Nota del Editor: Teresa Márquez es comunicóloga y antropóloga. Profesora de tiempo completo del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana. Ha observado las movilizaciones del Movimiento #YoSoy132
(CNNMéxico)— El movimiento #YoSoy132 tuvo un inicio que, desde mi punto de vista, fue narrativa y visualmente mediático, después de la visita del candidato Enrique Peña Nieto a la Universidad Iberoamericana.
Creo que los equipos de campaña y de seguridad del candidato mostraron que son mejores lidiando con la violencia porresca, que con la increpación de las imágenes, de las palabras y de las cámaras de los dispositivos móviles que los jóvenes emplearon para registrar el hecho. A falta de un término que no conocían, los jóvenes
Ese hecho sirvió para establecer que solo podemos reconocer aquello para lo cual tenemos etiquetas, es decir, categorías que ya conocemos. Aprender o construir nuevas categorías, y actuar en consecuencia, es una tarea difícil porque pasa por reconocer que el mundo, tal como lo conocíamos, ha cambiado.
Aunque el formato del debate buscó ser interactivo y dinámico, y capturar la espontaneidad del movimiento en un marco de objetividad e igualdad de condiciones para los candidatos —prueba de ello fueron las preguntas sorteadas por letras en la primera parte del debate y la participación remota de estudiantes de diversas universidades—, los candidatos se acoplaron mal a enunciados directos y a réplicas que pedían un cómo.
Dicho de otra manera, las preguntas no eran ideológicas, y por tanto no buscaban discursos. Las preguntas eran metodológicas y buscaban respuestas concretas.
El tiempo que tenían los candidatos para responder —2.5 min y 30 segundos en la réplica— no iba acorde a lo que están acostumbrados los políticos, lo que los llevó incluso a repetir ideas o intenciones.
El tipo de preguntas a las que están acostumbrados los candidatos, les impidió, desde mi punto de vista, entender los cuestionamientos, y al moderador en turno. Y es que vale la pena recordar que Andrés Manuel López Obrador, Josefina Vázquez Mota y Gabriel Quadri no le hablaban a las grandes masas, o a quienes acuden a los mítines o a las audiencia de los medios masivos, sino a una audiencia limitada: a los jóvenes
Algunos medios no quisieron entender que 'NO' es 'NO'. Que el debate iba a usar plataformas distintas a las tradicionales, como Google y YouTube, y que era un debate enunciado por ellos y para ellos. Por lo tanto, iban a usar sus propios medios de enunciación. "Confíen en nosotros. Nacimos con Internet, vamos a hacer un debate de calidad mundial", dijo la joven Ana Rolón cuando junto con cuatro compañeros —dos del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y tres de la Universidad Iberoamericana— se acercaron a la prensa poco antes del arribo de los candidatos a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) para explicarles que no podrían grabar el encuentro con su equipo.
Finalmente, porque me parece que así lo decidieron, los jóvenes fueron ingenuos y audaces. Creo que
La inmediatez y alcance son valores relativos para ellos. No importa el "tiempo real" ni la masividad de la primera audiencia. Después de haberlos observado, creo que para ellos, lo que importa es la portabilidad del mensaje: que lo puedas descargar, retuitear, ver, editar, comentar.
La exclusividad no tiene cabida en los nuevos medios.
Probablemente
Me parece que en el debate de este martes, los propios candidatos intuyeron que estaban ante una forma distinta de dirigirse a un sector, encabezado por jóvenes, que organizó el primer debate ciudadano en México.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Teresa Márquez