La reforma laboral logra aprobación en medio de gritos y tomas de tribuna
La sesión tenía menos de una hora de haber sido interrumpida por una protesta, cuando el presidente de la Cámara de Diputados, Jesús Murillo Karam, realizó una maniobra inesperada para poder reanudarla.
El legislador, militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), optó por entrar al salón del pleno a través de un balcón y dirigir desde ahí el encuentro, en vez de hacerlo desde la tribuna, que mantenían tomada decenas de diputados de la izquierda descontentos con el dictamen de reforma laboral que estaba a discusión y, al final, se aprobó de madrugada y se remitió al Senado.
"¡Sí se pudo!", gritaron desde sus curules algunos priistas para festejar la acción de Murillo Karam, mientras otros aplaudían y legisladores de los partidos de la Revolución Democrática (PRD), del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano abucheaban en un intento por opacar la celebración del rival.
Iniciaron entonces los posicionamientos de los siete grupos parlamentarios en torno a la reforma laboral, que crea nuevos tipos de contratación, avala los contratos por horas, regula la subcontratación o outsourcing y limita a un año los salarios que un patrón debe pagar a un empleado si sostienen un litigio.
El primero que tomó la palabra fue José Angelino Caamal, del Partido Nueva Alianza (Panal), aunque los cantos de los diputados de izquierda dificultaron que se escuchara su voz.
“¡No a la reforma, no a la reforma!”, gritaban los inconformes con la reforma laboral, que consideran perjudicial para los trabajadores.
Con playeras y mantas con lemas en contra de la propuesta, los legisladores tomaron la tribuna poco después del comienzo de la sesión, a fin de expresar su molestia.
Durante su manifestación hubo algunos jaloneos, lo que llevó a los integrantes de la Mesa Directiva a retirarse de su lugar y a suspender el encuentro. Por su parte, el PRI se valió del episodio para acusarlos de cometer hechos de violencia en contra de sus militantes.
“No nos dejaremos amedrentar por minorías. Este no es su partido político, esta es la Cámara de Diputados. Esta no es su casa, en donde ellos pueden actuar violentamente y con malas costumbres”, dijo al respecto el líder de la bancada priista, Manlio Fabio Beltrones.
Una vez reanudada la sesión, las tensiones continuaron durante los posicionamientos de los partidos.
Ricardo Monreal, líder de Movimiento Ciudadano, acusó al PRI y al Partido Acción Nacional (PAN) de “ladrones” y de afectar a los trabajadores al impulsar la reforma laboral. En respuesta, algunos priistas se burlaron de su discurso.
Del otro lado, legisladores de izquierda gritaron “palero” a Tomás Torres, del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), e “hipócrita” y “vende patrias” al panista Juan Bueno Torio.
En su turno, Silvano Aureoles, coordinador del PRD, marcó distancia con la protesta que encabezaron sus correligionarios, aunque coincidió en el rechazo de toda la izquierda a la reforma laboral.
“No era necesario llegar a esto, cuando bien se pudo entrar al debate de lleno. (…) No vamos a renunciar al debate, queremos ir al debate de las ideas, de las propuestas, en el marco de un debate civilizado, donde prevalezca la esencia, no el arrebato ni los protagonismos”, dijo el perredista.
Antes de la votación en lo general, la tarde del viernes, el priista Héctor Gutiérrez de la Garza —uno de los principales promotores del dictamen en comisiones— afirmó que la reforma laboral será benéfica para México y que el PRI está a favor del diálogo.
“Exigimos un debate de altura. Bienvenidos aquellos grupos parlamentarios que nos invitan a debatir. Estamos acostumbrados a la batalla de las ideas. Los priistas no somos de ocurrencias”, dijo.
La discusión en lo particular se extendió más de 12 horas y concluyó poco antes de las 4:00 de este sábado (hora local).
Para ese momento, varios legisladores ya se habían aflojado o quitado las corbatas, legisladoras se habían cambiado los zapatos de tacón por zapatos bajos y asistentes continuamente entraban al lugar con vasos de café.
Hubo también varios intercambios de críticas, como cuando se definieron puntos sobre las facultades de los sindicatos. El PAN y el PRD planteaban que los dirigentes de las organizaciones gremiales sean elegidos por voto libre y secreto y acusaron el PRI de fomentar la opacidad al oponerse a esa posibilidad, en tanto los priistas se quejaron de un intento por vulnerar la autonomía sindical.
Al final, las protestas de la izquierda no pudieron frenar la aprobación de la reforma laboral en lo general y en lo particular, como desde el principio no lograron detener la celebración de la sesión.
Los inconformes, sin embargo, no dejaron de anunciar que buscarán impedir que la norma entre en vigor. Y tampoco dejaron de afirmar que el PRI y el PAN pagarán el costo de realizar lo que consideran un “atropello” contra los trabajadores del país.