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OPINIÓN: El acuerdo sobre la deuda en EU no es motivo de celebración

Mientras políticos y mercados suspiran de alivio, es momento de reflexionar sobre lo que hemos aprendido de esta crisis, dice el autor
mar 02 agosto 2011 10:02 AM
EU - Capitolio - deuda
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Nota del editor: Ethan Ilzetzki es conferencista y profesor adjunto del Departamento de Economía y Asociado al Centro de Presentaciones Económicas de la London School of Economics. Se ha desempeñado en posiciones de políticas e investigación del Fondo Monetario Internacional y en Millennium Challenge Corporation.

(CNN)  Por fin se llegó a un acuerdo entre la Casa Blanca y el Congreso en las negociaciones para elevar el techo de deuda.

Mientras políticos, mercados y ciudadanos suspiran de alivio, quizá sea momento de reflexionar sobre lo que hemos aprendido de esta crisis sobre el estado de los Estados Unidos y las economías globales. ¿De qué se trató toda la conmoción?

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Los gobiernos de todo el mundo, pero particularmente los de Europa, han estado tomando decisiones difíciles todo el año. Los mercados han mostrado poca paciencia ante las jugadas contables del gobierno griego, las altas cargas de deuda de los portugueses y los irlandeses soberanos, así como los grandes déficits en otras economías.

Teniendo alternativas de inversión en cualquier otro lado, los inversionistas vendieron los bonos de estos países de manera masiva. Las subsecuentes altas tasas de préstamos forzaron a estos gobiernos a tomar decisiones difíciles. Se vieron obligados a recortar el gasto gubernamental e incrementar los impuestos de la noche a la mañana.

El gobierno de coalición en Inglaterra decidió promulgar medidas de austeridad preventivas. Hubo quienes cuestionaron el momento y la urgencia de estos recortes presupuestales. Pero al menos fueron promulgadas por un Parlamento que fue electo recientemente a través de procedimientos presupuestales estándares y no bajo la presión del mercado.

El contraste con Estados Unidos no podría ser mayor. Estados Unidos no enfrentó una crisis de deuda sino una política . Aún con el prospecto de una falta de pago soberana y advertencias de agencias crediticias de que la deuda de Estados Unidos sería bajada de categoría, los mercados mostraron un insaciable apetito por la deuda federal estadounidense. Durante diez años, el gobierno de Estados Unidos ha podido pedir préstamos a tasas de interés de alrededor del 3% y podido renegociar sus deudas de corto plazo, prácticamente sin intereses.

Sorpresivamente, a través de toda la “crisis de deuda”, los precios de los bonos estadounidenses se han incrementado.

Los precios de los bonos se elevaron el viernes con las “malas noticias” sobre el progreso de las negociaciones de la deuda y el lunes cayeron en el comercio europeo mientras se alcanzaba el acuerdo. Para los espectadores en países en crisis del sureste de Europa , esto podría parecer extraño. Pero estos acontecimientos son indicadores de que los inversionistas estaban más preocupados por la provisión estable de bonos de Tesorería y las condiciones económicas de Estados Unidos que por la excesiva deuda pública estadounidense o la posibilidad de caer en moratoria. Los fondos de inversión, bancos centrales en mercados emergentes e inversionistas en todo el mundo siguen viendo a los títulos del gobierno estadounidense prácticamente como la única opción mientras continúen los activos seguros de la reserva. El “privilegio exorbitante” de Estados Unidos ha estado en exhibición con toda su fuerza.

También nos enteramos que la política estadounidense, no sólo su economía, podría provocar oleadas en todo el mundo. Elevar el techo de la deuda debió haber sido un idea tonta . En todas las demás democracias, los déficits y deuda son simplemente el resultado de leyes fiscales y presupuestos que aprueban sus legisladores.

La negativa de Congreso de elevar el techo de la deuda fue vista en todo el mundo como una rebelión, no contra la política económica o el presidente, sino contra los propios compromisos del Congreso. La intransigencia del Congreso fue manifestada en una retórica fiscalmente responsable. Irónicamente, este comportamiento fue sólo una demostración de que el sistema de gobierno estadounidense no es capaz de manejar sus finanzas públicas con sensibilidad.

Nunca es agradable ver la gestión de la política , pero las negociaciones de la deuda exhibieron profundas fallas en el proceso de toma de decisiones del gobierno estadounidense. La austeridad fiscal preventiva puede ser deseable para evitar caer en una moratoria al estilo del gobierno griego, o los reveses fiscales de pánico que los mercados han impuesto a otras economías europeas.

Sin embargo, la negativa del Congreso de elevar el techo de la deuda llevó al gobierno estadounidense al borde de caer en moratoria y de bajar su calificación crediticia, más que evitar dichos desastres. Aunque este acuerdo no debería ser celebrado, las reformas que requieren los programas de ayuda social, el código fiscal estadounidense, el presupuesto de defensa y otros gastos públicos son necesarios para la salud fiscal a largo plazo de la economía más grande del mundo.

Cambios profundos en el papel de gobierno y en la ley fiscal afectarán el bienestar de millones de estadounidenses y la productividad a largo plazo de la economía de Estados Unidos. Es poco probable que un acuerdo a puerta cerrada y de última hora de tales reformas esté bien concebido y aún menos probable que sea políticamente sustentable.

Existe una mayor probabilidad de que las soluciones sustentables para los retos a largo plazo de Estados Unidos provengan de la deliberación y de una consulta pública , no bajo la presión de un plazo artificial. Este episodio ha exhibido la disfunción del sistema politico estadounidense. También nos recuerda que Estados Unidos es actualmente el único proveedor a gran escala de activos de reserva global en cual se confía.

Los legisladores y actores de Mercado en Europa deberían estar muy preocupados por los acontecimientos del otro lado del Atlántico. Hemos visto que un ligero estornudo de Estados Unidos en las elecciones podría darle a la economía global mucho más que un resfriado.

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