México recibió al exilio argentino, pero no encaró la dictadura militar
La postura de México frente a la dictadura del fallecido Jorge Rafael Videla en Argentina (1976-1981) tuvo dos características: evitar las críticas al gobierno militar y, al mismo tiempo, ofrecer asilo político a los disidentes, señalaron especialistas en política exterior.
Desde la segunda mitad del siglo XX, la diplomacia mexicana se rigió por los principios de no intervención en asuntos de otros países y de libre determinación de los pueblos, explicó Adolfo Laborde, académico del Tec de Monterrey.
Sin embargo, agregó, los presidentes Luis Echeverría y José López Portillo (1970-1982) también abrieron las puertas a decenas de exilados provenientes de Sudamérica, en una época en la que regímenes militares se establecieron en la región.
"México sirvió como un puente de asilo político para muchos líderes, para muchos académicos, para muchos líderes de organizaciones que no estaban de acuerdo con lo que se establecía en las políticas militares en toda Sudamérica, y especialmente en Argentina", dijo Laborde, director de la licenciatura en Relaciones Internacionales del Tec de Monterrey, campus Santa Fe.
Según los especialistas, el hecho de que México fuera un país donde no se impuso un régimen militar en esos años generó las condiciones para que llegaran al país decenas de exiliados a través de las sedes diplomáticas mexicanas en países como Argentina, Chile y Uruguay.
"Fue evidente que, ante la falta de un pronunciamiento, lo que se sí se vio fue una serie de acciones gubernamentales muy, muy claras de posicionamientos y apoyo a los posibles asilados y exiliados argentinos que pudieran llegar a nuestro país desde ese entonces", dijo Erick Fernández, académico de la Universidad Iberoamericana.
De acuerdo con una investigación de Silvia Dutrénit, elaborada para la institución Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, en el periodo previo y durante la dictadura de Videla hubo 65 asilados argentinos de México.
Llegaban a solicitar refugio a las sedes diplomáticas mexicanas en Buenos Aires, donde algunos argentinos permanecieron hasta seis años, mientras que otros viajaban a México, según la documentación que hizo Dutrénit .
Además de líderes políticos, académicos y perseguidos políticos, entre los exiliados que vinieron a México estuvo el expresidente argentino Héctor J. Cámpora, quien gobernó durante dos meses debido a la inestabilidad política del país. El mandatario murió en México en 1980 de un padecimiento de cáncer.
El asilo político era un instrumento en el que los líderes o los perseguidos contactaban a las embajadas mexicanas y ellas hacían el trámite ante el gobierno argentino y de los militares para poder dar un salvoconducto y que pudieran salir del país.
Videla murió este viernes en una prisión argentina de causas naturales , a los 87 años. Purgaba una pena de por vida debido a los asesinatos y abusos que se cometieron durante su mandato. En sus últimos años, el exmilitar reconoció que hubo entre 7,000 y 8,000 muertes, pero organizaciones como el grupo Abuelas de la Plaza de Mayo afirman que se registraron 30,000 desaparecidos.
Una "tensa" amistad
Fernández consideró que las relaciones bilaterales fueron "muy tensas" durante la dictadura de Videla por la política mexicana de apertura a los disidentes que solicitaban la protección mexicana.
"Se cumplía con la idea de que no habría un pronunciamiento sobre los asuntos internos de los países, sobre todo por la experiencia chilena que fue muy clara. Se vio más un tema de asuntos internos en aquel país", dijo.
Dutrénit refleja la situación a través de un par de telegramas que obtuvo sobre las comunicaciones entre el gobierno militar de Videla y la embajada de México en Buenos Aires, en ese entonces bajo el encargo del embajador Celso Delgado.
El diplomático mexicano informó que concedió asilo a Raúl Federico Laguzzi, un académico y doctor en Bioquímica que llegó a la sede diplomática en la capital argentina. Su decisión generó críticas del gobierno argentino.
"Debo señalar a la atención de vuestra excelencia la imperiosa necesidad de que cesen estas peculiares situaciones que pretenden desnaturalizar la esencia misma de la noble institución del derecho de asilo", dijo la junta militar, de acuerdo Dutrénit.
El gobierno mexicano no tuvo una conducta de censura abierta ante las noticias de represión en Argentina, pero al mismo tiempo se mandó un "mensaje político" a través del acogimiento de refugiados, consideró Laborde.
"Eso servía como una cortina de humo para poder mantener una relación política estable y no meterse en la problemática de los asuntos de política externa. Las dictaduras fueron vistas desde la perspectiva de la política exterior de México como un asunto de política interna", dijo.
Mientras se mantuvo una relación formal entre gobiernos, los intercambios comerciales seguían fluyendo sin cambios significativos, pues entre ambos países nunca hubo una gran relación económica en la época, coincidieron los analistas.
"La relación comercial era escasa, como hasta hoy. No tenemos una relación (económica) profunda, como la tenemos en América del Norte", dijo Laborde.
La política exterior mexicana se mantuvo en esa doble vía durante los siguientes años, hasta que las dictaduras militares en Chile, Uruguay, Paraguay, varios países de Centroamérica y la propia Argentina finalizaron con la llegada de gobiernos civiles.