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OPINIÓN: Una misión a Marte para reemplazar un transbordador

¿Cómo la NASA podrá revivir el programa espacial luego del último viaje del transbordador Atlantis al espacio?
mié 29 junio 2011 12:15 PM
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Nota del Editor: Robert Zubrin es el presidente de Mars Society (Sociedad de Marte) y de la firma espacial "R&D firm Pioneer Astronautics" (fima R&D Pioneros Austronautas), quienes realizan investigaciones para la NASA y otras agencias. La última versión de su libro , "The Case for Mars: The Plan to Settle the Red Planet and Why We Must" (El Caso para Marte, en español) ha sido publicada por Free Press.

El programa espacial de Estados Unidos está a la deriva. El 8 de julio, el transbordador espacial Atlantis tiene programado realizar su vuelo final al espacio, y hasta ahora, la administración Obama no tiene ningún plan coherente sobre qué hacer en el futuro.

Estados Unidos permanecerá la próxima década gastando 100 mil millones de dólares con el fin de apoyar un esfuerzo espacial que no va a ninguna parte y no conseguirá nada.

Para que el esfuerzo de exploración humana de la NASA  pueda progresar, la misma necesita un objetivo concreto, uno que realmente valga la pena perseguir. El objetivo debería ser enviar gente a Marte.

A consecuencia de una serie de exitosas pruebas enviadas al planeta rojo durante los últimos 15 años, ahora sabemos que Marte fue alguna una vez un planeta caliente y húmedo , con lagos, ríos y océanos en su superficie. El mismo siguió teniendo una hidrosfera activa por mil millones de años – un período cinco veces mayor al tiempo necesario para que existiera vida en el planeta Tierra luego de la aparición del agua.  

Así que, si es cierta la teoría de que la vida es una fuerza natural que surge de la química entre el agua, varios minerales y un período suficiente de tiempo, entonces se puede decir que hubo vida en Marte .

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Además, sabemos que la mayor parte de aquella agua permanece en el Planeta Rojo en forma de hielo o barro congelado, se estima que el suelo de regiones (que son tan grandes como un continente) tenga un 60 % de su peso en agua. No sólo eso, los científicos han descubierto que Marte tiene agua líquida, no solo en la superficie, sino en el subsuelo, donde la calefacción geotérmica ha creado ambientes capaces de proporcionar un hogar ideal para que exista vida.

En los últimos 10 años  se han encontrado diversos sitios en donde el agua subterránea ha inundado la superficie del planeta y la misma se ha depositado en cráteres. En efecto, hemos descubierto la característica de emisiones de metano de la vida microbiana subterránea que surge de las aberturas en la superficie marciana. Éstas son pruebas de vida o pruebas de ambientes hidrotermales subterráneos ideales para la vida humana.

Si vamos a Marte y descubrimos fósiles de una vida pasada en su superficie, entonces tendremos una buena razón para creer que no estamos solos en el universo.

Si enviamos exploradores humanos, que puedan excavar para encontrar agua subterránea en donde la vida en Marte pudiera aún existir, entonces podremos ser capaces de examinarla. Haciendo esto, tendríamos la capacidad de determinar si la vida en el planeta Tierra es un patrón para la vida en cualquier otro lugar, u otra alternativa, que somos un ejemplo esotérico de una especie lejana e interesante. Estas cosas realmente valen la pena ser estudiadas.

Además, Marte es un desafío positivo que necesita nuestra sociedad. Las naciones, como la gente, prosperan ante el desafío y decaen sin el. El reto de un programa espacial humano a Marte sería una invitación a la aventura a cada persona joven en Estados Unidos, enviando un poderoso llamado: "aprenda sobre ciencia y usted puede ser parte en la promoción de un nuevo mundo".

Existirán más de 100 millones de niños en escuelas estatales durante los próximos 10 años. Si un programa de Marte pudiera inspirar a sólo el 1% de esos niños a perseguir una educación científica, el resultado neto sería más de un millón de científicos, ingenieros, inventores e investigadores médicos, desarrollando innovaciones tecnológicas que creen nuevas industrias, encuentren nuevas curas a enfermedades, refuercen la defensa nacional y aumenten la renta nacional a un grado en el que completamente se reduzcan los gastos del programa a Marte.

Pero la razón más importante para ir a Marte es la puerta al futuro que abre.

Únicamente entre los cuerpos extraterrestres del sistema solar interior, Marte está dotado con todos los recursos que son necesarios para no sólo apoyar la vida humana, sino también para el desarrollo de una civilización tecnológica. Para nuestra generación y aquellos que seguirán, Marte es el Nuevo Mundo. No deberíamos rechazar su desafío.

Estamos listos. Cuando muestro detalladamente en la última actualización de mi libro, "El Caso para Marte", en la actualidad estamos mejor preparados para enviar gente a Marte, y no como en 1961, año en el que debíamos enviar el hombre a la luna, cuando el presidente John F. Kennedy inició el programa Apolo. Logramos aterrizar en la Luna ocho años más tarde.

Naves espaciales sacadas de una película de ciencia ficción no son necesarias para ir a Marte. El requerimiento principal es un cohete sólido, con una capacidad similar al vehículo Saturno V empleado en los años 60. Esto se trata de algo que sabemos diseñar.

La misión podría entonces ser completada en tan solo dos lanzamientos. El primero enviaría un Vehículo no tripulado (EVR por sus siglas en inglés) y sin combustible a Marte.

Luego de aterrizar, el vehículo produciría su propio combustible de metano y oxígeno, combinando pequeñas partículas de hidrógeno importadas del planeta Tierra con dióxido de carbón obtenido en la atmósfera de Marte. La operación química requerida para realizar esta operación ha sido practicada a gran escala en la Tierra desde la era del fuego.

Una vez que el propulsor es fabricado, se envía un equipo a Marte en un módulo habitable lanzado por un segundo cohete. Luego de un viaje de seis meses al Planeta Rojo, el módulo habitacional aterrizaría próximo al EVR, y el mismo sería usado como base del equipo para explorar la superficie marciana.

Vistiendo trajes espaciales para proteger a la tripulación de la fina atmósfera marciana, los astronautas permanecerían entonces un año y medio explorando el pasado y presente de la vida en este planeta, para luego regresar al transbordador y emprender un viaje de vuelta de seis meses a la Tierra.

No se requiere de un plan con una tecnología superior a la que tenemos en la actualidad.

El problema no es dinero. El problema es liderazgo. El presupuesto promedio de la NASA en la era de Apolo (1691-1973), ajustado por la inflación en la actualidad, fue de alrededor de 19 mil millones de dólares al año, solo un 5 % más del presupuesto actual de la agencia espacial.

Sin embargo, la NASA en la década de 1960, logró llevar a cabo más proyectos porque tenían una misión con una fecha límite, y fue obligado a desarrollar un plan eficiente para conseguir esta misión, posteriormente tuvo que construir elementos y tecnología para llevar a cabo ese plan. Si el presidente Barack Obama estuviese dispuesto a dar esta clase de liderazgo, podríamos tener gente en Marte en 10 años.

Los estadounidenses quieren y merecen tener un programa espacial que realmente tenga una misión. Es hora de tener uno. La fortuna favorece al valiente, señor Presidente, tome las riendas. 

Las opiniones expresadas en este artículo corresponden únicamente al autor.

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