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"Al 'Ponchis' le costó mucho trabajo empezar a hablar de su historia"

Las personas que trataron a 'Edgar' en el centro para menores de Morelos cuentan detalles sobre su personalidad y su temor ante la libertad
jue 28 noviembre 2013 06:32 AM

Los primeros dos meses que estuvo recluido en un centro para menores en el estado de Morelos, Édgar Jiménez Lugo, conocido como El Ponchis, no habló de lo que había vivido en las calles.

Este martes, el joven salió del Centro de Ejecución de Medidas Cautelares para Adolescentes (Cempla) en un operativo casi secreto, para protegerlo de los medios de comunicación, pero también del crimen organizado.

Jiménez Lugo fue vinculado por las autoridades federales al cártel del Pacífico Sur cuando tenía 14 años,  tras ser detenido en diciembre de 2010, reconoció haber degollado a cuatro personas para el crimen organizado , al que se unió a los 11 años.

En algunos videos subidos a redes sociales se le veía junto con otros jóvenes golpear y torturar a sus víctimas, según él mismo reconoció al  ser interrogado  por las autoridades.

"Es un joven no agresivo en el sentido de agredir a las personas con las que tiene contacto, al menos con las figuras de autoridad del Centro de Reclusión, es más bien es un joven retraído, que habla muy poco y que le costó mucho trabajo empezar a hablar de su historia", dice en entrevista Ana Virginia Pérez Güemez, titular del Tribunal Unitario de Justicia para Adolescentes de Morelos.

Los terapeutas del Centro de Ejecución de Medidas Cautelares para Adolescentes (Cempla) lograron que Jiménez Lugo confiara en ellos y hablara de lo que había pasado mientras estaba a las órdenes de Julio de Jesús Hernández Radilla, identificado por PGR como El Negro, líder del cártel del Pacífico en Morelos.

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"Édgar sí tenía algunas características particulares, al igual que el resto de los adolescentes para los que se diseñó este programa, y se atendieron esas particularidades", indica Lizzett Jasso, una de las psicólogas que estuvo a cargo de la rehabilitación del menor.

El joven participó en un programa individualizado de apoyo psicológico que se diseñó de acuerdo con sus características, y que fue realizado en conjunto por su familia, su defensa legal y personal del Cempla, detalla Jasso, del Tribunal Unitario de Justicia para Adolescentes.

Hablar con Édgar no fue fácil. "Había algunas ocasiones en que él definitivamente se negaba a hacerlo (hablar) y entonces había que volver a empezar y nuevamente hacer todo el trabajo para lograr que él pueda abrirse y comentar todas sus experiencias”, dice Pérez Güemez.

Al acercarse el término de su condena, se reforzó la ayuda psicológica para Édgar, con visitas dos veces por semana de dos terapeutas, aunque para la titular del Tribunal "hizo falta mucho más tiempo para poder lograr una reintegración plena, completa". 

Según la psicóloga Lizzett Jasso, "por el momento no contamos con una institución que tenga un programa especifico" que vincule a los adolescentes que salen con instituciones que los ayuden a encontrar un trabajo para que se reinserten en la sociedad.

Su vida en detención

Sentenciado a tres años, Édgar permaneció en el Centro de Ejecución de Medidas Cautelares para Adolescentes (Cempla) de Morelos, en el centro del país, donde convivía con 120 internos, la mitad de ellos ingresados por delitos del fuero federal como posesión de droga, marihuana, cocaína o transportación de estupefacientes.

Él purgaba una condena de tres años –la máxima que podía recibir, según la Ley de justicia para adolescentes del Estado de Morelos–, por los delitos de homicidio doloso, portación de arma de fuego, secuestro y delincuencia organizada.

Además de recibir atención psicológica, Édgar se formó académicamente. "Llegó siendo analfabeta, inició aprendiendo las vocales y el abecedario y culminó escribiendo palabras cortas y leyendo palabras cortas”, el tiempo no le alcanzó para desarrollar más estos conocimientos, dice Perez Güemez.

Aunque en el Cempla se enseñan oficios a los reclusos, Jiménez Lugo prefería las actividades deportivas, sobre todo el futbol.

Su salida en secreto

Solo tres personas sabían el día y la hora exacta en que El Ponchis quedaría libre.

Un día antes de ser liberado, recibió la visita de la juez de ejecución, Rosalía Martínez León, quien le llevó algunas cosas de uso personal y -sin que él supiera  que sería la última plática- se despidió de él. Después lo visitó la psicóloga y parte de su familia.

"Edgar nunca se enteró del momento en que él iba a salir, pero sí hubo una especie de despedida de la juez que siempre estuvo en contacto con él y con la familia”, dice Ana Virginia Pérez Güemez, titular del Tribunal.

La historia de El Ponchis era un tema diario en la prensa de Morelos, dice la magistrada, lo que provocó que su caso "fuera sobrexpuesto en los medios de comunicación".

Su tía pidió al Tribunal hacer algo para cesar lo que percibían como linchamiento mediático contra Jiménez Lugo, quien también había solicitado a las autoridades consulares de EU, su país de origen, su traslado asistido. Para evitar que los medios de comunicación se enteraran de su salida la juez de ejecución ordenó su liberación siete días antes de que se cumpliera el plazo de su sentencia. 

Solo la juez de ejecución, Rosalía Martínez; la magistrada Pérez Güemez, y el coordinador de Reinserción Social estatal, Jesús Valencia, sabían que cerca de las 02:00 de la mañana saldría el convoy que llevaría a Edgar de Morelos al aeropuerto de la Ciudad de México, y de ahí a Estados Unidos.

Edgar solo sabía que su estancia en el Cempla terminaba el 3 de diciembre, y estaba contento y agradecido porque al concluir su sentencia sería trasladado a su país de origen, señala la magistrada.

Con su salida, las autoridades buscaban protegerlo de los medios de comunicación pero también del crimen organizado. 

"Tiene miedo, él sabe que la situación no es sencilla para él, hay antecedentes de jóvenes que han sido privados de su libertad una vez que egresan del centro de ejecución de medidas", señala Pérez Güemez, titular del Tribunal. 

Una nueva vida 

El martes, ya libre de investigaciones y cargos por parte de las autoridades mexicanas, viajó a San Antonio, Texas, en Estados Unidos, donde reside una de sus tías, que tramitó el retorno asistido.

La titular del Tribunal Unitario de Morelos informó tras la salida de Jiménez Lugo, que el joven ingresará a una institución de asistencia social en EU, para rehabilitarse, por lo que el tratamiento que debe recibir ya no será en reclusión.

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