Testimonio: Entre los escombros de Zacatepec, en Morelos
David Bauzán estaba arreglando el cableado de telefonía de la oficina donde labora, en el ingenio azucarero de Emiliano Zapata de Zacatepec, en Morelos, cuando ocurrió el sismo del martes. Se resguardó durante el movimiento dentro de las oficinas, y después salió apurado a buscar a su familia.
Al llegar a su casa, vio que se había derrumbado.
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“Me salí y pensé en mi hija de 11 años. Su mamá ya había pasado por ella a la escuela a esa hora. Me dirigí a mi casa, y con tristeza vi que el edificio de dos pisos había colapsado completamente. Había gritos y llanto”, cuenta.
El trabajador del ingenio vivía en una casa dúplex a pocos minutos de su oficina. En el ingenio también se cayeron varias estructuras e incluso partes de la chimenea, dejando sin vida a dos trabajadores.
Su hijo estaba dentro de la vivienda cuando empezó el sismo, pero logró salir antes de que se colapsara la estructura. No todos sus vecinos lo lograron. Al menos dos personas quedaron sepultadas debajo de las losas.
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Bauzán recuerda haber escuchado quejarse a una señora de la tercera edad, pero después de un rato no hubo más que silencio. “La señora estuvo a punto de salir, pero se le vino la losa encima y no lo logró”.
Él, su familia y varios amigos del ingenio comenzaron a remover los escombros, buscando a la gente que quedó atrapada. Su casa estaba en el primer piso, y quedó severamente dañada junto con sus bienes materiales, desde computadoras hasta camas. “Son cosas materiales, costaron un poco, pero tenemos salud y vida ahora”, dice.
Zacatepec es un poblado ubicado a 7.3 kilómetros de Jojutla, el lugar más afectado por el sismo de 7.1 grados del pasado martes 19 de septiembre. Debido a ello, David explica que hay poca ayuda en la zona, así como escasez en el suministro de víveres, pues la mayoría del apoyo se dirigió a Jojutla.
En los días siguientes, destaca, la ayuda comenzó a llegar a cuentagotas. Primero fueron familiares que tenían herramientas y maquinaria de construcción, luego vecinos de los poblados cercanos, y más tarde algunos elementos de la Marina.
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“El mismo equipo de fútbol de Zacatepec se unió. Ha venido gente de Chapingo, de Tula, de Cuernavaca, y muchísimos voluntarios que se turnan para ayudarnos. En mi edificio ha habido entre 100 y 120 personas constantemente, hasta hoy que empezó a llover”, relata.
Alrededor de su casa el paisaje es igual de desolador. Hay muchas viviendas derrumbadas o con daños severos que han sido desalojadas. Sus antiguos habitantes ahora viven con amigos y familiares.