El gran telón mexicano
Las luces se apagan y el telón se levanta ante las desventuras de un mentiroso Don García. Así, La verdad sospechosa, obra de Juan Ruiz de Alarcón, inauguró magistralmente el Palacio de Bellas Artes el 29 de septiembre de 1934.
El origen del recinto está en los festejos del centenario de la Independencia, cuando el gobierno de Porfirio Díaz ordenó un nuevo teatro al arquitecto italiano Adamo Boari, en terrenos del antiguo convento de Santa Isabel (hoy la Alameda Central).
Más que un teatro se diseñó un foro múltiple con salas en torno a un hall (recinto cultural) rematado en triple cúpula, una sala para 2,255 personas y un gran telón antifuego de cristal realizado por la casa Tiffany de Nueva York.
Las fachadas se recubrieron con mármol de diversas partes del país. El conjunto cuenta con estilo Art Nouveau y detalles de la flora y la fauna mexicanas, pero manteniendo rasgos clásicos.
Tras algunos retrasos por hundimientos del terreno y la revolución de 1910, la construcción se detuvo, y no fue reiniciada sino hasta 1932 por el arquitecto mexicano Federico Mariscal. Así, concluyó en marzo de 1934, cuando fue rebautizada como Palacio de Bellas Artes.
Hoy, su plaza, modificada varias veces, cuenta con un estacionamiento subterráneo. Exhibe obras de grandes muralistas mexicanos, como David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco. Es sede de actividades artísticas y culturales y del Museo del Palacio de Bellas Artes y del Museo Nacional de Arquitectura.
Es uno de los teatros más importantes del mundo y fue declarado monumento artístico por la UNESCO en 1987.
Actualmente es un museo sobresaliente y el centro cultural más relevante del país.
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