto por el sacerdote Arturo Lara Reyes, obispo de Tehuantepec, rodeado de mujeres vestidas con trajes tradicionales zapotecos.
Durante un acto en el zócalo de la ciudad, algunos de los manifestantes criticaron la corrupción de la clase política municipal. Acusaron que cada tres años, en el cambio del gobierno municipal, "se han llevado patrullas, motocicletas, maquinaria, equipos y muebles y hay que empezar de nuevo".
Roberto López Rosado, un líder vecinal de la zona, encabezó un bloqueo a la caravana horas antes buscando una entrevista privada con Javier Sicilia, el líder de la manifestación por la paz.
El sacerdote Alejandro Solalinde, defensor de migrantes en el estado, reprobó el bloqueo y encaró a López Rosado diciéndole que no eran la forma adecuada de recibir a la caravana.
La caravana de paz marchó con migrantes, y puso una mesa de registro de víctimas para dar la palabra a los testimonios.
"El Estado es una ficción que no tiene sentimientos. El Estado no tiene madre. Sea usted bienvenido al sur, señor Javier Sicilia" fueron las palabras que recibieron al poeta y a las víctimas. "Vivimos en un país de sangre, dolor e impunidad", aseguraron los oaxaqueños que recibieron a los miembros de la caravana.
Alejandro Solalinde preguntó al micrófono: "¿nuestro país está violentado o no? ¿No les parece que ya es mucha violencia? En nosotros está buscar el modo de ser más hermano".
"Yo no veo cosas muy buenas para el año que entra. Necesitamos ir dejando todas las formas de violencia para que no sigamos violentando. Tenemos que luchar por una sociedad verdaderamente igualitaria”, aseguró Solalinde, quien hace casi un mes lideró una marcha por los derechos de migrantes violentados.
"Ustedes se están encaminando al sur, lleno de riqueza cultural, de pueblos indígenas, pero también de migrantes", dijo.
Entre las denuncias planteadas a la caravana por la paz estuvieron algunas de personas de otros estados de México.
Amanda Puentes narró la desaparición forzada de su esposo a manos de policías hace dos años en Monterrey. Solo uno de los policías sospechosos está arraigado. "Extraño que me abrace. Extraño los malos chistes con los que nos reíamos", lamentó la mujer.
Guillermo Nava, un habitante del Estado de México cuyo hijo fue asesinado en agosto pasado tras denunciar expendios de drogas en la entidad, denunció el incidente en que murió su hijo como un “crimen doloso”. Nava atribuyó el crimen de su hijo a la “negligencia del señor Peña Nieto (gobernador del estado)”, gobernador del estado
"También mataron a mi esposa, dejándola morir de dolor", dijo Nava.
Otra denuncia, la de una mujer cuyo esposo fue detenido, fue presentada en lengua zapoteca, originaria de la región. Los asistentes corearon en varias ocasiones la consigna: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.
La Caravana del Sur acudió la tarde del lunes al penal de Ixcotel , en Santa Lucía del Camino, para intentar visitar a presos por motivos políticos de San Agustín Loxicha.
El intento de visita se frustró debido a que el director de la prisión mostró una carta en la que supuestamente los presos rechazaban el ingreso de la caravana.
Las actividades en Oaxaca forman parte de un recorrido contra el crimen organizado que partió de la Ciudad de México y llegará hasta Chiapas, donde se prevé que se reúna con representantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), un grupo que se levantó en armas en 1994 para exigir el cumplimiento de los derechos de los indígenas.
La caravana es la tercera marcha liderada por el poeta Javier Sicilia, después de una primera realizada de Cuernavaca, Morelos, a la Ciudad de México, y de una segunda marcha hacia el norte que terminó en Ciudad Juárez, considerada la urbe más violenta de México.
Javier Sicilia se convirtió en activista por los derechos de las víctimas del crimen organizado tras el asesinato de su hijo en marzo pasado en el estado de Morelos. El movimiento de Sicilia lo ha llevado a dialogar con el presidente Felipe Calderón y con miembros del Congreso, además de otros afectados por el clima de violencia en el país.