Y sin embargo, se mueve
Ni brillantes tecnócratas, ni eficientes administradores reconocidos en la empresa privada: ante la mayor crisis económica de la historia reciente, el presidente Felipe Calderón elige atacarla con sus compañeros de viaje. Las secretarías de Hacienda y de Economía están hoy en manos de quienes ayudaron a Calderón a llegar a Los Pinos. Que levanten la mano quienes no se lo esperaban (la próxima ya la verán venir).
Una aclaración: Agustín Carstens no es el tema. Nació para ser Gobernador del Banco de México y la lealtad que le suponen se va a pasar en cuanto se le dispare el precio del jitomate. Esperen y verán.
Lo importante es que en un año en que la economía se derrumba, el petróleo se nos acaba, así como la gripa y todo lo que ya sabemos, el nombramiento de un secretario de Hacienda fuereño, ajeno a la camada del Banxico de Miguel Mancera, Gobernador entre 1982 y 1998, no ha desatado una catástrofe. El índice de precios de referencia de la Bolsa mexicana cayó 0.13% al saberse que Ernesto Cordero, coordinador de la plataforma económica del candidato Felipe Calderón en 2006, ocupará la secretaría de Hacienda. Nada.
Quizá se esperaba una salida masiva de capitales. Usted quizá incluso lo deseaba, no se haga, para demostrar que podemos caer aún más bajo. Pues no. El revuelo del mundo político es comprensible, pero ignora algunos logros de la democracia mexicana.
Hoy por hoy no pasa nada si el Presidente, como en cualquier país desarrollado, nombra secretario a un compañero de partido de credenciales medianos para los estándares del jurado de los Nobel. No digo que eso sea lo deseable -Obama dio un paso más allá y se buscó el mejor Gabinete posible-, pero es la real politik. Y en el caso de Cordero, por favor, tampoco estamos tan mal.
Por si alguien no se dio cuenta, en el último mes el presupuesto ya no es un asunto de Palacio Nacional: el Congreso decide. La ley impide que un secretario de Hacienda se salte las metas de déficits. Ningún secretario, por muy cuate que sea del presidente, puede hacer la décima parte de las estupideces que hicieron algunos antecesores de Cordero.
El candidato a doctor en Economía por la Universidad de Pennsylvania, Ernesto Cordero (ceteris paribus, el título parece ser requisito sine qua para optar al cargo), deja la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), supuestamente dañado porque no supo aprovechar el presupuesto social para convertirse en presidenciable (es sorprendente que podemos escribir cosas así y dormir bien por las noches). En Hacienda le espera un equipo heredado de técnicos, profesionales, subsecretarios hipertalentosos. Es economista, tiene una relativa experiencia de Gobierno. Se me ocurren posibilidades mucho peores.
Luego está la falta de un candidato a las elecciones presidenciales de 2012, partido en el Gobierno, Acción Nacional, un problema que el presidente Calderón, como hombre de partido, debe estar queriendo resolver con este movimiento. O qué demonios pinta Heriberto Félix en Sedesol (¿a qué será candidato?). Estos movimientos están en la tónica de la última década mediocre.
La duda sigue siendo: ¿De dónde van a salir las ideas para sacar al país del hoyo? Una duda que debe responder no sólo el Gabinete o Calderón, también el Congreso, la oposición, el partido en el Gobierno, la academia, las empresas privadas y uno mismo.
Pero no nos rasguemos las vestiduras por seguir como estamos.
* El autor de este artículo es director editorial de Negocios de Grupo Editorial Expansión.