México abre las puertas a tres jóvenes sirios para que completen sus estudios
Son aproximadamente las 17:13 horas del último martes de febrero y un avión Boeing 737-800 proveniente de La Habana, Cuba, aterriza en las pistas del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Dentro, vienen tres jóvenes sirios que comenzaron una larga travesía desde Irak para escapar del conflicto armado que comenzó en su país natal en 2011.
Aproximadamente una docena de mexicanos que espera a las afueras del último filtro para entrar a México ha comenzado a impacientarse. Han pasado casi dos horas desde que llegaron al país, pero una “revisión de rutina” ha atrasado casi dos horas su llegada formal. Eso no merma el entusiasmo de los jóvenes que integran el Proyecto Habesha –una organización no gubernamental que lucha por traer a jóvenes de Siria para que terminen sus estudios– quienes los recibirán con pancartas de bienvenida con leyendas como #AquíNoHayMuros y #EnMéxicoSePuede.
En los primeros minutos de las 19:00 horas se abren las puertas corredizas de la sala de llegadas de inmigración, y los tres jóvenes sirios son recibidos entre gritos y aplausos.
Jackdard Mohammad, de 24 años, es el primero en hablar y su alegría es innegable. La sonrisa le recorre de mejilla a mejilla. “Estoy muy feliz de estar en México. Cuando otros países cierran sus puertas, México abre sus fronteras”, dice en inglés el joven originario de Damasco que después de permanecer en un campo de refugiados en Domiz, en Irak, llega al país con el objetivo de estudiar Administración en la Universidad Iberoamericana.
Él estudiaba Economía en Damasco. Su principal motivación es regresar a su país y “ayudar a reconstruirlo”, cuando llegue a su fin la guerra que comenzó con la llamada Primavera Árabe.
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Después de él, habla Silvia Namo. Es la segunda mujer del proyecto que viene a México gracias al apoyo de las organizaciones y de las universidades y quiere estudiar Administración o Enfermería en el país.
“Gracias al Proyecto Habesha y a ustedes por abrir las puertas. Estoy muy feliz de estar aquí”, exclama, también en inglés, la joven de 22 años que pasó sus últimos días en Medio Oriente en el campo de refugiados de Domiz.
Al último le toca a Ahmad Aldabak, un joven de 22 años originario de Alepo –el epicentro del conflicto armado– que aspira a hacer una maestría en Telecomunicaciones en la Universidad Iberoamericana, una de las instituciones que en los últimos años ha abierto las puertas a estos jóvenes.
Hace 10 días Ahmad aún estaba en Alepo; hoy agradece sinceramente que México le haya abierto sus puertas y tenga la oportunidad de empezar de nuevo. Antes de venir al país fue llamado para hacer su servicio militar y en ese momento decidió buscar otras oportunidades en el extranjero.
Sus rostros lucen cansados y un poco desconcertados por lo que les espera aquí, sin embargo, la emoción de poder empezar de nuevo y de tener mejores oportunidades es mayor.
Adrián Meléndez, del Proyecto Habesha y quien los acompañó desde Cuba a México, afirma que pese a la inesperada revisión de rutina, los tres jóvenes están felices de volver a empezar. “Ya tienen mucho tiempo esperando llegar a México, que sienten que México es su casa. Se sentían que nada más le faltaba estar aquí”, afirma el trabajador humanitario que contribuyó en el proceso de traerlos al país.
Habesha es una iniciativa humanitaria, neutral, apolítica y laica que busca generar un mensaje de solidaridad entre el pueblo mexicano y el sirio, que pasa por esta catástrofe sin precedentes, explica Meléndez.
El inicio de la travesía
El viaje comienza seleccionando a un pequeño grupo de jóvenes considerados “pequeñas joyitas” que encuentran en campos de refugiados y otras regiones para que puedan continuar con su educación universitaria y puedan ser parte de la reconstrucción de su país, una vez llegada la paz.
Organizaciones que trabajan en Medio Oriente recomiendan a los jóvenes, y Proyecto Habesha inicia el proceso burocrático: solicitan documentación académica y sobre su estatus migratorio. Posteriormente, gente del Colegio de México (Colmex) hace una entrevista vía Skype para que se seleccionen a aquellos que cumplen con los criterios que requieren. A partir de ahí, empieza el proceso de fondeo, es decir buscar recursos.
“Nosotros pedimos que sean jóvenes que hayan interrumpido sus estudios a causa del conflicto armado, sean sirios, que tengan un buen desempeño académico, que tengan deseos, que sean gente motivada, activa en su comunidad, participativa. Todos ellos participan en su comunidad trabajando con niños, tenían un trabajo con una agencia humanitaria en Irak, es decir es gente que está motivada, que quiere verdaderamente estudiar”, afirma.
Habesha prepara la documentación para revalidar sus estudios y les busca un lugar en alguna institución, gracias a los convenios que tienen con los centros educativos; también se hace responsable de su estancia y los ayuda económicamente con “una dieta” para que ellos puedan vivir.
Sin embargo, siempre están detrás de ellos dándole seguimiento a su proceso de adaptación y a que cumplan sus sueños de estudiar.