El helicóptero de Blake estuvo a unos metros de evitar el impacto
Si hubiera volado 200 pies (60 metros) más alto o 300 metros más al sur, el helicóptero en el que volaba el secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora, no se hubiese estrellado. Las razones por las que el piloto se dirigió a más de 200 kilómetros por hora contra la tierra firme, sin abrir el tren de aterrizaje, siguen siendo un misterio.
El secretario de Comunicaciones y Transportes, Dionisio Pérez Jácome, y el equipo responsable de las investigaciones guiaron a periodistas por un recorrido en el lugar del accidente del Eurocopter AS332 L1 Súper Puma, en el que fallecieron Blake Mora , tres de sus colaboradores y cuatro miembros de la tripulación, el pasado 11 de noviembre.
La zona, ubicada en el Cerro de Ayaqueme, en el Estado de México, está a unos 27 kilómetros del aeropuerto de la Ciudad de México.
El Cerro de Ayaqueme es un monte de terreno húmedo desnivelado, poblado de matorral bajo y árboles poco frondosos, a donde los investigadores acuden en helicóptero.
El área está acotada por una banda plástica amarilla en la que se lee “escena del crimen”. Conos rojos o banderitas dispersos señalan los lugares donde se encontraron piezas del helicóptero, en una extensión de 150 metros de largo y unos 50 de ancho, flanqueada por soldados.
Los grupos de investigadores tienen algunas conclusiones después del mapeo de la zona: “La nave venía en condiciones íntegras hasta el momento del impacto”, dijo el capitán Gilberto López Meyer, director de Aeropuertos y Servicios Auxiliares.
Ninguna pieza del equipo se cayó antes del choque. Los rotores giraban a toda velocidad y los tanques de gasolina estaban intactos; se descartó la hipótesis de que hubo un incendio. Dos troncos de pino carbonizados que hay en la zona quedaron así después de un incendio hace unos años. Incluso, uno de ellos tiene brotes jóvenes en sus ramas.
Una hipótesis sobre por qué el helicóptero mantuvo el rumbo es que una capa de nubes impidió al capitán ver que se dirigía contra el suelo , “aunque por protocolo no se descartará ninguna línea de investigación”, dijo López Meyer.
El reporte metereológico del Aeropuerto de la Ciudad de México, a 17 millas (27.3 km) de distancia y a 7,400 pies (2,255.5 metros) sobre el nivel del mar, indicó a las 9 de la mañana del 11 de noviembre que había 2,000 pies (609.6 m) de distancia del suelo a las nubes.
“Las nubes posiblemente tocaban algunas partes del cerro”, dijo Rodolfo Olivares, director adjunto de Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano.
Vuelo visual
El helicóptero seguía reglas de vuelo visual, que exigen al piloto tener una visibilidad de al menos una milla (1.6 km) en todo momento.
“Los pilotos deben seguir estrictamente estas reglas”, dijo Olivares. Para casos de baja visibilidad, el helicóptero cuenta con dos altímetros, que debieron indicar a él o al copiloto que estaban a punto de tocar tierra. Se ignora por qué siguieron de frente.
El panel de instrumentos chocó frontalmente, por lo que se encuentra destruido. Los investigadores tratarán de recomponerlo.
El golpe del helicóptero puede observarse a partir de los restos : primero, las aspas rozaron las ramas de algunos árboles. A continuación, la cabina segó tres árboles alineados, para caer sobre el suelo, seguir un momento de torsión en el que se desprendió la cola, y avanzar, con los rotores a toda velocidad, mientras perdía el tren de aterrizaje derecho, la batería, y sus aspas dejaban su huella en el tronco de un árbol, hasta detenerse 150 metros más arriba, donde se fracturó un tanque de gasolina, cuyo olor se percibe en la zona a cinco días del accidente. De este tanque, los investigadores tomaron tres litros, para analizar el combustible.
Una vez concluido el mapeo y fotografiadas las piezas, todas serán trasladadas para evitar que las lluvias las deterioren y proseguir la investigación, que se dividirá en cinco equipos: operaciones, aeronavegabilidad, meteorología y tránsito aéreo, factores humanos y medicina forense.
En estas investigaciones participan 16 expertos, siete de aeronáutica de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, tres de la empresa Eurocopter, uno del fabricante del motor, tres de aeronáutica internacional y dos extranjeros expertos en accidentes.
Desde el aire puede verse el valle de Cuernavaca, al que tenía acceso el helicóptero con solo haber hecho la misma operación 300 metros a la derecha o 200 metros más arriba, sin nubes.