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Calidad del empleo: el verdadero reto

Empleo y salarios de baja calidad impiden al país levantarse, dice José Luis de la Cruz; la recuperación económica no ha implicado un aumento del bienestar de la población mexicana.
lun 18 abril 2011 06:00 AM
Los analistas consultados por el Banco de México esperan que el tipo de cambio se ubique en 13.04 pesos por dólar al cierre de 2010. (Foto: Cortesía Banco de México)
banco-de-mexico-billetes-peso-cortesia.jpg (Foto: Cortesía Banco de México)

El incremento de la informalidad, las bajas prestaciones laborales y la pérdida de poder adquisitivo de los salarios constituyen las diversas caras de un mismo problema: el deterioro estructural del trabajo en México. La falta de financiamiento a las pequeñas y medianas empresas, la excesiva canalización de recursos hacia actividades no productivas, las elevadas tasas de interés, la usura y la gran cantidad de recursos privados que se destinan a la compra de la deuda del sector público, representan algunos de los elementos que explican la baja incidencia que el sistema financiero tiene sobre el crecimiento económico.

Para la Hacienda Pública la limitante es que sus ingresos dependen de un sector petrolero que no tiene encadenamientos productivos con el resto de la economía.  Los beneficios iniciales generados por los altos precios del hidrocarburo se escapan por la subordinación que el país tiene respecto a la importación de gasolinas y otros derivados del petróleo

El resto de la recaudación se genera de una sociedad empobrecida por las reiteradas crisis y las malas condiciones laborales. La creciente necesidad de recursos por parte del sector público no puede ser saciada por una economía que no progresa y se encuentra lacerada por una distribución desigual de la riqueza. La inequidad en la repartición del ingreso no puede solucionarse en tanto no se mejore el salario que se paga a los trabajadores.

Además, la recuperación económica experimentada por el país no ha implicado un aumento del bienestar de la población mexicana. Las cifras dadas a conocer por el INEGI hacen plausible observar que, hasta el último trimestre de 2010, se registró una tasa de desocupación ligeramente superior a la contabilizada un año antes. Al mismo tiempo, la información oficial muestra un incremento significativo en el Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza, a tal grado que se encuentra en niveles similares al máximo alcanzado durante la pasada recesión.

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A pesar del crecimiento económico, durante el primer trimestre del año las altas tasas de desocupación siguen presentes, lo cual es sinónimo de la insuficiente creación de empleo formal bien remunerado. De la encuesta estratégica de empleo trimestral, se desprende que la situación del trabajo ha empeorado en casi todos los rubros, y se puede inferir que las mismas implican el aumento del denominado como empleo precario: ausencia de prestaciones sociales, bajos salarios y poca estabilidad laboral. Para las familias lo anterior se traduce en una menor calidad de vida y en una distribución de la riqueza poco igualitaria.

A partir de ello, se puede inferir que la mayor proporción de las ganancias obtenidas por la expansión de 2010 se ha concentrado en pocas manos, en aquellas que controlan los procesos productivos y la distribución de los bienes y servicios generados en el país. A lo anterior también ha contribuido el gasto de gobierno. Durante el año pasado, la inversión privada tuvo un pobre desempeño , principalmente debido a que la mayor parte de los empresarios no renovó su infraestructura. Al mismo tiempo, las estadísticas oficiales muestran que existió una modesta creación de empresas. Sin embargo, el gasto público en capital aumentó en más de medio billón de pesos, pero casi todo quedó en poder de las empresas, que son capaces de ejecutar las grandes obras carreteras, petroleras, de energía eléctrica y de vivienda que se gestan con dinero público. Además en 2010 no se registraron avances en la competitividad y  productividad nacional, por lo que el gasto realizado no sentó las bases para que en el futuro las cosas cambien.

Desgraciadamente, lo descrito no es algo extraño en épocas de crisis, es la secuela natural para un sistema económico y social incapaz de generar oportunidades en igualdad de circunstancias para todos sus integrantes. Como producto de las recesiones se tiene que la mayor probabilidad de éxito se vuelca hacia quienes mantienen una capacidad financiera suficiente para aprovechar un entorno en donde las pequeñas y medianas empresas no cuentan con las mismas facilidades.

El aumento en la pobreza es el corolario, algo destacado en los estudios realizados por organismos nacionales e internacionales. Lo descrito plantea que los bajos salarios y el empleo de baja calidad son los verdaderos límites de la recuperación económica, el verdadero reto a superar.

*El autor es Director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México.

 

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