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Recompra de acciones, arma de doble filo

Los ejecutivos argumentan que estas operaciones son un signo de fe en los títulos de una empresa; sin embargo, esta medida demanda grandes cantidades de dinero que no se invierten en desarrollo.
mié 09 abril 2014 06:02 AM
86% de las firmas del S&P recompró acciones en los 12 meses terminados en septiembre de 2013. (Foto: Getty Images)
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Todo inversionista inteligente sabe que el objetivo es comprar barato y vender caro, así que ¿por qué se ha perdido este concepto entre los administradores de empresas públicas?

Como analista de Behind the Numbers, Will Becker, muestra en un nuevo informe a clientes sobre la tendencia de una mayor recompra de acciones: cuando la gestión de la empresa toma esta medida, tiende a hacerlo cuando las valoraciones de mercado son altas, no bajas. Y eso es lo que ocurrió exactamente durante el año pasado a medida que el S&P 500 repetidamente alcanzaba nuevos máximos.

Según los datos reunidos por Becker, las empresas del S&P 500 aumentaron la cantidad total en dólares de recompras de acciones en las que participaron, en 28.5% a tasa anual en el cuarto trimestre de 2013, a 126,000 millones de dólares. “Aunque esto representa un incremento secuencial de sólo 1.7% desde el tercer trimestre de 2013, las firmas del S&P 500 han estado más activas en los últimos 12 meses terminados el 31 de diciembre de 2013 que en cualquier otro periodo desde la crisis financiera”, escribe.

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Un poco más de las estadísticas del informe de Becker:

  • 86% de las empresas que cotizan en el S&P 500 recompró acciones en los 12 meses terminados en septiembre de 2013.

  • Actualmente, más empresas en el S&P 500 recompran papeles que las que pagan dividendos

  • En lugar de recomprar acciones cuando los títulos están baratos, la administración tiende a hacerlo cuando están sobrevaloradas. Becker escribe: “No hace falta más que mirar hacia atrás, al auge del mercado de 2006 y 2007, cuando las empresas gastaban más de dos dólares en recompras de acciones por cada dólar que gastaban en dividendos. Sin embargo, para mediados de 2009, cuando las cotizaciones se encontraban en su consabido punto más bajo, las recompras se redujeron a sólo 50 centavos por cada dólar de dividendos”.

Los defensores de los esquemas de recompra suelen destacar el hecho de que esto puede ayudar a las empresas y a los inversores a reducir sus obligaciones fiscales. Por ejemplo, una empresa puede pedir prestado dinero para recomprar y deducir los intereses pagados por la deuda. Al mismo tiempo, algunos inversores prefieren que sus inversiones se aprecien a través de las recompras que recibir un dividendo, ya que deben pagar impuestos inmediatamente sobre los dividendos pero no sobre las ganancias de valores que aún no han vendido.

Otros argumentan que esta medida debería ser un paso natural en el ciclo de vida de una empresa. Las compañías que compiten en industrias en declive con pocas buenas opciones de inversión de capital deben encontrar una manera de devolver ganancias a sus accionistas, y las recompras son una forma efectiva de cerrar gradualmente una empresa de manera que mantenga felices a los accionistas y ejecutivos.

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Pero, ¿qué pasa con las empresas que operan en industrias presumiblemente prósperas como la farmacéutica, que no harán sino volverse más rentables a medida que la población de los países ricos envejezca? En su informe, Becker señala a la empresa farmacéutica Pfizer (PFE) como una firma con pocas buenas excusas para recomprar tantas acciones propias. Pfizer ha sido duramente golpeada por la expiración de las patentes de dos de sus medicamentos más vendidos, Lipitor y Viagra, en los últimos años, y, según Becker, ha estado “luchando” por reemplazar estos ingresos mediante la reducción de costos, adquisiciones y la reestructuración de sus esfuerzos de investigación y desarrollo.

Pero en lugar de verter sus ganancias en el desarrollo de nuevos fármacos, Pfizer ha estado ocupado en recomprar enormes cantidades de sus propias acciones: por valor de 16,300 millones de dólares en 2013. Becker sostiene que el movimiento de la empresa podría tener tanto que ver con que los ejecutivos esperan reducir el número total de acciones en circulación para poder cumplir con ciertos parámetros de rendimiento basados en los precios de las acciones, como con la creencia de que las acciones de Pfizer están infravaloradas. Becker escribe:

“Al observar el programa de incentivos anual de PFE, un fondo se financia con base en el desempeño financiero de la empresa en tres métricas: ingresos totales, ganancias por acción diluidas ajustadas y flujo de caja proveniente de operaciones... en gran parte con la ayuda de su registro de actividad de recompra de acciones, PFE se las ha arreglado para exceder el objetivo de 2013 de ganancias por acción diluidas ajustadas, pese a producir un rendimiento ligeramente menor al objetivo en sus métricas de ingresos y flujo de caja".

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Aunque Pfizer no tuvo un 2013 particularmente estelar, sus ejecutivos sí recibieron bonos saludables, en parte debido a que Pfizer superó sus metas de crecimiento en ganancias por acción, una meta que no habría sido cumplida sin un esfuerzo tan coordinado para mantener el número total de acciones en circulación excepcionalmente bajo. Mientras tanto, Pfizer ha reducido su inversión en investigación y desarrollo como porcentaje de los ingresos cada año desde 2007; lo cual no puede ser un buen augurio para las perspectivas de la empresa de lanzar el próximo Lipitor o Viagra.

Becker cree que Autozone también es excesivamente aficionada a la recompra de acciones y que su presidente ejecutivo William Rhodes acabará siendo un principal beneficiario de la estrategia, debido a que “un importe significativo de su futura compensación está vinculado a objetivos de ganancias por acción diluidas”. Al igual que Pfizer, el dinero para recomprar acciones ha obligado a Autozone a reducir la inversión en otras partes de la empresa debido a que recientemente ha reportado un déficit de flujo de caja y ha tenido que tomar cientos de millones de dólares en nueva deuda.

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Becker también señala a empresas como Sysco, Jarden y Brinker International como empresas que hacen recompras por las razones equivocadas, pero seguramente hay muchas más allá afuera. Y a medida que el mercado de valores continúa subiendo, los inversionistas deberían ser incluso más cautelosos al invertir en empresas que preferirían recomprar sus propias acciones a valoraciones altas que invertir en su negocio, el generador ostensible de las ganancias de capital.

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