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Pasamos hambre, frío, insultos, pero es parte de la lucha: profesores

Los docentes que se manifiestan en el DF dicen que la reforma educativa no quita el principal obstáculo de su trabajo, la pobreza
jue 29 agosto 2013 09:27 PM

Las carencias en las escuelas de sus localidades, el miedo a perder o no conseguir trabajo y las dudas de que una evaluación no tome en consideración las diferencias entre la realidad de las zonas rurales y urbanas son las razones que mantienen desde hace una semana a miles de profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) protestando en la Ciudad de México.

“No es porque  nos guste el desmadre, no es porque nos guste no dormir, es nuestra obligación, aparte de estar en las aulas estamos acá, no descuidamos lo académico, lo académico es lo que nos da las armas para estar aquí”, dice Rosa Laura, con voz molesta afuera de la Bolsa Mexicana de Valores mientras sus compañeros realizan una protesta.

La joven, a quien le falta un año para egresar de la Escuela Normal para Educadoras de Morelia, Michoacán, asegura que su experiencia en la Ciudad de México no ha sido agradable. Hemos pasado hambre, frío, insultos, lluvia y es parte de estar en la lucha”, señala.

Junto con una compañera se instaló el lunes en el campamento del Zócalo donde miles de integrantes de la CNTE han colocado tiendas de campaña que abarcan la Plaza de la Constitución y tramos de calles aledañas. Dice que las lluvias no han hecho más amable su estancia, pero que no piensa marcharse de aquí hasta que se llegue a un acuerdo con los legisladores que trabajan en la revisión de la Ley General del Servicio Docente.

Rosa Laura, originaria de Aguililla, Michoacán, hija de un campesino que estudió para convertirse en maestro rural está molesta con los medios de comunicación, dice que hablan mal de ellos, que los tildan de flojos y defienden al gobierno.  Pero que quienes los critican desconocen los sacrificios y condiciones en que se trabaja en las zonas rurales, pues no lo ven en la ciudad.

“La evaluación debería ser para mejorar, pero la evaluación que nos quieren aplicar es una medición, es cerciorarse de que estemos cumpliendo con lo que ellos nos están mandando. Las reformas me dan estándares de lo que les tengo que enseñar, ciertas competencias, no les importa la situación del niño. Si un niño tiene hambre cómo va a aprender, si nos van a evaluar que nos evalúen de acuerdo a las condiciones que tenemos en el país, eso no nos da miedo”.

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Los manifestantes rechazan las iniciativas de reforma a las leyes secundarias de educación que actualmente analiza el Congreso, las cuales forman parte de  la reforma educativa promovida por el presidente Enrique Peña Nieto.

En el mismo grupo de Rosa viene otro joven, Camilo Ferreira García, recién egresado de la Normal Superior de Michoacán y quien asegura desde temprana edad sintió vocación por la docencia.

Se muestra dudoso sobre la eficacia de una evaluación, pues asegura que buscará medir los conocimientos de los profesores, conocimientos que también puede tener un ingeniero o un licenciado que desconocen de pedagogía.  “Para que un maestro pueda ingresar tiene que pasar una serie de exámenes, no nos oponemos a competir, pero el problema es que para qué existen las escuelas normales, cómo es posible que me quiten mi derecho cuando yo estoy formado desde cuatro años para dar clases”, señala.

Este jueves, los docentes realizaron una nueva jornada de protesta para la que acordaron dividirse, principalmente por su zona de origen. Integrantes de la  sección 18 de la CNTE, que pertenece a Michoacán protestaron frente a la Bolsa Mexicana de Valores.  Mientras sus compañeros de Oaxaca y Guerrero se manifestaban frente a la Secretaría de Educación Pública y a Televisa Chapultepec.

Eugenio Rodríguez Cornejo, un profesor de secundaria técnica que trabajó en zonas marginadas de los municipios de Tacámbaro y Turicato en Michoacán, dice que el principal problema de la educación en México no son cuánto saben los docentes del país, si no a las carencias económicas en las zonas rurales y el empobrecimiento de los contenidos  que considera no son adecuados para los niños que viven en los municipios de Michoacán.

Afirmación que respalda Jesús Mondragón Orozco, profesor de una escuela rural de Omícuaro, Michoacán. La escuela Unión y Progreso tiene dos salones, no cuenta con una barrera de protección y no tiene baños, dice.

Jesús atiende en uno de los salones a alumnos de primero, segundo y tercero de primaria, revueltos y al mismo tiempo, además de realizar funciones como director adjunto. Para llegar a la escuela todos los días viaja tres horas diarias desde Turicato.

Dice que las leyes secundarias de la reforma educativa que discuten los legisladores no le garantiza que su escuela contará con los recursos suficientes para enseñar y por el contrario afecta su estabilidad laboral.

“Estoy de acuerdo en que se nos evalúe, debemos saber en qué necesitamos mejorar, pero plantean una evaluación punitiva, un examen, eso no puede decirte si eres un buen o mal maestro, que nos evalúen en nuestros centros de trabajo, con nuestros niños, con padres de familia”, señala.

Desde el lunes es uno de los profesores que acampan en el Zócalo, aunque ante la ausencia de espacio y comodidades otros han decidido quedarse en hoteles cercanos, como Napoleón Flores y Alma Delia, ambos profesores en Morelia, Michoacán. Llegaron este fin de semana y aseguran que no saben si se quedarán mucho tiempo.

Las manifestaciones de este jueves también incluyeron marchas a la Administración Federal de Servicios Educativos del Distrito Federal y a la Dirección General de Educación Normal y Actualización del Magisterio que ocasionaron afectaciones viales en la Ciudad de México.

A las 14:00 horas, los profesores se marcharon de la Bolsa Mexicana de Valores, que era resguardada por granaderos, ocupando un sentido de avenida Reforma. Marchaban hacia el Zócalo entre caras molestas de automovilistas que viajaban del lado contrario de la vialidad y que temían que también la ocuparan, pero también algunos conductores hacían sonar esporádicamente el claxon como muestra de apoyo.

Por la tarde, el campamento se llena de humo de las parrillas improvisadas. Un grupo de 80 profesores de Oaxaca se protege de la lluvia y el viento que voló parte de los plásticos que cubren sus casas de campaña. David Martínez, uno de sus líderes, dice que "de aquí no se van hasta que esto se resuelva".

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