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Las mujeres tienen los rasgos para ser activistas: defensora de derechos

Lucha Castro asegura que las mujeres tienen una tendencia a vivir por otros y a terminar con las relaciones jerárquicas de poder
mié 07 marzo 2012 07:55 AM
activista lucha castro
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Nota del editor: CNNMéxico realiza una serie de entrevistas con ocho mujeres destacadas en distintos ámbitos en México, a quienes se les invitó a reflexionar sobre la vigencia del movimiento feminista en el año 2012. Ésta es la séptima de ocho entregas.

(CNNMéxico) — Capacidad de indignación, cierto grado de sacrificio personal, tendencia a acabar con las relaciones jerárquicas y dignidad. Un activista debe tener estas características, y en general, las mujeres las tienen todas, dice Luz Estela Castro Rodríguez, exempresaria chihuahuense convertida en defensora de derechos humanos hace más de 15 años.

"La formación de las mujeres con tendencia a vivir para los otros hace más factible su inclinación a esta opción de vida", comenta en entrevista con CNNMéxico, con motivo del Día Internacional de la Mujer.

Un activista está obligado a terminar con las relaciones jerárquicas de poder sobre otros seres humanos, y las mujeres manejan mejor esta opción, asegura Lucha, como prefiere que la llamen.

Ella ingresó al mundo del activismo de alguna forma por su madre y sus tres hermanas. Es abogada, por lo que le pidieron que investigara qué hacer ante la quiebra familiar.

Su padre, un empresario de clase media alta, había tenido que vender sus propiedades para pagar deudas con los bancos, durante la crisis de los años 90.

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“Murió pensando que había perdido su patrimonio a causa de su vejez e incapacidad, no lo relacionó con una cuestión social”, recuerda Lucha, quien solía manejar una empresa de excavación de pozos de agua antes de convertirse en activista.

La defensa del patrimonio de su familia la llevó a conocer casos de otras personas que perdían sus casas por decisiones “legales pero injustas”, y a involucrarse en la defensa del derecho a la vivienda, recuerda.

Su siguiente paso en el activismo lo dio cuando madres de víctimas de feminicidios en Chihuahua comenzaron a acercarse a ella para pedir ayuda. Necesitaban asesoría legal y visibilizar el problema.

En el 2005, Lucha cofundó el Centro de Derechos Humanos de las Mujeres, el cual previene y documenta agresiones contra mujeres.

Dos años después comenzaron a llegar al centro para pedir ayuda mujeres afectadas por un fenómeno nuevo: madres, esposas e hijas de hombres desaparecidos o muertos a causa de la ola de violencia por los enfrentamientos entre el crimen organizado y el gobierno federal.

“El centro no había sido fundado para atender esos problemas pero ni modo que les dijéramos que se fueran”, recuerda.

El sacrificio del activista

La Asociación Pro Derechos Humanos de las Mujeres de España entregó a Lucha el Premio Internacional del Año 2012.

Su hijo de 22 años le escribió una carta para felicitarla. En ella describe la transformación que vio en su madre mientras se convertía en activista. Cuenta que pasó de ser una mujer “excesivamente alegre, sin preocupaciones mayores que la felicidad de sus hijos y hermanas” a una “incapaz de ver una película de acción con Bruce Willis sin taparse los ojos 'por ser muy violenta'".

Antes, Lucha tenía miedo de viajar en avión; ahora tiene más millas que toda la familia junta y un smarthphone que no para de sonar, cuenta su hijo.

Uno de los mayores "sacrificios personales" que debe hacer como defensora de derechos humanos, considera Lucha, es estar lejos de su familia. Por seguridad, Lucha vive entre Villa Ahumada (donde nació) y Ciudad Juárez, en Chihuahua. Su hijo y sus tres hijas viven repartidos entre el sur de México y Suiza.

También debe tomar terapia de contención para manejar la información y los riesgos a los que está expuesta, explica.

Su carácter sencillo no refleja las amenazas de muerte que ha recibido. Mientras concede la entrevista en un hotel de la Ciudad de México, sonríe con facilidad, es cálida, da confianza a los extraños, pues no tiene reparos en compartir los cuentos que escribe a sus nietos para mantenerse en contacto con ellos.

La mariquita diferente, La niña que quería ser mariposa y Mi viaje a Cancún, son algunas de las historias propias que les envía por correo electrónico para que sus mamás se los lean.

El 29 de febrero cumplió 60 años. “Lo celebre con una fiesta sui géneris”, presume con sonrisa en los labios. “Yo me inventé un rito para las mujeres que llegamos a la tercera edad”.

Invitó a su familia, amigas, y defensoras de derechos humanos, a quienes les pidió que escribieran los aspectos de sí mismas que quieren conservar. Luego hubo poesía y un video autobiográfico.

Al recapitular sobre su vida, dice que su condición de mujer nunca ha sido un obstáculo para ella. Se acepta y se quiere, aunque también reconoce que un mundo patriarcal, todavía se necesita hacer doble esfuerzo.

Del movimiento feminista en México dice que aún quedan pendientes, uno de ellos, conquistar más espacios políticos.

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