Calderón pide ser calificado objetivamente y da la bienvenida a Peña Nieto
En su última oportunidad para dirigirse a la nación con motivo de un Informe de Gobierno, Felipe Calderón abogó porque su gestión sea calificada con objetividad tras su decisión de emprender una lucha frontal contra el crimen organizado, que dejó al menos 47,500 muertos, pero también pidió que México apoye, “por encima de cualquier diferencia”, a quien será su sucesor, el priista Enrique Peña Nieto.
Ante los 2,000 invitados que lo acompañaron en Palacio Nacional, en el centro de la Ciudad de México, el mandatario mexicano aprovechó para enlistar los logros y pendientes que quedaron tras su gestión que inició en diciembre de 2006.
Tras recriminar que es momento de ponerle fin a “prácticas y conductas que afectan la calidad de los comicios”, dijo que un presidente necesita la colaboración de todos, para reiterar la bienvenida a Peña Nieto , uno de los grandes ausentes en la ceremonia.
A ritmo de Cielito Lindo, estrechó la mano de sus más cercanos colaboradores, tras agradecerles seis años de trabajo de los que destacó, con un gesto serio y dando tres golpes sobre el podio, la decisión para “enfrentar, de manera contundente, a la criminalidad”, lo que, según Calderón, permitió que México comenzara a andar en “un largo camino hacia la libertad y seguridad”.
El discurso del presidente fue interrumpido al menos 15 veces por los aplausos de los asistentes, el más largo y sonoro cuando agradeció la labor del Ejército y la Marina para combatir a los delincuentes, y el único que se le entregó de pie al decir que sus tres hijos, al crecer, entenderían “la verdadera dimensión” de lo que se hizo por México con su apoyo incondicional.
El más pequeño, Juan Pablo, mostró su apoyo levantando los dos dedos pulgares y abrazando a su madre, Margarita Zavala, quien ha acompañado a Calderón desde los inicios de su carrera política.
Entre secretarios de Estado, empresarios, algunos burócratas, representantes de grupos civiles y los gobernadores del país, —con excepción del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard—, el mandatario mexicano dijo que su gobierno planteó una agenda de transformación económica.
Estabilidad, la reactivación del sector energético, la toma de decisiones en el ámbito de telecomunicaciones basándose en cuestiones técnicas y no políticas, y el cumplimiento de tener el “sexenio de la infraestructura”, fueron los logros, que según Calderón, permitieron tener una “economía competitiva” y blindada, lista para el siguiente sexenio, que tras 12 años en manos del Partido Acción Nacional, regresará a manos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en diciembre.
El mensaje de Calderón fue recibido con cautela por los priistas presentes en Palacio Nacional. El presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Jesús Murillo Karam, como representante del Poder Legislativo tuvo un lugar privilegiado en el estrado. Con el semblante serio, reaccionó ante los aplausos que la audiencia daba a Calderón con ligeras palmadas y en cada ronda de ovaciones terminó de aplaudir antes que el resto de los presentes.
La mirada de Murillo Karam se perdió en el piso en cuanto Felipe Calderón dijo que el crecimiento de México es insuficiente “por la falta de reformas que le han sido negadas al país sea por razones ideológicas, sea por cálculos políticos”. El gesto del ahora diputado, y hombre cercano a Peña Nieto, coincidió con el de los coordinadores legislativos priistas, Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones, sentados en primera fila.
Tras 50 minutos de victorias en el tema de seguridad y económicos, apenas 10 fueron suficientes para enlistar lo hecho en salud, educación y en el combate a la pobreza.
Justo en ese momento, tres mujeres indígenas que estaban en la zona de invitados y que dijeron que llegaron con una representante de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), decidieron salir del recinto.
Otros burócratas que llenaron los últimos espacios disponibles en Palacio Nacional, despertaron con los aplausos que provocó el anuncio del presidente de que las plazas de maestros ya no se venden gracias a los esfuerzos de su administración.
Tras hablar durante una hora y media, el mensaje terminó con la despedida del mandatario mexicano: “en los últimos seis años he tenido el honor de ser el presidente de la República”, destacó que su objetivo siempre fue la transformación de las instituciones públicas, particularmente las de seguridad y justicia.
Durante 10 minutos repartió abrazos y apretones de mano para decir adiós. Se acercó al exsecretario de Educación y hoy senador, Alonso Lujambio , para abrazarlo y ayudarlo a regresar a su silla de ruedas tras el esfuerzo para ponerse de pie y saludarlo.
Se sumaron a los saludos Pedro Joaquín Coldwell, presidente nacional del PRI; Gustavo Madero, del PAN; los activistas Isabel Miranda de Wallace, Alejandro Martí y María Elena Morera; y la líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo, de quien toda la prensa buscó reacción, aunque sin éxito, de la iniciativa presentada por Calderón que propone la democratización de los sindicatos.
No llegó la excandidata a la presidencia de la República, Josefina Vázquez Mota , quien quedó en tercer lugar en la elección de pasado julio y no pudo alcanzar la meta de darle a México un tercer gobierno panista, aunque entre las filas del partido se señala al mismo Calderón como responsable de esa derrota.
El presidente mexicano abandonó el Palacio Nacional no sin remarcar que, como ciudadano, seguirá sirviendo a la patria “apasionadamente”. Al respecto, el último asistente en dejar el recinto, y también el más fotografiado por los invitados, el excandidato presidencial Diego Fernández de Cevallos dijo que la gestión que termina en diciembre se resume en tres palabras: “amor por México”, y que ahora, ya sin Calderón y con Peña Nieto, “los mexicanos debemos ponernos a trabajar sin perder el tiempo y sin tonterías”.