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Una protesta 'empaña' la visita de Yoani Sánchez al Senado mexicano

La conferencia de la bloguera cubana, crítica del gobierno cubano, fue interrumpida por personas que la acusaron de ser "mercenaria" de EU
mar 12 marzo 2013 03:51 PM

Las acusaciones contra la disidente y bloguera cubana Yoani Sánchez comenzaron junto con la ronda de preguntas. 

Uno seguido de otro, dos de los asistentes a la conferencia que ofreció este martes en el Senado mexicano le exigieron responder si su cuenta de Twitter tiene seguidores falsos —conocidos como bots—  y cuál es su postura sobre los cables del sitio WikiLeaks que la vinculan con el gobierno de Estados Unidos .

“Una cuenta de Twitter no se mide solamente por el número de seguidores. (…) Mi cuenta tiene un dinamismo, una vida, que nadie podría comprar”, respondió al primer cuestionamiento. 

“Debo decirle que no tengo ninguna relación con el gobierno norteamericano. (…) Yo no tengo nada que esconder”, replicó al segundo.

Pocos minutos después, los señalamientos subieron de tono cuando una mujer interrumpió el encuentro, mientras Sánchez exponía sus críticas hacia los gobiernos de Fidel y Raúl Castro en Cuba.

La manifestante se puso de pie, gritó desde su lugar al fondo del salón, caminó hasta el frente y, mostrando a Sánchez una bandera de Estados Unidos, la acusó de ser una “mercenaria” al servicio de ese país y de recibir dinero a cambio de criticar a las autoridades cubanas. 

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“¡Señora Sánchez, usted miente!”, dijo la mujer. 

“Eso es falso”, reviró la bloguera, que llegó de visita a México la semana pasada. 

Mientras guardias de seguridad y fotógrafos rodeaban a la manifestante, el senador Roberto Gil Zuarth, anfitrión de la conferencia, pedía calma en vano y que la mujer guardara silencio y volviera a su lugar. 

“¡Voy a salirme!”, dijo la manifestante, al tiempo que una segunda mujer se unía a su protesta. 

“Déme argumentos, no insultos”, exigió Sánchez por su lado.

En las primeras filas observaban la situación los senadores Luisa María Calderón, Mariana Gómez del Campo y Francisco de Paula Búrquez, todos correligionarios de Gil Zuarth en el Partido Acción Nacional (PAN). 

Tras cerca de un minuto de gritos, la primera manifestante salió del salón. La segunda, que siguió protestando unos momentos desde su lugar, hizo lo mismo poco después. 

“¡Mercenaria!”, insistió al salir.

“Aprenda a argumentar, señora”, le respondió Sánchez.

En su lugar en la mesa, la bloguera comenzó entonces a revisar la pantalla de una iPad, escuchar el resto de las preguntas y los comentarios que Gil Zuarth le hacía en voz baja. 

Al otro extremo de la tribuna, el senador Manuel Camacho Solís, del Partido de la Revolución Democrática (PRD), permanecía en silencio.

Hacia el final del encuentro, cuestionada sobre la protesta en su contra, Sánchez dijo estar acostumbrada a ser insultada y que eso no impedirá que siga expresando sus opiniones sobre el régimen castrista.

“A mí no me sorprende este tipo de hechos porque los he vivido toda mi vida”, señaló. “Lamentablemente esto es algo inherente a mi vida, a la vida de todos los cubanos: que alguien venga, te insulte, te agreda, no quiera escucharte. (…) El insulto se convierte también en una estrategia de gobierno”.

No es la primera vez que Sánchez es increpada en actos públicos. En Brasil, también fue objeto de críticas e insultos.

Después de casi 50 minutos, Sánchez terminó su exposición llamando a que pronto exista “una Cuba más libre”, recibió aplausos, los saludos de algunos senadores y se tomó fotografías con un par de asistentes. 

Salió del salón rodeada de guardias y algunos legisladores. No quiso hablar con los periodistas porque —argumentó— tenía que acudir a otra reunión.

“Les dejo un beso”, se despidió antes de tomar el elevador.

Más tarde, en su cuenta de Twitter, acusó al gobierno cubano de haber organizado la manifestación

“Me pregunto, como ciudadana preocupada por las arcas de mi país, cuánto se gasta (el) gobierno de Cuba en organizar estos actos en el extranjero”, escribió.

“Creo que alguien debe decirle al gobierno de Cuba que el siglo XX terminó y ya estos actos de repudio no funcionan… son contraproducentes”.

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