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OPINIÓN: Los médicos deben practicar lo que predican en sus consultorios

En ocasiones, el estilo de vida de un doctor no es el más saludable y puede afectar su capacidad para hacer recomendaciones a sus pacientes
dom 07 agosto 2011 10:12 AM
doctor fumar salud hipocrecia
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Anthony Youn es un cirujano plástico de la zona metropolitana de Detroit. Es el autor de In Stitches, un libro de memorias humorísticas sobre crecer como asiático-americano y llegar a ser médico.

¿Cómo llamas a un fumador crónico, obeso mórbido, adicto al refresco que se acaba de graduar de la escuela de medicina?: Doctor.

¿Cómo te sentirías si él fuera tu médico? ¿Le harías caso si te dijera que adoptaras un estilo de vida más saludable?

En mi tercer año en la escuela de medicina durante mi rotación por medicina familiar, se me asignó para asistir al doctor Ben, uno de los médicos residentes en una clínica de consulta externa. El doctor Ben no se parecía a ninguno de los otros médicos que había conocido. Medía 1.68 metros. Pesaba más de 135 kilogramos , fumaba un cigarro tras otro durante la hora del almuerzo y diariamente llevaba un paquete de 12 refrescos Mountain Dew , el cual se terminaba al finalizar su turno.

El doctor Ben también era letrado, inteligente, dedicado y atento.

Durante mi primer día con él, un flujo constante de pacientes llegaron a la clínica con condiciones que iban desde infecciones en el oído hasta esguinces en el tobillo. Todos escucharon atentamente sus consejos y aceptaron someterse a otras pruebas necesarias y tomar los medicamentos apropiados para tratar sus malestares.

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Después entró Joe, un hombre de 55 años, un empleado de escritorio con sobrepeso, hipertensión y diabetes tipo 2 . Joe fumaba, tomaba y el único ejercicio que hacía era levantarse del sofá para caminar al refrigerador y tomar otra cerveza. Él fue a la clínica para una visita de seguimiento y revisar su alta presión arterial. El doctor Ben y yo entramos a la sala de exámenes, nos presentamos y observamos la hoja clínica de Joe. Después de un breve examen físico, el doctor Ben sacudió su cabeza.

“Joe, tengo que ser honesto contigo. Tu presión sanguínea es demasiado alta . Necesitas comer de manera más saludable, perder peso y dejar de fumar. Te estás poniendo en riesgo de un infarto, de cáncer de pulmón o de un derrame cerebral, y eso solo es para empezar. ¿Haces ejercicio?

Joe alzó una ceja y contestó: “¿Yo? No”.

“Si no cambias tu estilo de vida, no hay nada que yo pueda hacer. Todos los medicamentos en el mundo no te podrán ayudar”.

“¿Habla en serio? Mírese usted. Con todo respeto, ¿cuándo fue la última vez que se saltó una comida?”, dijo Joe.

Sentí como mis mejillas se enrojecían. Nunca había escuchado a un paciente hablarle así a un doctor.

El doctor Ben se sonrojó. “No soy el paciente”, dijo.

“Está bien”.

Mientras el doctor Ben escribía la receta para rellenar el medicamento para la hipertensión, Joe movía su pie con impaciencia. Una vez que el doctor arrancó la receta de su bloc, Joe la tomó, abrió la puerta, le echó una última mirada al doctor y puso sus ojos en blanco. Mientras avanzaba por el pasillo, lo escuché murmurar, “¿Cuándo fue la última vez que vio sus pies?”.

Ya lejos, el doctor Ben fue a la cocina, abrió su sexto refresco del día, lo bebió y eructó.

Quince años después, doy un cierre completo: No soy el doctor perfecto. Estoy lejos de serlo. Tengo un índice de masa muscular saludable, no fumo y hago ejercicio con regularidad. También disfruto de una o dos cervezas, me tomo un refresco todos los días en el almuerzo, y —lo admito— mi nombre es Tony y soy adicto a la comida rápida. Para mí el punto más alto de la decadencia sería volar a Los Ángeles para almorzar y llenarme de hamburguesas con queso una tras otra.

Como médicos, somos defensores de la salud y el bienestar de nuestros pacientes. ¿Pero qué pasa si no lo somos de nosotros mismos? ¿Eso nos hace menos médicos? ¿Nuestros pacientes seguirán nuestras recomendaciones? ¿Tenemos que ser modelos a seguir?

Creo que tenemos que serlo. El doctor Ben era un médico excepcional, pero su apariencia interfería con su capacidad para ejercer la medicina. Si no trabajamos en mantener un estilo de vida saludable, ¿por qué debemos esperar que nuestros pacientes lo hagan? ¿Haz lo que digo, no lo que hago? Eso no funciona ni para los padres ni para los médicos.

Y es broma. Nunca volaría para comer hamburguesas para el almuerzo .

Pero me encantaría que tuvieran servicio a domicilio.

Nota del editor: Los nombres de los médicos y los pacientes y otros detalles identificables se cambiaron para proteger su privacidad.

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