OPINIÓN: La historia de dos texanos: Rick Perry contra George W. Bush
Nota del editor: James C. Moore es un residente de Texas, ex corresponsal de televisión nacional de los Premios Emmy y coautor del best-seller “Bush´s Brain”.
AUSTIN, Texas (CNN) — Si Rick Perry y George W. Bush hubieran nacido en la misma familia, W hubiera sido conocido como “el listo”.
Perry no es W. Esa es la declaración más simple sobre los dos texanos. Pero hay ingenio y confusión en esta comparación, lo cual probablemente esté mejor articulado por Dale Berra, exbeisbolista profesional e hijo del gran yanqui Yogi, a quien en alguna ocasión se le pidió compararse con su famoso padre. “Cuando se trata de mi papá y yo, nuestras similitudes son diferentes”.
Por lo menos en cuanto a estética, Perry y Bush son casi idénticos. Observen caminar a Perry . Mantiene sus brazos y costados igual que el expresidente y parece inseguro sobre qué hacer con sus manos. Esto no es totalmente malo, sin embargo, cuando sus manos están ocupadas firmando leyes en Texas, niños pobres pierden asistencia médica, 100,000 maestros podrían perder sus empleos y decenas de miles de familias hacen filas en un caluroso verano para recibir utensilios escolares, así como frutas y vegetales frescos en un evento caritativo. Exhortemos al gobernador de Texas a tener sus manos libres.
A Perry también le gusta adoptar las botas y trajes que caracterizan a la política texana. Bush tenía un estilo similar, y aunque muchos texanos lo veían como un “foráneo” de la Costa Este, se veía mucho menos posado que Perry. En Iowa, el gobernador actual subió su pierna, puso su bota sobre un montón de papeles y se echó para atrás para que asegurarse de que sus botas (o algo así) estuvieran claramente visibles para los espectadores. A pesar del hecho de que Perry fue criado por algodoneros en los Llanos del Sur al oeste de Texas, W le gana en lo texano sin ningún esfuerzo.
Sin embargo, ambos han tenido que trabajar duro para llevar su imagen. El macho texano todavía está buscando asesoría psicológica tratando de asimilar el hecho de que sus dos gobernadores más populares de la era moderna fueron porristas. Bush aprendió a usar el megáfono por primera vez en Andover, y Perry, quien prefiere el término “líder de gritos”, se unió a los cadetes en Texas A&M. (Hasta el momento, nadie ha explicado convincentemente cómo Estados Unidos pudo elegir a porristas para la posición de mariscal de campo nacional).
Sin embargo, políticamente, sus similitudes no podrían ser más diferentes.
Cuando Bush llegó a Austin, sostuvo reuniones privadas con cada uno de los 181 senadores y representantes estatales de ambos partidos. Les preguntó sobre su agenda legislativa, compartió lo que tenía en su radar y discutió sobre cómo podrían trabajar juntos. Una sorprendente visión y cooperación, pero en política, el sentido común generalmente está reservado sólo para los genios.
Por su parte, Perry no estaba teniendo nada de ese compromiso y dulzura. Una coalición de conservadores de ultraderecha había tomado el control de la Legislatura y no estaban interesados en que un gobernador promoviera acuerdos. Pero no tuvieron que empujar a Perry al borde derecho de su Tierra plana; él los dirigió valientemente.
W modeló su política con la marca de “conservadurismo compasivo”. La de Perry es más como un conservadurismo patea traseros.
Bush pudo haber contemplado reducciones en la cobertura médica para recortes presupuestales y forzado los impuestos sobre propiedades con una artimaña legislativa, pero al menos se hubiera sentido mal por ello.
Perry te diría que no te enfermaras o que hicieras suficiente dinero para comprar tu propia maldita cobertura médica, te callaras y pagaras tus impuestos porque te necesitamos para financiar los privilegios fiscales que le dan a las corporaciones que llegan a Texas, ya que ellos van a realizar donativos de campaña.
La diferencia básica entre estos dos hombres es que Bush impulsaba ideas y políticas en las que no creía y que eran oportunas políticamente, pero Perry cree en las ideas radicales que impulsan al movimiento del Partido del Té y considera que el compromiso es una especie de cáncer terminal.
Cuando W se preparaba para lanzarse por la Casa Blanca desde Texas, Karl Rove estaba promoviendo la idea de una Ley de Defensa del Matrimonio, la cual era una farsa lingüística para prohibir el matrimonio entre personas del mismo sexo. A Bush no le gustó la idea. Uno de sus colaboradores de mucho tiempo y asesor cercano era homosexual y Bush entendía la homosexualidad como un tema biológico. Cuando le pregunté cómo era posible que apoyara tal prohibición, Bush respondió con voz baja: “Es sólo política” .
La táctica de Rove era motivar a los conservadores fundamentalistas y funcionó.
La estrategia política para Bush es un dogma religioso para Perry. Un fervor devoto habla de la resistencia de Perry a matrimonios entre personas del mismo sexo, como si hubiera deambulado por el desierto durante 40 años y hubiera recibido una placa de piedra de un hombre barbado con esta prohibición.
En el proceso primario del Partido Republicano, siempre se espera que los candidatos presidenciales discutan temas que nunca han sido relevantes para la elección general. Las personas que votan en las primarias están motivadas por principios, pasiones y conservadurismo extremo (aunque muchos de ellos probablemente se vayan a casa después de votar a ver “Family Guy” con las cortinas cerradas). Esta es la gente de Perry, no de Bush. Ellos hicieron que W estuviera incómodo. Ellos hacen feliz a Perry, razón por la cual cuando los legisladores fueron convocados a una sesión de emergencia para definir cómo se cubriría la brecha presupuestal de 27,000 millones de dólares y salvar a las escuelas, el primer elemento que Perry les hizo abordar fue una “ley de emergencia” para hacer que los sonogramas fueran obligatorios para las mujeres que consideraran tener un aborto. (Un poco más tarde ese mismo día, después de una caminata y su almuerzo, logró recortar 4,000 millones de dólares a la educación, forzando potencialmente el despido de casi 100,000 maestros).
Perry piensa que W es un republicano de club de campo, un político demasiado inclinado a buscar acuerdos. Bush no piensa mucho de Perry. Las personas que quieren que Jesús esté de fondo de pantalla en todas las computadoras de las escuelas públicas, que llaman a las mujeres que abortan “asesinas de bebés”, que creen que ser homosexual es una “elección de estilo de vida” y que están convencidas de que los humanos alguna vez montaron a dinosaurios en dirección a Occidente, son personas que hicieron que Bush estuviera incómodo. Pero Perry los adora. Comparte sus creencias. Lo hicieron gobernador. Y puede que lo hagan presidente.
Las opiniones expresadas en esta columna son sólo las de James C. Moore.