El cupo en las escuelas para recibir a los repatriados divide opiniones
Aunque el discurso antiinmigrante del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ya bajó de tono, en México continúa el debate sobre si el país tiene o no la capacidad para recibir a los repatriados que salgan del vecino del norte, en particular a los niños y jóvenes en edad escolar.
Expertos en educación señalan que, si actualmente el sistema educativo tiene deficiencias para garantizar a todos los menores su derecho a aprender, para dar cobertura a nivel nacional y para resolver otros problemas, será difícil que pueda acoger a los retornados que quieran estudiar.
De acuerdo con el reporte "Tod@s: El estado de la educación en México 2017", de la organización Mexicanos Primero, de cada 100 niños que entran a primero de primaria, seis años después sólo 77 entran a secundaria y luego de tres años llega a bachillerato poco más de la mitad.
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Jennifer O’Donoghue, directora de Investigación de la agrupación, considera que, en el escenario actual, resultaría complicado apoyar a los niños que regresen, cuando “las escuelas no tienen lo que necesitan para poder flexibilizar y responder a quienes están en este momento”.
En cambio, el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, aseguró esta semana que el sistema educativo cuenta con capacidad para recibir a los mexicanos que vuelvan, ya sea de forma voluntaria o deportados.
El funcionario afirmó que, si se toman en cuenta las cifras de 2016, México puede recibir a los niños, las niñas y los adolescentes que requieren terminar la educación básica, que serían poco más de 9,000 de los 219,000 que fueron repatriados desde EU el año pasado.
Un panorama difícil
El presidente Enrique Peña Nieto promulgó el pasado 21 de marzo reformas a la Ley General de Educación para reducir la burocracia y apoyar a los menores repatriados en el proceso de ingreso a los planteles educativos. Estos cambios eliminan el requisito de apostillamiento y de documentos traducidos para inscribirlos en la escuela, y plantean implementar un programa para quienes no dominen el español.
Los expertos han señalado que los cambios, en el papel, resultan pertinentes; sin embargo, subrayan que, ante la realidad actual y la exclusión educativa que vive el país, esto no es suficiente.
El secretario técnico del Consejo Ciudadano de Morelia, Horacio Erik Avilés Martínez, asegura que en Michoacán —un estado expulsor de migrantes— la cobertura de educación superior no rebasa el 25% y sólo hay butacas para entre uno y cuatro jóvenes en edad de estudiar una carrera. Por ello, sería difícil que la entidad pudiera hacer frente a una repatriación masiva.
“Creo que ya hay muchos pendientes en Michoacán, somos uno de los estados con mayor repatriación, en educación secundaria (somos) primer lugar en deserción escolar, todavía no tenemos una cobertura universal en bachillerato. Hay muchas falencias que requieren atención inmediata y que, de llegar a un escenario de qué pasaría si todos los michoacanos se regresaran a Michoacán, definitivamente sería una reducción al absurdo de nuestras instituciones educativas”, advierte Avilés Martínez.
De acuerdo con datos oficiales, sólo en enero de este año regresaron 1,350 michoacanos de EU, de los cuales alrededor de 100 eran menores de 18 años.
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O’Donoghue explica que los migrantes repatriados requieren de más apoyo, no sólo facilidades para inscribirse en las escuelas, pues se deben analizar también las necesidades de cada niño.
“Si de repente llegan 40 alumnos nuevos, eso significa un maestro nuevo, (se debe ver) qué necesitan esos 40 niños, ese es el problema. Algunos no van a poder comunicarse en español, otros han vivido experiencias traumáticas. (Se) necesita la experiencia como escuela y como maestros para responder a cada quien”, dice.
Benjamín Manzano Gómez, director de Mexicanos Primero en Jalisco —otro estado expulsor—, advierte que, si bien no se sabe cuál será el número de connacionales que regresen, las autoridades federales y estatales tienen un gran reto por delante.
“(El regreso de mexicanos) nos puede generar una alarma porque, si no estoy generando un espacio para los que ya están en el estado, ¿qué va a pasar con los que se integran al sistema educativo?”, comenta, al explicar que, en el caso de Jalisco, sólo cuatro de cada 10 jóvenes terminan en tiempo y forma la educación básica.