OPINIÓN: Nueva York reclama sus ruinas

Nota del editor: Nicolaus Mills es profesor de Estudios Estadounidenses del Colegio Sarah Lawrence. Su libro más reciente es “Winning the Peace: The Marshal Plan and America´s Coming of Age as a Superpower”.
Nueva York (CNN) – La segunda sección del icónico High Line Park se inauguró tan exuberantemente que cuando se abrió la primera sección en junio de 2009, el cual atrajo a 2 millones de visitantes en sus primeros 10 meses.
Lo que hace único a High Line es que es un parque urbano que se eleva 30 pies sobre el nivel de la calle, descansando sobre una línea de carga ferroviaria que se iba a destruir después de que el último tren transitó en ella en 1980. La acción de la comunidad de vecinos de la colonia, comprometidos con la conservación de lo que consideraban un símbolo local, fue lo que finalmente salvó a High Line.
Los conceptos de High Line están proyectados para ser seguidos en otras ciudades en todo el país. Y deberían. El mensaje que High Line es: trata a tus ruinas urbanas con cuidado. Pueden ser más valiosas de lo que te imaginas.
Según el historiador de arquitectura Witold Rybczynski comentó recientemente, la dificultad de aplicar el concepto de High Line en otras ciudades es que pocas cuentan con la densidad de Nueva York. Por ejemplo, High Line no funcionaría en una zona industrial que la gente evite o elevado sobre una colonia con casas de uno o dos pisos.
Los diseñadores no tuvieron que preocuparse por atraer visitantes ni superar la altura de una colonia en Nueva York, donde oficinas y departamentos rodean a High Line. La nueva segunda sección de High Line agrega media milla a su actual milla de longitud, la cual es paralela a Río Hudson en la parte Oeste, desde la Calle Gansevoort hasta la 30.
Al igual que la primera sección, la segunda ofrece una vista panorámica de la ciudad, pero lo que la hace diferente es su angostura. Para James Corner de James Corner Field Operations, firma de paisaje y diseño urbano que junto a Diller Socfidio + Renfro, fue responsable del diseño de High Line, la angostura de la segunda sección es un plus. Desde su punto de vista, lo que define la calidad de High Line es que no pretende replicar el pastoreo de Central Park.
“El High Line no pretende ofrecer un paisaje romántico de la naturaleza sino un paisaje posindustrial”. Lo que Corner quiere decir es que los visitantes que aprecian la naturaleza consideran que High Line Park refleja lo que ocurre cuando un sitio industrial es abandonado y tanto hierba como flores salvajes comienzan a crecer en él. El secreto para transformar un sitio de este tipo en un parque, según Corner, es recrear una apariencia posindustrial y asegurarse de que los visitantes tengan espacio para caminar cómodamente. Las flores de la segunda sección de High Line reflejan esta estética post industrial. Las azucenas, equinaceas púrpuras y aquileas que los visitantes pueden ver por todas partes, tienen una apariencia avasalladora que los hace parecer como personas pobres en un jardín suburbano, pero en High Line, estas flores dan en los caminos de concreto y a un costado de las viejas vías ferroviarias.
Lo que los diseñadores de High Line han hecho para evitar que la modestia del parque se haga monótona es cambiar la coreografía de su segunda sección cada determinado número de cuadras.
La segunda sección abre con muchos árboles y plantas, luego cambia a césped para broncearse y hacer picnics, ante una pasarela conocida aparentemente como el “desfile aéreo”.
Con el tiempo, los árboles de magnolia plantados justo por debajo del desfile aéreo, brindará un techo de sombra que Corner estima alcanzará de 20 a 25 pies de altura, pero por el momento, el desfile aéreo está desprotegido del sol, al igual que el campo de flores salvajes ubicado más adelante.
Esta falta de sombra no representa una distracción para los visitantes. Los cambios en la segunda sección del parque llegarán rápidamente y culminarán en la Calle 30 a la salida del parque.
Ahí, la obra de hierro que sostiene a High Line está expuesta deliberadamente, como para recordarle al visitante el gran esfuerzo que se requirió para crear el parque.
Es difícil quejarse de un parque al cual se le ha puesto tanto cuidado y por si tanta planeación no fuera suficiente, los diseñadores del parque se aseguraron de que el largo y arqueado banco de madera –de teca- que va de la Calle 29 a la 30, se construyera con teca reciclada para no dañar el medio ambiente.
Esta planeación no ha sido barata. Nueva York ha invertido 115 millones de dólares en High Line. La justificación de la ciudad para gastar tanto en una época de recortes presupuestales es que espera que se generen aún más ingresos por concepto de impuestos y hasta el momento, el cálculo parece acertado. A High Line se le atribuye la generación de un estimado de 2,000 millones de dólares de inversión privada en la zona colindante de Chelsea, más 8,000 empleos de construcción.
En mi visita el día de la inauguración de High Line, mis únicas dudas se generaron al ver una ingeniosa instalación de Sarah Sze que se ubica dentro del parque entre la Calle 20 y la 21. Nombrada “Still Life with Landscape”(Naturaleza muerta con paisaje), es una combinación de acero inoxidable y madera diseñada para proveer refugio, comida y agua para pájaros, mariposas e insectos.
Había semillas frescas para los pájaros el día de la inauguración, pero los comederos, como el de pájaros de Sze, están tan cerca de los andaderos que es difícil imaginar que algún pájaro- salvo algún azulejo con esteroides- se atreva a tomar un rápido bocado o construya un nido en un lugar que estará lleno de gente todo el día.
Sin embargo, todo esto prueba que el High Line Park no hará milagros. Su vista será finalmente sólo un beneficio para sus visitantes humanos.
Las opiniones expresadas en esta columna son únicamente las de Nicolaus Mills.