China ejecuta a tres filipinos por tráfico de drogas
Nota del editor: Jaime's China es una columna semanal sobre la sociedad y la política chinas. Jaime FlorCruz ha vivido y trabajado en China desde 1971. Estudió Historia de China en la Universidad de Pekín (1977-81) y se desempeñó como corresponsal de la revista TIME en Beijing, donde fue jefe del bureau (1982-2000).
BEIJING, China (CNN) — Tres filipinos —dos de ellas mujeres—, sentenciados por tráfico de drogas en China, fueron ejecutados a través de inyección letal.
Ramón Credo, de 42 años, y Sally Villanueva, de 33, fueron ejecutados en la ciudad de Xiamen, mientras Elizabeth Batain, de 38 años, fue ejecutada el mismo miércoles en Shenzhen, cerca de Hong Kong.
Los tres fueron arrestados de manera separada en el 2008. Las autoridades afirman que entre todos llevaban al menos 11 kilos de heroína a China.
El caso desató una gran cantidad de reacciones emocionales en las Filipinas, mi tierra natal, y entre los filipinos alrededor del mundo.
El vocero presidencial filipino, Edwin Lacierda, hizo una declaración tras recibir la noticia de las ejecuciones. Expresando su solidaridad con las familias de los tres, Lacierda dijo: “Sus muertes son una lección del alto costo que el tráfico de drogas representa para familias enteras”.
Dijo que el gobierno actuará con firmeza para combatir las células del narcotráfico. “Estamos decididos a romper la cadena de víctimas de aquellos que engañan y destruyen vidas para llevar a cabo sus operaciones comerciales”, afirmó.
En los días previos a las ejecuciones, se organizaron misas especiales y oraciones en Manila, así como en otras ciudades con la esperanza de que un “milagro” salvara a los prisioneros.
“No hubo milagros”, escribió Rodel Rodis, un abogado residente de San Francisco, a través de una publicación en Facebook. Rodis se opuso a las ejecuciones, afirmando que “son seres humanos con familias que fueron víctimas de los grupos del narcotráfico”.
Ramón Tulfo, un prominente comentarista de multimedios en Manila, tenía un punto de vista diferente. “Tenemos muchas cosas por las que llorar, así que no desperdiciemos nuestras lágrimas en tres criminales que le trajeron vergüenza a nuestro país”, escribió Tulfo en el diario Phillipine Daily Inquirer. “Si continuamos pidiendo por sus vidas, daremos la impresión de que nuestro país es un paraíso de mulas (personas utilizadas para introducir drogas). Dejemos que los chinos apliquen su estricta ley antidrogas, de la misma manera en que esperaríamos que ellos respetaran que nosotros aplicaríamos las nuestras si detuviéramos a chinos intentando introducir drogas a nuestro país”.
Tulfo solicitó al gobierno que investigara cómo fue posible que tres personas se las ingeniaran para transportar drogas a través de los sistemas de revisión en las Filipinas, afirmando que si alguien más estuvo involucrado y “debería ser investigados y enviados a prisión”.
La ejecución de los tres filipinos estaba originalmente programada el 20 de febrero, pero China aceptó posponer las ejecuciones después de que el vicepresidente filipino, Jejomar Binay, viajara a Beijing para abogar por ellos.
Esta reprogramación levantó especulaciones de que se trataba de una respuesta sin precedentes a los numerosos intentos del gobierno filipino. En diciembre, Manila decidió no enviar un representante a la ceremonia del Premio Nobel de la Paz realizada en Oslo, donde se galardonó a Liu Xiaobo, un político disidente chino.
China estaba furiosa por la entrega del premio Nobel y presionó a otros países para no asistir a la ceremonia.
Durante su visita a Beijing en febrero, el vicepresidente Binay comentó a CNN que no había ninguna negociación por debajo de la mesa con China. “No toleramos el tráfico de drogas y respetamos las leyes de China”, afirmó. “Sin embargo, creemos que estos filipinos fueron víctimas de las células internacionales del narcotráfico. Simplemente fueron inducidos al crimen.
Autoridades fiilipinas reconocieron que la reprogramación de las ejecuciones no significaba la liberación o perdón de las sentencias de muerte.
A principios de marzo, Liu Jianchao, embajador chino en las Filipinas, le dijo a reporteros filipinos en Manila que las decisiones de la corte eran definitivas y que las ejecuciones se llevarían a cabo tarde o temprano. La semana pasada, las ejecuciones se programaron para el 30 de marzo.
Días antes de las ejecuciones, autoridades filipinas hicieron un último esfuerzo, solicitando que el perdón para los tres filipinos. El presidente Benigno Aquino Jr. escribió a su homólogo Hu Jintao para pedirle clemencia.
China sostiene que el tráfico de drogas es una seria ofensa y que implica castigos severos para quienes sean condenados por dicho crimen. Bajo las leyes chinas, el tráfico de 50 gramos o más es penalizado con largos períodos de prisión. Aquellos condenados por traficar mayores cantidades reciben cadena perpetua o la muerte.
La pena de muerte es impuesta usualmente por cortes locales y son sujetas a revisión por la Suprema Corte, la cual emite la resolución final.
En años recientes, China también ejecutó a traficantes de Inglaterra, Malasia, Tailandia y Japón.
Según las autoridades, Credo y Ordinario fueron sorprendidos con al menos 4 kilos de heroína cada uno, mientras que Batain fue arrestada con casi siete kilos.
Este quizá no sea el único caso que llame la atención internacional. Desde el 21 de octubre de 2010, según el Departamento de Relaciones Exteriores de Manila, hubo más de 70 filipinos en China que fueron condenados y sentenciados a muerte por tráfico de drogas. Sólo seis de los casos han llegado a la Suprema Corte. Dos fueron revertidos, uno está todavía en revisión y tres fueron reafirmados y llevados a cabo este miércoles.
Según diplomáticos filipinos que se entrevistaron con ellos, los acusados fueron “mulas de drogas” reclutados por células internacionales de narcotraficantes para ser sus mensajeros. En muchas ocasiones, según señalan las autoridades, se les prometen “bonos de mensajería” que van desde pocos cientos a pocos miles de dólares. “Esto le ocurre a muchos filipinos que están desesperados por conseguir dinero rápido o trabajos en el extranjero”, me dijo uno de los diplomáticos. “Es 'kapit sa patalim' – gente desesperada agarrando cuchillos”.