OPINIÓN: Los esfuerzos por censurar internet, ¿despropósito o necesidad?
Nota del editor: El autor es politólogo e internacionalista. Miembro del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales, profesor universitario y coautor de los libros Same Sex Marriage in the Americas, ¿Qué es Estados Unidos? y Ciudadanos.Mx: Twitter y cambio político en México. Su twitter es @genarolozano.
CIUDAD DE MÉXICO (CNNMéxico) — Los recientes actos de violencia y vandalismo que se han registrado en varias ciudades del Reino Unido han vuelto a revivir el debate sobre qué hacer con internet y las redes sociales cuando son usadas con fines de violencia o antidemocráticos. Tal debate se ha dado en diferentes años, en diferentes países y bajo distintos escenarios. El caso más reciente es la propuesta del Primer Ministro británico, David Cameron, para limitar el acceso a las redes sociales en caso de disturbios.
Esa propuesta no es nueva. La revuelta zapatista de 1994 , que bajo la figura de Marcos atrajo la atención de miles de activistas de todo el mundo, ocurrió en parte gracias a internet. En su momento, fue calificada como la primera guerrilla cibernética por los cientos de sitios web que aparecieron con información “desde algún lugar de la Selva Lacandona” (en Chiapas, al sur de México). El gobierno de Ernesto Zedillo intentó en su momento bajar esos sitios de la red, pero fue una batalla inútil: por cada sitio que se bajaba, aparecían dos nuevos. El intento de control se contuvo pronto.
Hace poco Hugo Chávez afirmó: "La Internet no puede ser una cosa libre donde se haga y se diga lo que quiera”. Por ello, en diciembre del 2010 la Asamblea Nacional venezolana aprobó la llamada Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos, que obliga a los proveedores de internet a monitorear los mensajes de sus usuarios y a censurar mensajes que “sean propaganda de guerra, hagan una apología del delito, desconozcan a las autoridades legítimas”, entre otros. Chávez impuso entonces el despropósito de control a los empresarios privados, pero falta ver si -en efecto-, una ley así se cumple, si Anonymous, o cualquier otro grupo de anarquía cibernética, o los mismos usuarios, se dejan censurar. Hasta ahora, ni en China ni en Cuba lo han conseguido del todo.
Después vinieron Irán, en el 2009, y las revueltas del Medio Oriente en la primavera del 2011, autores como Malcolm Gladwell y Evgeny Morozov ya han cuestionado lo que ellos llaman la “ciberutopía” de creer que las revoluciones se pueden armar a través de Facebook y Twitter , lo cierto es que a raíz de las protestas tanto Teherán como El Cairo intentaron controlar el internet. El régimen de Ahmadinejad creó una policía cibernética y bombardeó a la población iraní en general con mensajes de texto por celular donde les advertía sobre los riesgos de participar en las redes sociales. Por su lado, Hosni Mubarak bajó el switch del internet un par de días en Egipto , pero en ambos casos los activistas encontraron una manera de volverse anónimos y de volver a colgarse a la red.
Y esto nos lleva hasta Inglaterra y sus disturbios. Dado que los participantes han utilizado servicios de mensajería como el chat de BlackBerry y las redes sociales, el gobierno de David Cameron, que se ha referido a estos disturbios como un momento de “colapso moral” , ha propuesto limitar el uso de redes sociales, lo que desató una serie de críticas dentro y fuera de Inglaterra en contra del ya de por sí impopular primer ministro.
Es un error gigantesco calificar las redes sociales e internet como peligrosos o dañinos para la sociedad. La tecnología es neutral y lo que varía es el uso que tiene.
En efecto, las redes sociales pueden ser usadas con fines prodemocráticos y para construir capital social , como, por ejemplo, cuando hay activistas que promueven la democracia, cuidan el voto en elecciones o promueven una reforma política. Por ello, incluso Hillary Clinton incluyó la defensa de internet libre como un pilar de la política exterior de Estados Unidos. Pero también esas redes pueden ser usadas con objetivos antidemocráticos y violentos.
Sin embargo, “el mal” no es la red; el problema de fondo es la libertad. El problema de fondo es un modelo educativo que parece dirigir a los jóvenes hacia el desempleo y la frustración. El problema son los sistemas políticos verticales que no representan a la ciudadanía. El problema son cuerpos policiales represivos que no necesariamente respetan los derechos humanos . El verdadero “colapso moral” al que se refiere Cameron es el estancamiento de un modelo económico global que no ha logrado cerrar la brecha de la desigualdad entre ricos y pobres, sino solo ensancharla en casi todo el mundo.
En resumen, el impulso por controlar internet es una tarea tan inútil como utópica. Y aunque algunos países como China, Cuba, Irán y Corea del Norte han logrado limitar el acceso, la verdad es que lo que existe en esos países no es internet sino una triste parodia. Para ser internet los gobiernos deben ser neutrales en cuanto a su contenido, tiene que haber una completa libre expresión en ellos, debe ser autorregulado por los usuarios y los gobiernos solo deben actuar para aumentar su penetración- Como menciona Evgeny Morozov en su libro The Net Delusion: The Dark Side of Internet Freedom, al final del día, cada vez que en alguna democracia occidental se baraja la posibilidad de limitar internet, los dictadores del mundo son los únicos que sonríen.