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Goldman Sachs se brinca la regla Volcker

El banco se ha beneficiado de que la ley para evitar apuestas riesgosas aún no está finalizada; participa en varios fondos con la idea de liquidarlos cuando la legislación esté concluida.
mar 22 enero 2013 01:50 PM
Portavoces de la empresa afirman que aún no hay una sucesión qué discutir hasta que la empresa anuncie sus planes. (Foto: Reuters)
goldman sachs

No han pasado más de dos años y medio desde que el presidente Obama firmó la Regla Volcker para promulgarla ley, como parte del más amplio paquete de reforma financiera Dodd-Frank. Y en ese lapso los banqueros de Wall Street han aprendido una lección muy importante: No hay que apresurarse en cumplir los deseos de Washington.

La Regla Volcker pretendía evitar que los bancos asumieran demasiados riesgos con su propio dinero, en particular en áreas como las inversiones de capital privado y en fondos de cobertura. La idea era que los bancos existen principalmente para servir a clientes en lugar de enriquecerse a través de operaciones por cuenta propia (proprietary trading) e inversiones principales que podrían (teóricamente) conducir a un nuevo colapso estilo Lehman.

Generó polémica en Wall Street , pero también lo hizo prácticamente cada palabra de la legislación Dodd-Frank. Fuera de la cámara de resonancia del lobby financiero, la mayor parte de la Regla Volcker parecía ofrecer una protección razonable. Así que fue aprobada en el Congreso, si bien con algunos cambios, en julio de 2010. Estaba estipulado un periodo de espera de dos años que permitiría a los políticos y a los reguladores elaborar el texto final.

Muchas instituciones comenzaron enseguida a tratar de poner sus casas en orden, vendiendo o escindiendo sus grupos de capital privado. Estos movimientos se dieron tanto en bancos en Estados Unidos como en el extranjero, incluidos Bank of America, Barclays y Lloyds. Consideraban que era mejor cumplir tempranamente con la nueva norma que quedar expuestos a circunstancias imprevistas.

Los políticos y los reguladores, sin embargo, no han tenido a bien premiar tal prudencia. En cambio, la han castigado tácitamente al incumplir los plazos tantas veces que todavía no contamos con una redacción definitiva de la Regla Volcker, a siete meses de que la ley debía entrar en vigor. Incluso si los tardados "autores" de dicha ley cumplieran con sus obligaciones mañana mismo, la Regla Volcker no tendría "dientes" para sancionar hasta 2014. Y, aun así, se espera que incluya tantas exenciones y extensiones que los bancos podrían ser autorizados a mantener sus actuales inversiones de capital privado por más de una década.

"La Regla Volcker: nuestra protección contra las crisis financieras de 2024 y más allá." Eslogan pegadizo. Me pregunto por qué el presidente Obama no usó esa leyenda en calcomanías durante la ceremonia para firmar la legislación en 2010.

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Los inversionistas más avezados ignoraron la norma Volcker sobre el capital privado o la aplicaron sólo a las actividades futuras. El ejemplo más obvio es Goldman Sachs, que en 2007 reunió un fondo de capital privado de 20,300 millones de dólares denominado GS Capital Partners VI, que incluyó aproximadamente 9,000 millones de dólares en compromisos del propio banco y de los empleados del banco (un porcentaje demasiado alto para acatar la ley Volcker). Goldman ha decidido no vender su participación en el fondo, en la creencia de que será capaz de conseguir suficientes extensiones o prórrogas para liquidarla responsablemente una vez que la redacción de la Regla Volcker esté concluida. El banco también ha reunido varios fondos nuevos desde que se firmó la Dodd-Frank, incluyendo un fondo de energía, un fondo denominado en renminbi (la moneda china) y un fondo mezzanine que invertirá en bienes raíces. Goldman cree que estos nuevos vehículos cumplirán con la Regla Volcker, según el lenguaje usado en un borrador propuesto de la normativa. Pero si no es así, solicitará extensiones o bien se deshará de ellos en una fecha posterior.

En otras palabras, Goldman Sachs se está beneficiando de actividades que pueden quedar prohibidas bajo la Regla Volcker porque ésta no entró en efecto cuando la pluma de Obama tocó el papel. Pero la ganancia de unos es la pérdida de otros, pues justo lo contrario es cierto para los bancos y otras instituciones reguladas que desinvirtieron en capital privado en los últimos tres años, basándose en la falsa suposición de que el Congreso realmente aplicaría lo que aprobó.

Así que la Regla Volcker se ha convertido en una historia con moraleja, pero por todas las razones equivocadas. Fue diseñada para ayudar a frenar la temeridad de Wall Street, una cultura en la cual los bancos invierten primero y preguntan después. Pero en cambio, sólo validó la actividad de los que, con sobrada pericia, aprovechan la pereza de los funcionarios federales. ¡Vaya reforma!

Este artículo pertenece a la edición de Fortune del 4 de febrero de 2013.

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