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Salvo 'pequeños' detalles, esta boda real es como cualquier otro festejo

Todas las parejas atraviesan pánico al planear su boda y problemas para conciliar entre familias, aunque sean de la realeza
jue 28 abril 2011 06:45 PM
QUEEN
QUEEN ELIZABETH QUEEN

Date la oportunidad de mostrar algo de simpatía. Si lo reducimos a su esencia, la boda real es como cualquier otra boda que hayamos amado u odiado, con sus abundantes problemas.

Primero: ¿debes invitar al familiar incómodo?

La querida tía divorciada Sarah, duquesa de York, fue un dolor de cabeza. Quizás aparecer en las cámaras aceptando sobornos para tener acceso a la realeza significa que no está invitada. El tío Gary de Kate fue atrapado por las cámaras vendiendo cocaína, pero creo que él tendrá más suerte por estar del lado de la familia Middleton. 

En segundo lugar, no NECESITAMOS invitar al lindo presidente Obama , pues de cualquier forma vendrá el mes entrante para una visita de estado. Y nuestros queridos Nico y Carla en París… pues sí podríamos invitarlos, pero si les decimos a ellos… ¿tendríamos que invitar al espantoso Berlusconi y a quién sabe qué acompañante?

A cuánta gente invitar… tu iglesia local tiene capacidad para 200 personas, pero la Abadía de Westminster para 2,000. Aún así, no es espacio suficiente para todas las molestas esposas de los embajadores, que quizás ya se compraron un gran sombrero pero no habrá espacio para que lo luzcan. Perdón, pero que no vengan.

Y también tenemos el terrible problema de sentar a la gente. “No podemos sentarlo junto a ella”, en este caso, a la reina y a Earl Spencer.

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Su Majestad no se ha olvidado del panegírico que dio en el funeral de Diana en la Abadía, cuando condenó a la familia real, diciendo: “ella no necesitaba un título real” para hacer lo que hacía. No… mejor hay que poner a los Spencer del lado de la novia… no creo que les importe.

Después de la ceremonia, habrá más problemas en común: tu boda tuvo un almuerzo y una fiesta en la tarde, y será una confusión decidir a quién invitar a cada una. Hay 1,900 invitados a la Abadía. ¿Es correcto invitar a alguien a la misa y no darles un canapé? Y si reducimos la lista a 600 para el almuerzo y a 300 para la cena-baile, será una pesadilla.

Y de pronto, no importa si es una boda local, un compromiso, un bar mitzvah o un cumpleaños número 80, todos son iguales. Semanas de angustia y discusiones, horas de tensión, y con suerte, unas horas para que todo salga bien.

Apuesto que hasta la reina tiene miedo de dónde acomodar a cada quién a la hora del almuerzo.

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