'Heridos del Royale me pedían rescatar a familiares y amigos': paramédico
El pasado 25 de agosto Rafael Aguilar subió a la ambulancia número 32 de la Cruz Roja Mexicana, delegación Monterrey, para ofrecer sus servicios como paramédico en el casino Royale. Pensó que el trabajo sería rutinario, pero no lo fue: 52 personas murieron y 10 más resultaron heridas por quemaduras o intoxicación.
“Fue algo muy doloroso para todos”, recuerda el paramédico de 37 años, “(los heridos) iban acompañados de familiares o amigos. Decían que tenían gente adentro (del casino). Se ingresó como se pudo, para rescatar la mayor cantidad de gente posible”.
Aguilar atendió a dos personas intoxicadas y también ayudó a la recuperación de cuerpos hasta la medianoche de ese día, entre ellos, el de una mujer con ocho meses de embarazo. El incendio del Royale es el evento más impactante en su carrera de ocho años como paramédico.
“La vivencia, el momento de estar ahí con la gente, de estar en la escena, es algo que nunca se me va a olvidar”, señala el padre de familia, a más de un mes de la tragedia.
El incendio, sin embargo, le recordó la razón por la que eligió su carrera , que lo ha apartado de momentos importantes con su esposa e hijos de 11 y 12 años, como vacaciones y fiestas navideñas.
“Me nace naturalmente ayudar a la gente”, dice Aguilar con una sonrisa. Su vocación la descubrió hace más de una década, mientras trabajaba como ejecutivo en un banco comercial y se enroló como voluntario en el grupo nocturno de rescate de la empresa, donde permaneció dos años.
En esa época presenció un accidente vehicular al poniente de Monterrey, donde atendió a cuatro miembros de una familia mientras llegaban los servicios de emergencia. Entre ellos había un menor de cuatro años.
Ese, cuenta, fue el evento que lo impulsó a trabajar de tiempo completo al servicio de la comunidad.
De voluntario a héroe comunitario
Después del voluntariado de dos años, Aguilar trabajó durante cuatro más en Protección Civil de Nuevo León. Los últimos dos los ha desempeñado como paramédico.
Cinco días a la semana, Aguilar se despierta poco antes de las 4 de la mañana, almuerza, se despide de su familia y emprende un viaje a la delegación Monterrey de la Cruz Roja Mexicana. Ahí revisa su equipo y se prepara para una jornada de trabajo, que puede incluir entre uno y diez servicios diarios.
“Al principio a mí esposa no le gustó que anduviera en este ramo porque uno se arriesga, pero es el deber de uno: ayudar a la gente ”, confiesa.
Después de un día de trabajo y estrés, regresa a su casa para convivir con su familia, leer y, en especial, escuchar música clásica. “Me tranquiliza”, dice con sosiego.