Coquimbo 911, suman 4 fallecidos en el derrumbe al norte de la CDMX
“Nos preguntamos si ya no hay vida ahí”, confiesa Martha Medina sobre el edificio ubicado en la calle Coquimbo número 911, en la colonia Lindavista, que la tarde del martes 19 de septiembre fue el único que se colapsó en el norte de la Ciudad de México por el temblor.
A dos días del sismo de 7.1 grados que sacudió la capital del país, el rostro de la mujer de 54 años luce aún angustiado. Pasan las 21:00 horas del jueves 21, y los trabajos de rescate en el inmueble de siete pisos continúan. Martha cuenta cómo tras el sonido del derrumbe un intenso olor a gas se presenció en la zona y cómo se empezó a llenar de gente para salvar a los sobrevivientes, y después se la calle se fue vaciando junto con los nombres de quienes se podrían haber salvado.
El último reporte de la delegación Gustavo A. Madero, del 22 de septiembre a las 14:30, señala que de las 10 personas que se encontraban en el lugar, cuatro fueron encontrados sin vida, tres están desaparecidos y dos más está por confirmarse su ausencia. Sólo una persona fue rescatada con vida en las últimas horas, y pese a que las expectativas de que encuentren a más sobrevivientes se diluyen, los esfuerzos no han parado desde hace más de 72 horas.
La última noche
Rescatistas, personal de protección civil, policías, voluntarios con alimentos, recorren las calles que rodean la zona acordonada por el desastre. Son aproximadamente seis cuadras a la redonda las que están restringidas y acordonadas, desde el pasado martes.
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Las leyendas “No pasar”, “Se requieren medicinas”, “Albergue temporal” y las listas con el nombre de los desaparecidos figuran en cada esquina, poste y bloques naranja que prohíben el paso a toda persona que no porte casco, chaleco y botes, esté identificado o compruebe tener una dirección de la zona.
“La indicación es agotar los recursos, agotar la búsqueda. Se desconoce realmente cuántas personas estén ahí”, comenta Lisseth Hernández, una de las brigadistas que opera en la zona. La paramédico recibió la instrucción de acudir al lugar, minutos después del sismo y desde entonces no se ha movido del perímetro.
El jefe de la delegación Gustavo A. Madero, Víctor Hugo Lobo, afirmó que la maquinaria pesada para remover los escombros no ingresará hasta que se tenga la certeza de ya no hay víctimas en el lugar. Esa sigue siendo la consigna, incluso cuando el numero de decesos en el inmueble aumentó.
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El jefe de protección civil Víctor Medina González informó que en coordinación con el Instituto Politécnico Nacional (IPN) trabajan con equipo de alta tecnología que detecta el calor humano para encontrar algún rastro de vida, aunque en medida que avanzaba el tiempo no registraban ninguno.
Los voluntarios recorren las calles ofreciendo café, atole, hot dogs, tortas de jamón. Incluso un vendedor de tamales ingresó a la zona en su bicicleta para ofrecer algo de comida.
El acceso se restringe y quedan menos personas en los alrededores. Sobre la calle Sierravista se acomodó una carpa para dar protección a los familiares de las personas que todavía están desaparecidos y de quienes se espera estén vivas. Pero la incertidumbre y desesperanza les impide dar alguna declaración. “Ahorita no”, dice un familiar de una empleada en uno de los 14 departamentos que no ha sido localizada.
Los pocos que están susurran, permanecen en silencio y caminan en la cuadra de espacio que les habilitaron con sillas, cobijas y luz eléctrica.
El hecho de que ya no haya bajado el movimiento en la zona es para Martha y Adriana Gómez, de 19 años, una señal de que quizá ya no haya personas con vida.
“Los primeros días había mucha gente moviéndose. Vino un equipo de Guanajuato que no dejó de trabajar en toda la noche”, dice Gómez. Ahora el escenario es distinto y aunque es menor el número de personas, no los esfuerzos.
Martha y Adriana se preguntan si la situación hubiera sido distinta si la gente hubiera hecho caso a la alarma y salido a las calles como lo marcan los protocolos de seguridad para estos casos. Cuentan que en el primer sismo del 7 de septiembre los vecinos no salieron a las calles y que el 19 volvió a suceder lo mismo. Salvo los niños de la escuela Tepeyac, los demás no atendieron la alerta. "No tenemos una buena cultura al respecto", dice Medina.
Los trabajos para rescatar a las personas continúan. Los “topos” se asoman por una rendija que habilitaron en medio de la calle Coquimbo para tratar de ingresar al edificio de en medio de otros dos que podrían ser derrumbados también por los daños que causó la estructura del 911. Todo es expectativa y una luz de esperanza.