Guadalajara, la ciudad donde Caro Quintero se enamoró y fincó su emporio
Nació en Badiraguato, Sinaloa, pero Rafael Caro Quintero, uno de los capos más renombrados desde los inicios del narcotráfico mexicano, vivió, se enamoró, operó y construyó su emporio económico en Guadalajara, capital del occidental estado de Jalisco.
Al momento de su detención en Costa Rica hace 28 años, estaba acompañado de su novia, Sara Cosío, una tapatía conocida en los círculos sociales más altos de la ciudad y sobrina del exgobernador de Jalisco, Guillermo Cosío (1989-1992).
Las empresas donde se presume que el capo “lavó dinero” o invirtió sus recursos están en Guadalajara, según una investigación del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que en octubre pasado señaló a 20 de ellas.
Algunas de las empresas señaladas son: las arrendadoras Turín, Barsat y Villas del Colli, así como empresas de venta de fertilizantes y pesticidas orgánicos Petro London, Servicio y Operadora Santa Ana, Minerales Nueva Era, entre otros.
“La designación de hoy muestra la enorme extensión a la cual Rafael Caro Quintero y los miembros de su familia han infiltrado en la economía de Guadalajara, México, incluida la venta de casas y sectores de la venta de gasolina”, dijo hace una semana el director de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del gobierno de EU, Adam J. Szubin.
Una lujosa finca localizada en el cruce de avenida Guadalupe y Patria, en el poniente de la ciudad, fue señalada durante varios años por los tapatíos como “una de las casas de Caro”.
¿Qué ha sido de las lujosas casas de los narcotraficantes en Guadalajara?
Grandes extensiones de terrenos localizados sobre la Avenida Acueducto, entre Patria y Periféricos, hoy rodeados solo por una barda, también se consideran propiedad del capo.
El 9 de febrero de 1985, Enrique Camarena Salazar, agente de DEA, apareció muerto en una casa de Guadalajara, junto al cadáver de su piloto, el mexicano, Alfredo Zavala Avelar.
Caro Quintero fue detenido dos meses después y condenado a 40 años de prisión, acusado de ser el autor intelectual de ambos homicidios y por los delitos de privación ilegal de la libertad en su modalidad de secuestro, asociación delictuosa y delitos contra la salud, en su modalidad de siembra, cultivo, cosecha, transportación y tráfico de marihuana y cocaína.
En octubre de 2004, el capo fue trasladado del Penal Federal de la Palma, ubicado en Almoloya de Juárez, en el estado de México al Penal de Puente Grande, donde permaneció hasta mayo de 2010, cuando fue trasladado a una cárcel de mediana seguridad en el mismo complejo jalisciense de donde salió en agosto pasado .
Cuando Caro Quintero fue trasladado al penal estatal de Puente Grande, el entonces director del complejo dijo a medios locales que las únicas exigencias del capo fueron un médico y ver a su familia, que autoridades federales presumen, aún viven en Guadalajara.
Tras el operativo Cóndor del gobierno federal para combatir el narcotráfico en Sinaloa, algunos capos como Miguel Ángel Félix Gallardo expandieron el negocio a Guadalajara, ciudad que durante la década de los 80 registró su desarrollo y esplendor económico que hasta entonces había conservado un perfil comercial de medianos negocios familiares.
La influencia sinaloense en Guadalajara persiste y se respira aún en la actual década. Restaurantes de mariscos, el baile y la música de banda –folclor de Sinaloa-, así como palabras coloquiales de origen sinaloense fueron adoptadas en el hablar cotidiano del tapatío como: "ocupo" (necesito), "morro" o "morra" (para referirse a una persona), "machín" (mucho) y "pistear" (beber alcohol), entre otras.
El departamento de Estado de Estados Unidos anunció este martes una recompensa de cinco millones de dólares por información que lleve al arresto o enjuiciamiento de Caro Quintero, considerado prófugo por este país, aún cuando un juez en México, ordenó su liberación en agosto pasado, tras 28 años en prisión.