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Una explosión pone de luto a uno de los municipios con más pobres del país

Un salón de fiestas en San Pedro Xalostoc se convirtió en el velatorio de las víctimas del estallido de una pipa de gas este martes
mié 08 mayo 2013 10:23 AM

Valentín Vargas caminó algunos pasos, observó los escombros esparcidos a su alrededor y señaló uno de ellos. 

"Eso es de la pipa", dijo al apuntar a una gruesa y torcida lámina de metal. "Lo sé porque trabajo en el negocio de las pipas y conozco el material del que están hechas. Hasta acá salió disparado". 

Como cientos de sus vecinos de San Pedro Xalostoc, Vargas se vio sorprendido la madrugada de este martes por el estallido de una pipa de gas que perdió el control en la autopista México-Pachuca, que atraviesa la localidad.

La explosión ocurrió poco después de las 5:00 horas (local), ha causado la muerte de al menos 23 personas y, según señaló el alcalde Pablo Bedolla López en su cuenta de Twitter, puso de luto a Ecatepec, el municipio más poblado del Estado de México y el tercero con más pobres del país (unas 723,000 personas, que equivalen al 45% de su población). 

A lo largo del día, otros pobladores se sumaron a las expresiones de duelo.

Por ejemplo, decenas de conductores de los autobuses del transporte público local colocaron moños negros en sus vehículos o pintaron en sus cristales la frase "Estamos contigo, San Pedro Xalostoc".

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Hacia la tarde, vecinos empezaron a acondicionar un salón de fiestas local para velar a quienes murieron. Sobre el muro principal del inmueble se colgaron cuatro letreros: uno en letras negras con los nombres de los fallecidos y tres en letras rojas con los de los lesionados.

"A muchos los agarró dormidos", dijo uno de los habitantes de la localidad al observar las casas más cercanas a la autopista, únicamente separada de las viviendas por una distancia de dos metros. 

"Se sintió como si fuera a venir un ventarrón tremendo y a la vez un resplandor horrible", declaró por la mañana a CNN otra de las vecinas.

Al recorrer por la tarde la zona afectada, algunos pobladores comentaban la situación de los heridos.

Entre otros casos, hablaban de Wendy Paola Ramírez Hernández, una menor de 15 años embarazada, a la que los médicos que la atendieron le indujeron el parto con el propósito de tratar de salvar su vida y la de su bebé. 

También comentaban sobre las personas que seguían afuera de los hospitales del Estado de México y del Distrito Federal en espera de información de sus familiares.

Doce horas después del incidente, el olor a quemado seguía siendo tan fuerte que los vecinos se cubrían la nariz al pasar por el lugar.

Muchos se detenían a tomar fotografías y videos de los daños: autos calcinados, vidrios rotos y trozos de madera quemados sobre el suelo, techos derrumbados, paredes cubiertas de ceniza y muebles de metal doblados por el calor de las llamas. 

También había juguetes derretidos y jaulas con aves domésticas que murieron quemadas. 

El estallido afectó unas 30 casas distribuidas a lo largo de unos 400 metros, dijeron funcionarios del gobierno del Estado de México que supervisaban labores como la colocación de nuevas barreras de contención en la autopista o el retiro de cables de alta tensión quemados.

Las tareas se realizaban bajo la vigilancia de soldados y de policías federales y locales, que mantenían bloqueada la mitad de los carriles de la carretera en ambos sentidos. 

Mientras tanto, alrededor de las 19:00 horas, los vecinos estaban por comenzar el velorio. Para ello habían colocado sillas y una lona dentro del salón de fiestas, así como a un hombre que impedía el paso a los periodistas.

Poco antes de que cayera la noche, algunos dolientes llegaban llorando y abrazándose entre sí. Otros optaban por únicamente mantenerse en silencio para despedir a sus difuntos.

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