¿El DF necesita un nuevo aeropuerto?
La situación que enfrenta la industria aeronáutica nacional es una buena oportunidad para analizar si urge destinar capital público y privado a la construcción de un nuevo aeropuerto para la Ciudad de México, amén de los intereses empresariales y políticos del país.
La privatización de los aeropuertos y la creación de más aerolíneas no arrojó el crecimiento esperado en el número de pasajeros y en el desarrollo del sector, sólo activó una guerra depredadora de rutas y tarifas, así como la bancarrota de más de media docena de líneas aéreas, sin incluir a Mexicana de Aviación y sus dos filiales.
El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) movilizó en el primer semestre del año 11.7 millones de pasajeros, 0.6% menos que durante 2009. En tanto, la salida de Mexicana de Aviación redujo 43.1% el total de los 31,000 asientos de avión disponibles.
Cifras oficiales estiman que, en México, el número total de pasajeros que viaja en avión disminuyó de 60 millones a 47 millones entre los años 2007 y 2010. Si sumamos que el AICM tiene una capacidad para atender a 32 millones de pasajeros anuales, además de que concentra entre 40 y 45% de todos los vuelos que se realizan en el país (la mitad de éstos, de conexión con origen a otros destinos), la terminal aérea tardará mucho tiempo en saturarse en lo que se reacomoda el mercado.
Entonces se necesita una política aeronáutica nacional integral y de fondo que se convierta en el mandamiento sagrado de la aviación, que replantee que un gasto de 5,000 a 10,000 millones de pesos en una terminal aérea nunca será una solución a largo plazo, si no se propicia en conjunto el desarrollo del matrimonio aerolíneas y aeropuertos, mediante un cobro más equitativo en las tarifas y los servicios que se prestan.
Tan sólo la conservación de algunas rutas directas y la redistribución de otras en mercados regionales podría disminuir la guerra tarifaria, descentralizar las operaciones y generar una mayor vida útil al AICM, y a otros aeropuertos como Guadalajara y Monterrey, que requieren ampliar sus instalaciones.
El país no está en condiciones económicas para invertir elevadas sumas en un solo proyecto, y mucho menos de desviarlos del gasto social y de otras obras públicas, para satisfacer intereses políticos rumbo a las elecciones o para saciar los bolsillos empresariales.
¡Hagamos cuentas! Aún hay tiempo para crear un comité en el que verdaderamente participen todos los implicados en el sector, la academia y la sociedad civil.
¿Acaso a la autoridad le falta capacidad para idear otros esquemas que no resulten tan caros, como la construcción de una nueva terminal, para dar más viabilidad al AICM? ¿Seguirá creando mercados artificiales con la salida de más aerolíneas de bajo costo? ¿O prefiere perder el ingreso de la venta de turbosina y servicios del espacio aéreo cada vez que truena una aerolínea, antes que crear una política aeronáutica?
*Desde 1997 cubre los sectores de infraestructura y transporte en diferentes medio de comunicación.
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