Arroz y azúcar, en la lista de regalos de Navidad de presos de Jalisco
Si te preguntan, ¿qué quieres de regalo de Navidad?, uno se suele sentir como si se hubiera encontrado la lámpara de Aladino. Sin embargo, hay quienes - como un grupo de reos de un pequeño pueblo del estado de Jalisco- piden cosas muy prácticas: rastrillos, toallas, gorras, ropa interior, papel y lápiz, playeras, cepillo y pasta de dientes.
Un grupo bautista visita semana a semana a los presos de la cárcel de Colotlán, una comunidad de 18,000 habitantes en el norte de Jalisco y hace unos días les indicaron que fueran pensando en su regalo de Navidad. “Nos pidieron calcetines, suéteres, jabones, un paquete de sobres de café y azúcar. Uno piensa en algo fastuoso y ellos sólo quieren lo del día a día”, comenta el pastor Juvenal Herrera Rodríguez.
“Ellos piden de acuerdo a sus necesidades”, afirma Carlos Márquez Ávila, integrante de la iglesia Eben-ezer y con 10 años de visitar a los presos. “No tienen nada, o muy poco, porque son de escasos recursos y varios de ellos han sido abandonados por sus familias”. Por ello, en su carta a Santa Claus, Jesús Muñoz pidió una gorra, Jesús de la Cruz una toalla y Enrique Bautista se conformó con una playera.
Juvenal Herrera y Carlos Márquez coinciden en que entrar a esta cárcel “los deprime” por las malas condiciones del lugar. La prisión de Colotlán tiene capacidad para 24 personas, incluso 30, pero en la actualidad hay 58 reos.
El lugar tiene seis celdas de dos metros de ancho por tres de largo, en la que hay dos literas de cemento para cuatro personas. Sin embargo, ahí conviven y duermen hasta 10 personas. Y en la misma celda está la letrina y un lavabo. “Supongo que a alguno le darán ganas de hacer del baño en la noche, ¡imagínate!”, dice Márquez Ávila.
De los 58 encarcelados, 16 son indígenas wixárikas y los demás son originarios de los 10 municipios que conforman el norte de Jalisco. También conocidos como huicholes, una de las etnias en México que más conservan sus tradiciones, sus familias viven a una distancia no menor de cuatro horas de distancia de Colotlán.
La autoridad municipal les da agua y gas para cocinar y tiene servicio de cable, pero no todas las celdas tienen televisión. El agua para bañarse es fría, y en esta población los meses de diciembre, enero y febrero registran temperaturas promedio, en las noches y las mañanas, de cinco grados centígrados.
Esta no es una cárcel para sentenciados, todos los presos están en proceso, ya si el juez los encuentra culpables son enviados a Guadalajara a cumplir su sentencia.
Las disputas entre distintos cárteles comenzaron en esta región en años recientes, pero cuando son detenidas personas ligadas al narcotráfico los llevan a Guadalajara de inmediato porque la prisión se encuentra a un costado de la presidencia municipal, en pleno centro del pueblo y porque el municipio no cuenta con la suficiente seguridad.
El presidente municipal de Colotlán, Jesús Navarro Cárdenas, se muestra consciente del “problema de hacinamiento en la cárcel y de la urgente necesidad de mejorar el edificio. Ya tenemos un proyecto, y es una de nuestras tareas urgentes. Por lo pronto buscaremos que el estado nos ayude con varios presos; queremos trasladar a algunos para quedarnos con la cantidad ideal, de 30”. Jesús Navarro asumió la presidencia en octubre pasado.
El pastor Juvenal Herrera muestra más de la lista de peticiones de regalos de Navidad: avena, arroz, azúcar. Como el municipio no les ofrece comida, las personas también quieren ingredientes para guisar. “Son personas con muchas carencias. Hacen artesanías y nosotros u otras personas les ayudan a venderlas, pero es poco el dinero que ganan”. Carlos Márquez cuenta que 18 presos los reciben en la cárcel un día a la semana. “Les damos estudio bíblico para nuevos creyentes”.
El pastor Juvenal Herrera agrega: “Cuando estoy adentro a veces pienso que es la antesala del infierno; yo lo vivo por unas horas pero ellos a diario. Pero Cristo vino a salvar a los pecadores, ellos saben que pueden recibir la libertad espiritual”.
El grupo bautista les hizo su posada el miércoles 19 de diciembre, les llevaron pozole y sus regalos de Navidad a los 58 reos, no sólo a los 18 que reciben el ministerio. ¿Y cómo los recibieron? Carlos Márquez contesta, “con alegría. Estos días se ponen más sensibles. Pasar la Navidad en la cárcel sí les pega”.