El poeta Javier Sicilia encabeza Caravana por la Paz a Estados Unidos
Los teléfonos no dejan de sonar en el Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), organismo donde se afinan los últimos detalles para la Caravana por la Paz a Estados Unidos.
Este 12 de agosto Javier Sicilia junto con otros 70 miembros del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) iniciarán en San Diego, California, un mes de recorrido por más de 20 ciudades de ese país.
El propósito del viaje es que unas 40 víctimas de la lucha contra el narcotráfico dialoguen con más de 70 organizaciones no gubernamentales en Estados Unidos.
“Queremos crear la base de una red de cooperación ciudadana que nos permita incidir en las políticas binacionales. Que los ciudadanos hagamos frente a la ceguera de los políticos y sus intereses tanto en EU como en México”, afirma Sicilia.
La caravana estará en sitios que el poeta considera claves, como Los Ángeles, Phoenix, Tucson, El Paso, Laredo, Houston, Nueva Orleáns, Atlanta, Chicago o Nueva York, hasta llegar a Washington D.C. “No será fácil sortear la brecha cultural para tratar temas como la legalización de la droga, la producción y venta ilegal de armas, el trato a los migrantes, el lavado de dinero”, dice el activista.
Sin embargo, confía en que las organizaciones anfitrionas los ayudarán a crear “una narrativa que logre sensibilizar a la población estadounidense sobre estas problemáticas”.
Sicilia señala que otro factor en contra de este proyecto será el timing político, pues atraer a los medios durante la reñida campaña electoral entre el republicano Mitt Romney y el presidente demócrata Barak Obama, será complicado.
El clima político, las intensas olas de calor que han afectado a ese país este verano y las distancias a recorrer –más de 9,400 kilómetros– le merecen a Sicilia la palabra “odisea” para describir la también conocida como #CaravanaUSA.
Esta será la tercera caravana encabezada por un poeta místico que desde marzo de 2011 se ha convertido en una pieza clave de las críticas a la estrategia contra el crimen organizado encabezada por el presidente Felipe Calderón, luego de que su propio hijo fuera asesinado.
Seguidor de utopías
Cuando Javier Sicilia terminó la preparatoria, tenía el cabello largo, era vegetariano y ya se sentía atraído por la teología de la liberación y la filosofía de Gandhi. Vivió un año en una comunidad de jesuitas ubicada en “un cinturón de miseria” al sur del Distrito Federal.
“Cuando llegué ahí me di cuenta de que la idea burguesa de ayudar a los jodidos es falsa. Los pobres tienen una capacidad de autonomía de la que estamos amputados los urbanos. Ellos me enseñaron lo que es la inutilidad del intelectual”, recuerda.
Después de esa experiencia, Sicilia estaba convencido de convertirse en sacerdote y entró a un seminario jesuita. Pero su naturaleza rebelde no pudo con el voto de obediencia y además se enamoró de Cocó, que antes de casarse con Sicilia era sobrecargo; con ella tuvo a Estefanía y a Juan Francisco.
Pero antes de formar su familia, Sicilia entró a la carrera Ciencia Políticas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sin embargo, ahí se sintió oprimido por la pedagogía que se utilizaba en la década de 1970.
“Venía huyendo de los católicos y los marxistas dogmáticos son peores. Me harté y como tenía una vocación poética literaria, me fui a Letras Francesas”. Sicilia dice que encontró en la poesía ese mundo de libertad que necesitaba “lejos de lo estrecho de la ideología”.
En esa época encontró un libro del filósofo italiano Lanza de Vasto quien fundó El Arca en Francia, una comunidad laica inspirada en el ashram -un espacio aislado, dedicado al aprendizaje espiritual.
Se involucró con el tema hasta que pudo conocer. “Estuve ahí con mis dos hijos y es de las vidas comunitarias más bonitas que he conocido. Son comunidades austeras donde se busca un equilibrio entre lo que tu boca pide y lo que tu mano puede dar”, recuerda.
Regresó a México con la idea de fundar su propia arca en Cuernavaca. “Sembrábamos la tierra, hacíamos pan, teníamos la revista Ixtus, pero al final no se logró”. Aunque ya no vive en el arca, dice que procura vivir con austeridad.
Desde la década de 1990 estuvo involucarado en luchas sociales. En 1994 estuvo en Chiapas para apoyar los Acuerdos de San Andrés Larráinzar que impulsó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y en el 2000 participó activamente para evitar la destrucción de los murales y los vestigios arqueológicos del Casino de la Selva por la construcción de un supermercado en Cuernavaca, Morelos.
DIce que ha alternado su labor como periodista con las causas que defiende. Incluso firma sus columnas en la revista Proceso con una coletilla en la que enlista las causas pendientes y a la que cada día se suman más: “Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar a todos los presos de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, hacerle juicio político al exgobernador Ulises Ruiz y cambiar la estrategia de seguridad”.
El incomprendido
Antes de encabezar marchas, a Javier Sicilia ya lo acompañaba un duelo al que él llama “excavaciones”: perdió a su hermano y a sus dos sobrinas en un accidente automovilístico y, posteriormente a su hermana, por daño hepático.
Después de la muerte de su hijo, Juan Francisco, el 28 de marzo de 2011, el poeta anunció públicamente su renuncia a la palabra: “El mundo ya no es mundo de la palabra. Nos la ahogaron adentro”.
Aunque dejó de publicar poesía, la palabra siguió siendo su principal herramienta. El movimiento que encabeza, y que nació en mayo de 2011, ha congregado a personas de todo el país para contar la historia de sus pérdidas: los rostros de los muertos, desaparecidos o desplazados por la lucha contra el crimen organizado.
“Creo que nuestro principal logro fue poner a las víctimas en el centro de la política para decir estos no son daños colaterales, estas no son cifras son seres humanos”.
Además de reunir los testimonios, pudo generar un diálogo con el gobierno federal. “Haber cambiado el discurso político, el haber sentado al presidente, a los candidatos, al Legislativo a hablar de tú a tú con la ciudadanía, de cara a la nación, son cosas inéditas, son semillas que van a ir dando sus frutos en otro momento”, reflexiona.
Sin embargo, Sicilia no ha estado exento de tropiezos. Algunas de sus decisiones, como besar en la mejilla a políticos durante sus encuentros o pedir la renuncia de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública, y luego retractarse, le han acarreado fuertes críticas.
Sicilia explica: “Lo hice porque se iba a perder la sustancia del movimiento porque el problema no es un personaje –no es Calderón ni García Luna–sino la estructura corrupta en la que vivimos”.
Su actual compañera de vida, Isolda, aunque mantiene un bajo perfil, lo ha acompañado a las caravanas y lo ayuda a organizar una agenda repleta de entrevistas programadas.
A pesar de ser el fundador del movimiento y el rostro más identificable del mismo, –en 2011 apareció como Persona del año en la revista Time en el número “The Protesters”, se niega a considerarse el líder.
“La mejor forma dedestruir un movimiento es focalizarlo en una figura y casi endiosarla. Por mi boca habla el dolor de esta nación, pero no soy yo”.
Sus antecedentes teológicos y gandhianos fueron incompatibles con los candidatos durante la contienda electoral. Sicilia fue criticado por declarar que anularía su voto. Además, su lenguaje poético ha sido difícil de interpretar: “Creo que mucho se debe a que la poesía se malinterpreta o simplemente no se escucha”.
El poeta critica que no se le dio seguimiento a la narrativa que construyó el movimiento a través de los poemas que se leían en cada destino de las caravanas.
Regreso al arca
Durante 2011 Javier Sicilia y el MPJD recorrieron el país primero con la caravana a pie de Cuernavaca, Morelos al Zócalo donde se congregaron miles de personas para recibirlos. Después por los estados del norte del país hasta Ciudad Juárez y luego por el sur hasta la frontera con Guatemala. También se organizaron caravanas a Nuevo León, Michoacán, Chiapas y Sonora.
El movimiento se reunió con diputados y senadores, con el presidente Felipe Calderón e incluso con los candidatos a la presidencia en lo que se conoció como los Diálogos por la Paz en el Alcázar del Castillo de Chapultepec.
Durante este tiempo, además de viajes y reuniones también ha habido pérdidas: comuneros asesinados en Cherán, la muerte de Nepomuceno Moreno Núñez, miembro del movimiento, Don Trino y Pedro Leyva de Ostula, comuneros de Michoacán asesinados en diciembre y octubre de 2011, respectivamente.
Después de este cúmulo de experiencias Sicilia dice que se siente decepcionado: “Los políticosno tienen palabra, están rebasados por la realidad. En sus agendas, los 70,000 muertos no existen, la guerra no existe”.
Sobre todo se refiere al presidente Felipe Calderón quien aún no firma la Ley General de Víctimas que promovió el movimiento y que ya había sido aprobada en el Congreso de la Unión. Esta ley, según Sicilia, “amplia protección para víctimas del delito y de violaciones de derechos humanos; impulsa el derecho a la verdad, a la justicia, la reparación integral y la no repetición”.
El MPJD ha denominado “Las tres mentiras de Calderón” a la Procuraduría Social de Atención a Víctimas (ProVíctima), la Ley General de Víctimas y el Memorial de las Víctimas –cuya construcción se anunció sin el consenso del movimiento–.
A pesar de todo, Sicilia dice seguir siendo el mismo hombre que antes de la muerte de su hijo aunque más público. “Me gustaría que mi hijo Juan Francisco siguiera vivo y seguir haciendo poemas”.
Una vez que concluya la #CaravanaUSA, considera regresar al Arca en Francia, donde pasó una temporada cuando sus hijos eran pequeños. “Quiero ir a mirarme a mí mismo y encontrar mi soledad, mi proporción y lograr concluir con el dolor por mi hijo”.