Cuando se trata de describir al joven mexicano actual, las primeras impresiones que algunos nos generamos al respecto es de que son rebeldes, negativos, agresivos, cerrados en su comunicación y en especial con conductas de riesgo; muchos de estos comportamientos son propios de la etapa adolescente en la que se establecen los ideales y se reconocen los valores. Son necesarios para que el adolescente entre al mundo de los adultos teniendo una poderosa razón en la cual creer, y sentirse parte de él. No obstante lo anterior, pareciera que el joven vive y experimenta la realidad como algo ajeno, donde el sonreír se ha vuelto algo mecánico más que una expresión espontánea, y que las charlas que sostiene con sus amistades, familiares y demás personas que conviven a su alrededor carecen de significado.
Sin embargo, los jóvenes mexicanos tienen que hacerle frente a la apatía que la sociedad pareciera querer generar en ellos. Esa "desmotivación", que refleja y hace evidente a través de diversas conductas que sólo consumen tiempo y esfuerzo, y que bien podrían estar dirigidas a situaciones estimulantes y con fines de desarrollo personal, que lograrían comportamientos asertivos y satisfechos de lo que creen y de aquello que los hace sentir bien.
Debemos entender que cuando hablamos de "apatía" no nos referimos a las acepciones comunes de inactividad y desinterés, que bien pueden ser confundidas con las características de una depresión, sino a la falta de creencia en una convicción autogenerada que los haga actuar en beneficio propio, y no necesariamente como lo esperaría la sociedad.
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, facilita el desarrollo interpersonal, la autoestima y el reconocimiento mutuo...No obstante, encuentran dificultades para integrarse al mundo laboral" (CEPAL 2008).Por lo tanto, debemos evitar que nuestros jóvenes caigan en ese "vacío" en el cual coexisten, con la incertidumbre y temores infundados sobre su capacidad para lograr sus objetivos y metas. Algunos adultos solemos dar como un hecho que los jóvenes generan experiencias muy propias, pero los descalificamos y hasta, en ciertas ocasiones, alteramos sus propias experiencias, al grado que para ser aceptados y amados, los chicos se conforman con "repetir o imitar" conductas, comportamientos o ideologías que de otra forma hubieran sido creados de manera original por ellos mismos y su esencia.
El joven se enfrenta a las expectativas de grandes logros, reconocimiento e ingresos económicos, ante las que muestra una falta de comprensión respecto a cómo reaccionar y las expectativas sociales depositadas en él, los hemos hecho inmunes a los logros y requerimientos sociales, dadas las exigencias depositadas en ellos.
Estos chicos suelen tener escasas expectativas de crecimiento y desarrollo y aspirar a poco, pese a su inteligencia, instrucción y capacidad; se muestran insensibles al fracaso e, incluso, al logro.
La falta de ilusiones y de ambiciones afecta al joven en todas las esferas de su vida, incluyendo el aspecto laboral, donde considera que tiene pocas oportunidades de crecimiento, éxito y desarrollo profesional. Carece de claridad y reconocimiento de su propia valía.
Está en nosotros como sociedad eliminar esta apatía:
1. Al no desmeritar al joven por su corta edad o poca experiencia.
2. Por no comprender sus motivos e impulsos, calificándolos como vagos u ociosos.
3. Permitir que nuestros jóvenes construyan su propia valía y confianza al "dejarlos ser", con límites bien fundamentados y enseñándolos a ser responsables de sus propias conductas y decisiones.
Recordemos que todos fuimos jóvenes y nos equivocamos, pero eso nos permitió convertirnos en los adultos inteligentes, maduros e integrales que somos hoy en día. Permitamos a nuestros chicos seguir su propio camino, acompañándolos en el proceso. Si esto es muy difícil para el padre o el joven, siempre es posible buscar una asesoría o apoyo profesional. Un psicoterapeuta puede ser de utilidad en este proceso.
*Amparo Miranda es psicoterapeuta y directora de servicios clínicos de
, A.C.(PEI, A.C.) Moisés Balcázar Becerra es psicoterapeuta especializado en la atención de adultos y parejas, colaborador de PEI, A.C.