Gobernación entregan pago a exbraceros en Nuevo León
Don Rubén Castillo Castillo, campesino mexicano originario del ejido “Tanque Nuevo” Zacatecas, se convirtió en una víctima más de las balas que asesinaron al Presidente John F. Kennedy (JFK).
El 22 de noviembre de 1963, don Rubén se encontraba laborando con una trilladora en la pisca del algodón, bajo “un aire frío que lo atravesaba de un lado a otro”.
“Muy cerca” del lugar donde asesinaron al expresidente Kennedy, así que la empresa que lo llevó a los Estados Unidos, como parte del “Programa Bracero”, suspendió anticipadamente el contrato y lo enviaron de regreso a México.
Regresó con “poquitos dólares”, prácticamente como se fue, ya que era muy joven y se gastaba todo lo que ganaba en “andar pa’ arriba y pa’ abajo”.
Don Rubén Castillo, de 71 años de edad, acudió este domingo a una ceremonia donde se le entregó una tarjeta con 38 mil pesos de saldo que el Congreso mexicano presupuestó como parte del “apoyo social” para más de 149,000 exbraceros.
Nació en el ejido Tanque Nuevo, del municipio de San Salvador, Zacatecas, y cuando tenía alrededor de 19 años fueron a reclutarlo para que se fuera a la “pizca del pepino en el estado de Michigan”, como parte del “Programa Bracero”.
Desde que Adolfo Hitler invadió a Polonia, en septiembre de 1939, el presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt comenzó a reorientar la economía para fabricar material para la guerra.
Después del ataque a Pearl Harbor, todos los hombres en edad madura fueron llamados a las filas para combatir a los japoneses y el campo prácticamente se quedó abandonado.
Para remediar la situación del sector agrícola, que ya estaba afectado por la economía de guerra, el gobierno de Roosevelt firmó con su homólogo Manuel Ávila Camacho el “Programa Bracero”, el 4 de agosto de 1942.
El proyecto duró de 1942 a 1964 y bajo su amparo alrededor de cinco millones de mexicanos fueran a laborar en los campos de los Estados Unidos.
Los campesinos fueron reclutados en zonas agrícolas rurales de estados como Coahuila, Durango, Chihuahua y Zacatecas, entre otros.
El gobierno de los Estados Unidos les retuvo a los campesinos el 10% de su salario como parte de un fondo de ahorro, y al terminar el programa bracero esos recursos se mandaron al gobierno mexicano, pero nunca llegaron a los campesinos.
Desde el 2005 el Congreso de la Unión acordó regresar 38,000 pesos a los ex braceros o sus familiares que pudieran demostrar que laboraron en ese programa.
A la fecha, el gobierno federal han entregado 38,000 pesos a 108,000 ex braceros o sus familiares, y se tiene contemplado entregar esos recursos a más de 18,000 para el mes de mayo, informó este domingo Obdulio Ávila Mayo, subsecretario de Gobernación.
Don Rubén Castillo acudió al Parque Fundindora de Monterrey, con dos de sus ocho hijos, a la ceremonia donde recibió una tarjeta con los recursos.
“Me fui dos veces a los Estados Unidos, primero a la pizca del pepino a Michigan”, recordó don Rubén.
Mencionó que llegaron a invitar a los campesinos del ejido Tanque Nuevo para trabajar en el Programa Bracero. Se fue en un camión con alrededor de 40 hombres más.
Al cruzar la frontera los desnudaban para revisarlos, bañaban e incluso los fumigaban antes de partir a las regiones agrícolas.
Don Rubén mencionó que los dos contratos que firmó fueron por 45 días, pero no recuerda cuánto le pagaban la hora.
La segunda ocasión se fue a laborar a la pizca del algodón en “Lobo”, Texas. Ahí escuchó que habían “matado al presidente JFK”, pero que “no los llevaron a verlo”.
Debido al magnicidio, la empresa suspendió anticipadamente el contrato y regresó al grupo a México.
Uno de sus compañeros, igual de joven e impetuoso que él, le propuso que huyeran y se fueran a trabajar a Chicago, pero don Rubén se negó. “Si no yo estuviera allá”, remembró.
Regresó prácticamente sin dólares, ya que todo se lo gastaba y no ahorraba. “Los mayores no gastaban en nada”. No se compraban ni una camisa, regresaban con la ropa con la que se fueron, dice.
Pero como él era muy joven y “se andaba divirtiendo de arriba pa’ abajo” regresó a su a su ejido con “muy poquitos dólares”.
Alrededor de 50 años después, el gobierno les hace justicia a estos trabajadores que “fueron ejemplo de vida” y ahora que recibió 38,000 pesos, don Rubén dice que les “va hacer un cuartito a sus muchachos”, ya que a pesar de que son grandes, sus ocho hijos aún viven con él.